Monday, March 16, 2015

Sexualidad Integral - Cuerpo y Mente

El ser humano es el único animal de la naturaleza dispuesto a tener relaciones sexuales 365 días al año y 24 horas al día. Pero este animal humano evolucionado ha creado el erotismo no sólo como una manía reproductiva, sino como una forma de comunicación, de crecimiento, de encuentro, de compartir, de dar y de recibir placer.

Actualmente el sector dedicado a la salud insiste en la necesidad de saber para prevenir, el sector dedicado a la educación considera poco a poco la educación de la sexualidad en las escuelas como parte del currículo básico, y la ONU reporta que con la cultura sexual las relaciones sexuales se inician más tarde y no antes como habíamos pensado. Entonces, ¿cuál es el miedo...?

Tenemos miedo de que al hablar de sexualidad a los niños y a los jóvenes su vida se convierta en una orgía sin control alguno, nos da pánico reconocer la existencia de una hormona sexual y hablar de placer, como si el secreto que guardamos por siglos hubiera funcionado eficazmente. La sexualidad existe pero el sexo silenciado es un cúmulo de fracasos a todos los niveles, ya que si hubiera servido negarlo y al no nombrarlo fuéramos querubines inocentes y bienintencionados, entonces no tendrá caso cambiar las cosas. Pero no es cierto: con el silencio no fuimos eficaces ni comprensivos, tenemos hijos no deseados, violencia y violación, desolación, insatisfacción sexual, engaños, infidelidades, depresión y soledad, malas parejas y divorcios, enfermedades, abortos y sobre todo incomprensión. Somos analfabetas sexuales, y aún le tenemos miedo al conocimiento.

Cualquier conducta y entre ellas la sexual, es, en última instancia, el resultado de la interacción de tres grandes dimensiones del ser humano:
Biológica.
Social.
Psicológica.

Dentro de la dimensión biológica se incluyen todos aquellos procesos y estructuras orgánicas que determinan el comportamiento sexual, como son la anatomía y la fisiología entre otros. La dimensión social abarca procesos de identificación de grupo que asignan a los integrantes de una cultura determinada en un tiempo socio – histórico específico características aceptables de comportamiento, la cual incluye el concepto de género, el género de asignación y los guiones o los roles sexuales; y la dimensión psicológica del comportamiento sexual agrupa aspectos como la identidad sexogenérica y la orientación sexual o la preferencia de género.


La Dimensión Biológica de la Sexualidad
Las explicaciones biológicas de la conducta sexual en general se han basado en el concepto del instinto y esta idea de una fuerza innata ha demostrado ser muy útil, pero hasta ahora los científicos han fracasado en definir de modo suficientemente específico lo que significan términos como instinto, impulso o pulsión. Una explicación más sencilla y probable es que los humanos y otros animales participan en encuentros sexuales porque les son placenteros, y en estos casos el incentivo está en el acto mismo más que en sus posibles consecuencias.

El término sexo, se refiere a la serie de características físicas determinadas genéticamente, que colocan a los individuos de una misma especie en algún punto del continuo que tiene como extremos a los individuos reproductivamente complementarios. Para los seres humanos, en un extremo se encontrará la mujer con capacidad reproductiva y en el otro el hombre con la misma condición, y en caso de darse una relación coital entre ellos, existe la posibilidad de que se lleve a cabo un proceso de fecundación que daría como resultado un nuevo ser.

A lo largo de ese continuo podemos encontrar diferentes puntos intermedios donde se localizan aquellas personas que tienen como peculiaridad el no tener la posibilidad de fecundar o de ser fecundados, como por ejemplo los bebés, los niños y las niñas antes de la pubertad, las mujeres después de la menopausia y durante el climaterio, los hombres y las mujeres que utilizan o que se han sometido a procedimientos anticonceptivos temporales o definitivos, o bien que por diversas razones están imposibilitados para reproducirse, etc. Así pues, todos ellos estarían colocados en diversos puntos sobre esta línea, pero por su incapacidad reproductiva no se ubican en los extremos.

Al centro se encuentran las personas denominadas hermafroditas, o más correctamente pseudohermafroditas o estados intersexuales (que es un trastorno de la diferenciación sexual), del griego hemaphroditos, joven de gran belleza hijo de Hermes y de Afrodita de quien estaba enamorada la ninfa Salmacis sin ser correspondida. La mitología cuenta que estando el joven bañándose en una fuente, Salmacis se unió a él sin su consentimiento y pidió a los Dioses que sus cuerpos formasen uno solo, por lo que se le representa como un joven con pecho de mujer o con la figura de Afrodita con genitales masculinos.

Como se habrá podido observar por su definición, sexo es un concepto puramente biológico y para su estudio se divide en ocho dimensiones distintas:
- Sexo gonadal,  dado por la presencia ya sea de ovarios o de testículos.
- Sexo génico, configurado por los genes, origen de todo el fenotipo (apariencia física) y del genotipo (conformación de los genes que estructuran a los cromosomas).
- Sexo cromosómico, que se refiere o que se relaciona con los cromosomas (XX para las mujeres o bien XY para los hombres).
- Sexo hormonal, que es el resultado de la acción de las hormonas ya sean "masculinas" (andrógenos) o "femeninas" (estrógenos y progestágenos).
- Sexo de órganos sexuales pélvicos internos, que se refiere a la presencia o a la ausencia de dichos órganos como por ejemplo el útero o la próstata.
- Sexo de órganos sexuales pélvicos externos, que se refiere a la presencia o a la ausencia de los órganos sexuales externos, como la vulva o el pene.
- Sexo cerebral, que se refiere a las diferencias neuronales anatómicas y funcionales entre el cerebro del hombre y el de la mujer. Por ejemplo, el cerebro de la mujer tiene un mayor número de conexiones (sinapsis) en algunos núcleos del hipotálamo.
- Sexo relativo a los caracteres sexuales secundarios o al sexo somático, como por ejemplo el grosor de la voz, el vello facial, la forma de las caderas, etc. que son diferentes en los hombres y en las mujeres.

Es interesante hacer notar que desde el momento de la concepción o de la fertilización de un óvulo por un espermatozoide, todos los productos concebidos están destinados a ser mujeres debido a las siguientes razones:
- Los órganos sexuales pélvicos internos de la mujer (los dos tercios internos de la vagina, el útero y tubas uterinas o trompas de Falopio) se desarrollan a partir del conducto de Müller, cuya estimulación no requiere de ningún factor hormonal ni genético y por lo tanto se considera el camino natural de la diferenciación sexual.
- Los órganos sexuales pélvicos externos de la mujer (clítoris, labios vulvares mayores y menores) se desarrollan a partir del tubérculo genital, del engrosamiento labio-escrotal y del surco urogenital respectivamente, cuya estimulación tampoco requiere de ningún factor hormonal ni genético y por lo tanto también se considera el camino natural de la diferenciación sexual.
- Los órganos sexuales pélvicos internos del hombre (epidídimo, conducto deferente y vesículas seminales) se desarrollan a partir del conducto de Wolf, cuya estimulación requiere de testosterona, del gen responsable de la producción de la proteína citosólica nuclear receptora de andrógenos (PCNRA) y del gen responsable de la producción de la sustancia inhibidora de los conductos de Müller (SICM) o sustancia de Jost, y por lo tanto no se considera el camino natural de la diferenciación sexual.
- Los órganos sexuales pélvicos externos del hombre (glande del pene, escroto y rafé medio) se de-sarrollan a partir del tubérculo genital, del engrosamiento labio-escrotal y del surco urogenital respectivamente, cuya estimulación requiere de la 5a-reductasa, la enzima responsable de la conversión de testosterona (inactiva) en dihidrotestosterona (activa). En ausencia de la 5a-reductasa estas estructuras no se diferenciarán hacia lo masculino, y por lo tanto este tampoco se considera el camino natural de la diferenciación sexual.


La Dimensión Social de la Sexualidad
El comportamiento sexual funciona como una forma de comunicación social, pues a través de él podemos expresar afecto, amor, odio, cólera, insatisfacción, deseo y necesidad entre otras emociones, sentimientos y sensaciones. Las organizaciones sociales determinan quién podrá expresar su sexualidad y cómo, establecen los porqués y asignan con quién y el qué. Por ejemplo, en muchas sociedades se cree que las personas adultas mayores o las que presentan algún tipo de discapacidad no tienen derecho a expresar su sexualidad.

El concepto de “género” surgió durante la década de 1960 en el contexto de investigaciones médicas sobre trastornos de la identidad sexual de los seres humanos, y los trabajos de Robert Stoller se consideran pioneros en esta materia. Este autor, basado en sus investigaciones en niños y en niñas con problemas anatómicos en la distinción de sus órganos sexuales, concluyó que la identidad sexual de las mujeres y de los hombres no era resultado directo de su sexo biológico, sino de las pautas de socialización y de representación cultural sobre lo que significa ser mujer o ser hombre en un determinado contexto social; y esta conclusión dio paso al reconocimiento de la diferencia entre sexo y género para connotar los aspectos biológicos de los culturales y los sociales en la construcción de la identidad de las personas

El género es el resultado de un proceso de aprendizaje tanto familiar como social, que iniciándose desde el nacimiento clasifica a los seres en masculinos o en femeninos, se refiere básicamente a actitudes y a comportamientos, y tiene como base los atributos culturales del momento socio-histórico que se viva.

La teoría de la identificación se deriva del punto de vista de Sigmund Freud de que los niños preescolares desarrollan una atracción sexual hacia el padre del sexo reproductivamente complementario (Complejo de Edipo), hacia los 5 o los 6 años de edad el niño renuncia a esta atracción debido a que experimenta sentimientos de ansiedad (castración) y es entonces cuando el niño se identifica con el padre del mismo sexo adoptando de forma inconsciente las características de este último. Sin embargo, en la actualidad casi todos los expertos en estudios de género descartan que el desarrollo del género siga este curso, ya que los niños adquieren su tipo de género mucho antes de los 5 o de los 6 años de edad; además de que los hombres aprenden a ser masculinos y las mujeres femeninas aun cuando el padre del mismo sexo no esté a su alrededor

Por su parte, la teoría del aprendizaje social del género afirma que el género de los niños se desarrolla a través de la observación y de la imitación del comportamiento del género, así como a través del reforzamiento y del castigo del comportamiento de género. Los padres y la sociedad en general frecuentemente utilizan recompensas y castigos para enseñar a las niñas a ser femeninas y a los niños a ser masculinos con base en sus actitudes y en su comportamiento. Por ejemplo, una niña que juega a las muñecas y a la comidita recibe la aceptación de la sociedad y el premio correspondiente, y lo mismo sucede con un niño que juegue al fútbol y que exhiba una conducta de juego rudo; de lo contrario, generalmente ambos son acreedores de un castigo y estas respuestas de la sociedad les enseñan a los niños lo que es un comportamiento de género aceptable y uno inaceptable.

Para su estudio, también se consideran varias dimensiones del género que con fines didácticos dividiremos en género de asignación y en guión social o sexual. El género de asignación se refiere a la condición de ser niño o niña, es otorgado a las personas en función de la apariencia de sus órganos sexuales externos, y esta asignación ocurre sobre todo en el momento del nacimiento o poco después del mismo. Si bien es cierto que en la gran mayoría de las ocasiones la asignación de género es coincidente con el sexo del recién nacido, también sabemos que en otros casos esta puede no serlo pues existen algunos trastornos genéticos cuyo resultado repercute por ejemplo en la diferenciación sexual, y que provocan una confusión sobre el sexo de las personas. Este es entre otros el caso de un padecimiento llamado hiperplasia suprarrenal congénita, en la cual un recién nacido de sexo femenino puede presentar una ambigüedad de sus órganos sexuales, en donde el clítoris es excesivamente grande pudiéndose confundir con un pene y los labios mayores presentan una forma y una coloración que los asemejan a las bolsas escrotales.

El guion o el rol sexual es el comportamiento que los individuos adoptan de acuerdo a los requerimientos sociales, en función de su género e implícitamente de su presunto sexo. Los guiones son los planos que la persona puede tener en su cabeza para lo que está haciendo y para lo que va a hacer, justifican los actos que están de acuerdo con ellos, hacen que pongamos en tela de juicio los que no lo están y especifican como copias heliográficas los qué, quiénes, cuándo, dónde y por qué de determinados tipos de actividad. Los guiones sexuales son subconjuntos de guiones sociales, formulados en las mismas formas y con idénticos propósitos. Todos los individuos tienen guiones sexuales que varían según sus guiones culturales y varían aún más cuando los ponen en uso en situaciones sexuales concretas, como por ejemplo, cuando un hombre o cuando una mujer coquetean y manifiestan conductas específicas de cada uno de ellos para esa situación en particular.

Los estereotipos de género son el resultado de considerar que determinadas actitudes, conductas, emociones y sentimientos son apropiados para uno de los sexos y no para el otro; son los planteamientos a priori de lo que “debe de ser”. Desde la infancia introyectamos estas actitudes sin cuestionarlas como si estas diferencias fueran naturales y no establecidas por la cultura, olvidando que el sexo se refiere únicamente a una diferencia biológica y anatómica.

Los roles de género se han organizado de tal forma que tradicionalmente se coloca al hombre en una posición dominante y a las mujeres en una posición subordinada, subrayando todas las diferencias superficiales entre hombres y mujeres y dando origen a la asignación de casi todas las tareas. Esta organización excluye la posibilidad de equidad y de reciprocidad entre los sexos o entre los géneros, ocasionando rigidez y polarización. A partir de los estereotipos en los roles de género que tanto hombres como mujeres aceptamos como “parte de nuestra naturaleza”, se han generado una serie de mutilaciones que no dejan de ser discriminatorias y cargadas de prejuicios para todos. Sandra Bem introdujo en 1974 la idea de que los roles de género no necesariamente tienen que ser uno u otro, y que la persona puede ser altamente femenina, altamente masculina o ninguno de los dos, introduciendo así el concepto de personalidades andróginas o indiferenciadas. Todos los seres humanos nacen con sexo, pero ninguno nace con género porque este se aprende.


La Dimensión Psicológica de la Sexualidad
Al discutir los determinantes psicológicos de la conducta, a menudo debemos tratar acerca de diferentes niveles de análisis del organismo humano. En un sentido, los factores psicológicos o sociales son meramente reflejos y manifestaciones de procesos biológicos subyacentes, y en otro sentido los factores psicológicos son independientes de lo biológico aun cuando deben mediarse a través de los mecanismos neurofisiológicos del cerebro, pues ni el pensamiento ni la emoción pueden ocurrir en un cráneo vacío.

El concepto que de sí mismo pueda tener un individuo depende estrechamente del vivir y sentir su sexualidad, y de esta relación se desprende su sentimiento de auto-estima, su auto-concepto, su sentido de identidad, las formas específicas que utiliza para dar y para recibir afecto, su identidad moral y espiritual, etc. La identidad sexogenérica (conjunto de dimensiones psicosociales que incluyen a los sentimientos, conductas e identificaciones que todo ser humano tiene respecto de la vivencia intrínseca de su sexualidad) forma parte de este constructo primordialmente psicológico, y es la identificación psicológica que se va desarrollando en el niño o en la niña para desembocar finalmente en el hecho de sentirse hombre o mujer. Esta identidad sexogenérica se subdivide en tres áreas:

Núcleo genérico: El núcleo genérico es la percepción psicológica a nivel íntimo y profundo de sentirse hombre o mujer. Los niños comienzan a definir su identidad entre los 18 y los 24 meses de edad, a los 2 años de edad por lo general ya comprenden que forman parte de un grupo genérico específico y pueden identificar correctamente a otros miembros de su mismo grupo, a la edad de 3 años tienen un concepto firme y consistente de lo que es su género, pero no es sino aproximadamente hasta los 5 años de edad que están plenamente convencidos de que son miembros permanentes de ese grupo. Nos identificamos genéricamente cuando nuestro sentimiento coincide con nuestros órganos sexuales y con nuestro comportamiento (identidad sexogenérica concordante), lo que sucede en la gran mayoría de los casos. Sin embargo, existen situaciones en las que hay discrepancia entre el sexo biológico y los roles o los comportamientos que debemos mostrar, es decir, no coincide la imagen corporal con la percepción íntima de corresponder a ese sexo. A esta condición se le llama identidad de género discordante, identidad sexual discordante o identidad sexogenérica discordante, más recientemente disforia genérica, disforia sexual o disforia sexogenérica respectivamente, clínicamente reconocida como transgenereidad, transexualidad primaria o transexualidad secundaria a transvestismo dependiendo del caso.

Identidad de rol: Los roles o los guiones son los papeles sociales de hombres y de mujeres, es decir, son la serie de comportamientos sociales que el grupo en que vivimos exige de nosotros, tomando como referencia el sexo que se infiere de acuerdo a nuestra apariencia masculina o femenina. Se habla de identidad de rol cuando una persona se ajusta a lo esperado para ella de acuerdo al hecho de ser o de manifestarse como hombre o como mujer, y de lo anterior se desprende el beneplácito social; pero por el contrario, el rechazo, la desaprobación y las críticas negativas emergerán cuando la persona no actúa con base en las expectativas sociales. Los roles o guiones sexuales tan rígidos y estereotipados en sociedades como la nuestra, siguen originando grandes problemas sociales cuya repercusión en el ámbito familiar y personal es patente; y entre ellos cabe señalar la actitud sumisa y oprimida de la mujer, en tanto que el hombre por su par-te sufre de una expresividad emotiva soterradamente prohibida.

Elección del objeto erótico: Este concepto se refiere a los niveles de atracción que poseemos para relacionarnos tanto afectiva como emocional y eróticamente con personas ya sea de nuestro mismo género o sexo, del género o del sexo reproductivamente complementario o con ambos, y se le considera como un sinónimo de orientación sexual o de preferencia de género.

Existe una gran controversia para utilizar el término orientación sexual o para utilizar el término preferencia genérica. Si bien es cierto que las personas poco intervenimos en la decisión de ser heterosexuales, bisexuales u homosexuales y que por lo tanto podemos hablar de una orientación del deseo sexual, también es cierto que en algún momento todos y cada uno de nosotros preferimos relacionarnos tanto afectiva como emocional y eróticamente con personas ya sea de nuestro mismo género, del género reproductivamente complementario o con ambas, por lo que tenemos la posibilidad de elegir entre varias opciones. Y por su parte, utilizo la palabra género porque cuando menos en una primera instancia lo que percibimos en una persona es su género, mientras que su sexo tan solo podemos inferirlo a partir de lo que vemos.

De acuerdo al resultado de diversas investigaciones realizadas científicamente cuya metodología fue impecable, se ha revelado que la orientación sexual queda establecida en algún punto entre los 6 y los 7 años de edad, y la gran mayoría de las investigaciones relacionadas con el origen de la orientación sexual o de la preferencia genérica, apuntan hacia la existencia de uno o más componentes biológicos relacionados con esta, al menos en los hombres.

Si un individuo tiene la capacidad para relacionarse tanto afectiva como emocional y eróticamente con personas de su género o de su sexo reproductivamente complementario se le llama heterosexual, si tiene la capacidad para relacionarse tanto afectiva como emocional y eróticamente con personas de su mismo género o de su mismo sexo se le denomina homosexual, y si la persona de hecho no tiene una capacidad exclusiva e indistintamente puede relacionarse tanto afectiva como emocional y eróticamente con uno u otro género o sexo, se le llama bisexual.

Existen otros dos términos que están muy relacionados con la sexualidad humana y que también están significados por sus tres dimensiones: el erotismo y la vinculación afectiva. El erotismo se refiere a la capacidad humana de experimentar las respuestas subjetivas que evocan los fenómenos físicos percibidos como deseo sexual, excitación sexual y orgasmo, y que por lo general se identifican con el placer sexual. El erotismo se construye tanto a nivel individual como social, con significados simbólicos y concretos que lo vinculan a otros aspectos del ser humano. Y la vinculación afectiva es la capacidad humana de establecer lazos con otros seres humanos, mismos que se construyen y que se mantienen mediante las emociones y los sentimientos. El vínculo afectivo se establece tanto en el plano personal como en el de la sociedad mediante significados simbólicos y concretos que lo ligan a otros aspectos del ser humano. En los seres humanos, el amor representa una clase particularmente deseable de vínculo afectivo.

Finalmente, la sexología es la ciencia encargada del estudio de la sexualidad, para lo cual se vale de la interrelación de otras disciplinas muy diversas (multidisciplinaria), ya que la sexología tiene injerencia tanto con áreas humanas, médicas y aún con las técnicas (transdisciplinaria); y la sexualidad se refiere al comportamiento sexual del ser humano, con base en la conjunción de los factores biológicos, psicológicos y sociales que integran al ser humano sexual (lo biológico se relaciona con el sexo y con sus 8 dimensiones, lo social corresponde al género y a sus respectivos componentes, y lo psicológico a la identidad sexogenérica y a la orientación sexual o a la preferencia de género).

Por su parte, el comportamiento sexual responsable se expresa tanto en el plano personal, como en el plano interpersonal y en el comunitario, y se caracteriza por autonomía, madurez, honestidad, respeto, consentimiento, protección, búsqueda de placer y de bienestar. La persona que practica un comportamiento sexual responsable no pretende causar daño y se abstiene de la explotación, del acoso, de la manipulación y de la discriminación. Una comunidad fomenta los comportamientos sexuales responsables al proporcionar la información, los recursos, los derechos y la formación que las personas necesitan para participar en dichas prácticas.


Bibliografía (Usada por el Psicólogo y Sexólogo Clínico Héctor Castillo Ortiz):
Álvarez-Gayou, J. L. (2011): Sexoterapia integral. Editorial El Manual Moderno, México.
Bancroft, J. (2009). Human sexuality and its problems. Elsevier Health Sciences, UK.
Crooks, R y Baur, K. (2010). Nuestra sexualidad. Cengage Learning. México.
Devor, H. (1989): Gender blending, confronting the limits of duality. Indianapolis University Press, U.S.A.
Hyde, Janet y DeLamater, John (2006): Sexualidad humana. McGraw-Hill, México.
Lamas, M. (1996): El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. UNAM, Coordinación de Humanidades. Editorial Porrúa, México.
Rubio, E., y Díaz, M. (2004). Antología de la Sexualidad Humana. Ediciones CONAPO-Porrúa, México.
Stoller, R. J. (1968): Sex and gender. Science House, Nueva York.

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