Los trastornos sexuales se caracterizan por una alteración de los
procesos propios del ciclo de la respuesta sexual o por dolor asociado con la
realización del acto sexual. El ciclo completo de la respuesta sexual puede
dividirse en las siguientes fases:
1. Deseo: Esta fase consiste en
fantasías sobre la actividad sexual y el deseo de llevarlas a cabo.
2. Excitación: Esta fase consiste en la
sensación subjetiva de placer sexual y va acompañada de cambios fisiológicos.
Los cambios más importantes en el varón son la tumescencia peneana y la
erección. Los cambios más importantes en la mujer son la vasocongestión
generalizada de la pelvis, la lubricación y expansión de la vagina, y la
tumefacción de los genitales externos.
3. Orgasmo: Esta fase consiste en el punto
culminante del placer sexual, con la eliminación de la tensión sexual y la
contracción rítmica de los músculos del perineo y de losvórganos reproductores.
En el varón existe la sensación de inevitabilidad eyaculatoria, que va seguida
de la emisión de semen. En la mujer se producen contracciones (no siempre
experimentadas subjetivamente como tales) de la pared del tercio externo de la
vagina. Tanto en el varón como en la mujer el esfínter anal se contrae de
manera rítmica.
4. Resolución: Esta fase consiste en una
sensación de relajación muscular y de bienestar general. Durante ella los
varones son refractarios fisiológicamente a la erección y al orgasmo durante un
período de tiempo variable. Por el contrario, las mujeres son capaces de
responder a una estimulación posterior casi inmediatamente.
Los trastornos de la respuesta sexual pueden aparecer en una o más
de estas fases. Cuando hay más de una disfunción sexual, deben registrarse
todas. En los criterios diagnósticos no se intenta especificar la frecuencia
mínima de las situaciones, actividades o tipos de contacto sexual en los que
puede aparecer la disfunción. Este juicio debe establecerlo el clínico, que ha
de tener en cuenta diversos factores como la edad y la experiencia del
individuo, la frecuencia y la cronicidad del síntoma, el malestar subjetivo y
el efecto sobre otras áreas de actividad. Las palabras «persistente, recurrente
o recidivante» en los criterios diagnósticos señalan la necesidad de un juicio
clínico. Si la estimulación sexual es inadecuada en cuanto al tipo, la
intensidad o la duración, no debe establecerse el diagnóstico de disfunción
sexual que implique la excitación o el orgasmo.
Subtipos
Se describen una serie de subtipos para señalar el inicio, el
contexto y los factores etiológicos que se asocian con los trastornos sexuales.
Si hay varios trastornos sexuales, es necesario indicar cada uno de los
subtipos. Estos subtipos no deben aplicarse al diagnóstico de trastorno sexual
debido a enfermedad médica o inducido por sustancias. Para señalar la
naturaleza del inicio del trastorno sexual, puede utilizarse uno de los
siguientes subtipos:
De toda la vida. Este subtipo indica
que el trastorno sexual ha existido desde el inicio de la actividad sexual.
Adquirido. Este subtipo indica
que el trastorno sexual ha aparecido después de un período de actividad sexual
normal.
Para indicar el contexto en el que aparece el trastorno sexual,
puede usarse uno de los siguientes subtipos:
General. Este subtipo indica
que la disfunción sexual no se limita a ciertas clases de estimulación, de
situaciones o de compañeros.
Situacional. Este subtipo indica
que la disfunción sexual se limita a ciertas clases de estimulación, de
situaciones o de compañeros. Aunque en la mayoría de los casos las disfunciones
se presentan durante la actividad sexual con una pareja, en otros puede ser
apropiado identificar las disfunciones que se presentan durante la
masturbación.
Puede usarse uno de los siguientes subtipos para indicar los
factores etiológicos asociados al trastorno sexual:
Debido a factores
psicológicos. Este subtipo se ha descrito para los casos en los que los factores
psicológicos son de gran importancia en el inicio, la gravedad, la exacerbación
o la persistencia del trastorno, y las enfermedades médicas y las sustancias no
desempeñan ningún papel en su etiología.
Debido a factores
combinados. Este subtipo se ha descrito cuando: 1) los factores psicológicos
desempeñan un papel en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la
persistencia del trastorno, y 2) la enfermedad médica o las sustancias
contribuyen a la aparición del trastorno, pero no son suficientes para
constituir su causa. Cuando una enfermedad médica o el consumo de sustancias
(incluso los efectos secundarios de los fármacos) son suficientes como causa
del trastorno, debe diagnosticarse trastorno sexual debido a una enfermedad
médica y/o trastorno sexual inducido por sustancias.
Trastornos del Deseo Sexual
F52.0 Deseo sexual hipoactivo [302.71]
La característica esencial del deseo sexual hipoactivo es la
ausencia o deficiencia de fantasías sexuales y de deseos de actividad sexual
(Criterio A). La alteración provoca malestar acusado o dificultades
interpersonales (Criterio B); no se puede explicar mejor por la presencia de
otro trastorno del Eje I (excepto otra disfunción sexual) y no se debe a los
efectos fisiológicos de una sustancia (fármacos incluidos) o a una enfermedad
médica (Criterio C).
El deseo sexual disminuido puede ser global y abarcar todas las
formas de expresión sexual o situacional y limitado a un/a compañero/a o a una
actividad sexual concreta (p. ej., el coito, pero no la masturbación). Existe
poca motivación para buscar estímulos adecuados y una reducción de la
frustración cuando se priva a estos individuos de la oportunidad de una
relación sexual. Generalmente, estas personas no inician casi nunca la relación
sexual y sólo la llevan a cabo a regañadientes, cuando es la pareja quien lo
decide. A pesar de que la frecuencia de experiencias sexuales es habitualmente
baja, la presión que ejerce la pareja o las necesidades de tipo no sexual (p.
ej., placer físico o intimidad) pueden incrementar la tasa de relaciones
sexuales.
Debido a la falta de información sobre el papel de la edad y el
sexo, respecto a la frecuencia o al grado de deseo sexual, el diagnóstico debe
establecerse según el juicio clínico del médico, basándose en las
características individuales, los determinantes interpersonales, el tipo de
vida y el entorno cultural. El clínico puede requerir el examen de los dos
miembros de la pareja cuando las diferencias en el deseo sexual obligan a la
petición de atención profesional.
La «disminución del deseo sexual» de un miembro de la pareja puede
reflejar un aumento excesivo del deseo sexual del otro miembro. De manera
alternativa, los dos miembros de la pareja pueden presentar niveles de deseo
sexual dentro del margen de la normalidad, pero en los polos opuestos del continuum.
Síntomas y trastornos asociados
La disminución del interés por el sexo va frecuentemente asociada a
problemas de excitación sexual o a dificultades para llegar al orgasmo. La
falta de deseo sexual puede ser la disfunción más importante o ser la
consecuencia del malestar emocional producido por las alteraciones de la
excitación y el orgasmo.
Sin embargo, existen individuos con deseo sexual reducido que
conservan la capacidad de experimentar una excitación y un orgasmo normales en
respuesta a la estimulación sexual.
Las enfermedades médicas pueden producir un efecto deletéreo no
específico sobre el deseo sexual debido a debilidad, dolor, problemas con la
imagen corporal o a preocupaciones sobre la supervivencia. Muy a menudo, los
trastornos depresivos se asocian a una disminución del deseo sexual; el inicio de
la depresión puede preceder, coexistir o ser la consecuencia del escaso interés
por el sexo. Los individuos con deseo sexual hipoactivo pueden tener
dificultades a la hora de mantener relaciones sexuales estables, así como
insatisfacción matrimonial y problemas de separación.
F52.10 Trastorno por
aversión al sexo [302.79]
La característica esencial del trastorno por aversión al sexo es la
aversión y la evitación activa del contacto sexual genital con la pareja
(Criterio A). La alteración provoca malestar acusado o dificultades en las
relaciones interpersonales (Criterio B) y no se explica mejor por la presencia
de otro trastorno del Eje I (excepto otra disfunción sexual) (Criterio C).
El individuo sufre ansiedad, miedo o aversión a la hora de intentar
una relación sexual con otra persona. La aversión al contacto genital se centra
en algún aspecto particular del sexo (p. ej., secreciones genitales,
penetración vaginal). Algunos individuos muestran repulsión por todos los
estímulos de tipo sexual, incluso los besos y los contactos superficiales. La
intensidad de la reacción del individuo frente al estímulo aversivo puede ir
desde una ansiedad moderada y una ausencia de placer hasta un malestar
psicológico extremo.
Síntomas y trastornos asociados
Existen individuos con formas graves de este trastorno que, ante
una situación de tipo sexual, pueden sufrir crisis de angustia, con ansiedad
extrema, terror, desmayos, náuseas, palpitaciones, mareos y dificultades para
respirar. Las relaciones interpersonales pueden estar gravemente afectadas (p.
ej., insatisfacción matrimonial).
Estas personas pueden evitar las situaciones de tipo sexual o los
compañeros sexuales mediante estrategias de distinto tipo (p. ej., acostándose
pronto, viajando, descuidando el aspecto externo, tomando sustancias o
volcándose excesivamente en actividades familiares, sociales y laborales).
Bibliografía
López, Juan José;
Aliño, Ibor; Valdés Miyar, Manuel (2002); “DSM IV – TR, Manual Diagnostico y
Estadístico de los Trastornos Mentales”; Ed. Elsevier Masson; México D.F.
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