Disfunción Sexual
Se llama disfunción sexual a
la dificultad durante cualquier etapa del acto sexual (deseo, excitación,
orgasmo y resolución) que evita al individuo o pareja el disfrute de la
actividad sexual. Estas pueden manifestarse al comienzo la vida sexual de la
persona o pueden desarrollarse más adelante, incluso algunas pueden
desarrollarse paulatinamente con el tiempo, y otras pueden aparecer súbitamente
como incapacidad total o parcial para participar de una o más etapas del acto
sexual. Las causas de las disfunciones sexuales pueden ser físicas,
psicológicas o ambas; y pueden clasificarse en trastornos del deseo sexual, trastornos de la excitación sexual, trastorno del orgasmo y trastornos de dolor sexual, e incluso, puede llegar
a referirse a una condición médica.
Síntomas de Disfunción Sexual:
Hombres o mujeres
Falta de interés o deseo sexual (pérdida de
libido).
Incapacidad para
sentir excitación.
Relación sexual con dolor (poco común en hombres).
Hombres
Incapacidad para
lograr la erección.
Incapacidad para
mantener una erección adecuada y desarrollar el coito satisfactoriamente.
Eyaculación tardía o
ausente a pesar de una estimulación adecuada.
Eyaculación precoz.
Mujeres
Incapacidad para
relajar los músculos de la vagina lo suficiente como para permitir una
penetración no dolorosa o incómoda (vaginismo).
Lubricación vaginal
inadecuada antes y durante la relación sexual.
Anorgasmia.
Dolor urente en la
vulva o la vagina al contacto con esas zonas.
Entre los factores emocionales que afectan la función sexual se incluyen,
tanto los problemas interpersonales, como los problemas psicológicos propios
del individuo (como la depresión). Por otro lado, los factores físicos se
pueden relacionar al consumo de drogas (alcohol, nicotina, narcóticos,
estimulantes, algunos antihipertensivos, antihistamínicos y algunos
medicamentos psicoterapéuticos) y los procesos patológicos (lesión de columna
vertebral, hiperplasia prostática, tumores, insuficiencia vascular, neuropatía
diabética, insuficiencia de órganos críticos como el corazón y/o los pulmones y
trastornos endocrinos como las alteraciones tiroideas u hormonales).
Respuesta de ansiedad
La causa fundamental del trastorno de la respuesta sexual es la
presencia de ansiedad, misma que se relaciona con el ejercicio de la función
sexual (Bianco, 1978), la cual establece una competencia entre ambas respuestas
por el antagonismo entre las modificaciones fisiológicas que se producen en cada
una, tanto a nivel vascular (vasocongestión y vasoespamo), como a nivel muscular
(miotonía "in crescendo" e hipertonia) (Masters y Johnson, 1976).
Tal proceso lo han tratado de explicar Redmon, et al. (1983), en su
reporte de los casos de pacientes que han manifestado situaciones de ansiedad
intensa por diversas razones, lo cual ha coincidido con la presencia de
eyaculación espontánea. Los autores de dicho reporte, manifiestan que el
proceso se produce por un mecanismo noradrenérgico a nivel del Sistema Nervioso
Central y recalcan que la mayoría de las publicaciones por ellos revisadas, se
orientan hacia un punto de vista fisiológico, por lo que son más consistentes con
la interacción entre ansiedad y actividad sexual.
Una de las situaciones que produce mayor respuesta de ansiedad es
la preocupación ante el desempeño de la función sexual siguiendo un patrón
previo. Dicha presión puede llevar al paciente a una respuesta de ansiedad
intensa o una situación de pánico (Verliulst y Heiman, 1985).
Adaptación Matrimonial
La causa más común de la falla de la erección (pareja), es la
pérdida del interés sexual asociado con la pérdida del deseo por el objeto
amado a nivel cortical. Según Haslam (1982), este tipo de problema de pareja es
la queja primaria en cuanto a disfunciones sexuales se refiere. Según Labby (1985),
en la aparición de los trastornos sexuales hay la influencia de factores
sociales y psicosociales, como es la desaprobación de los jóvenes hacia las
conductas sexuales de los padres o abuelos, por lo que algunas personas de edad
consideran que no es "propio" de ellos tener deseo o actividad sexual;
así mismo, el retiro o la pérdida de la pareja por accidente, enfermedad o
muerte.
Kilman (1984), realizó un estudio en 48 parejas casadas, donde
todas las mujeres tenían disfunción orgásmica secundaria, sin síntomas de
dispareunia ni vaginismo y ninguno de los hombres tenía eyaculación precoz ni disfunción
eréctil. Dicho autor encontró que hubo mayor insatisfacción a nivel de la frecuencia
de la actividad sexual; las mujeres presentaron disminución de la obtención de placer
en la actividad sexual y los hombres tenían un nivel de placer más elevado que
los controles; así mismo, los hombres eran menos sensibles en la percepción de
las preferencias de su pareja en contraste con los dos grupos de mujeres, en
los cuales tanto las disfuncionales como las sexualmente sanas no diferían en
cuanto a la mayor percepción de las preferencias sexuales de sus parejas.
Kilman (1984), encontró además que hubo menor aceptación por parte
de los hombres, de la respuesta sexual de su pareja, mientras que las mujeres
tenían mayor aceptación de su pareja, en ambos grupos. En general, las parejas
presentaron disarmonía e insatisfacción en la interacción sexual, por lo que
las mujeres experimentaban poco placer; por su parte, los hombres, deseaban que
sus parejas obtuvieran mayor placer pero eran incapaces de percibir sus
limitaciones y se dedicaban a su propio placer sexual.
En definitiva, las mujeres tenían disfunción orgásmica y los
hombres estaban libres de disfunciones sexuales. Por lo tanto, la baja autoaceptación
de tal incongruencia reportada por los hombres refleja expectativas no realistas
de su propia respuesta sexual, ya que la autoaceptación de su propio placer fue
mayor que en el grupo de parejas normales; sin embargo, ellos llegaron a creer
que tal conducta podía aumentar el placer de su pareja.
Según Redmon et al., (1983) el ataque de pánico es quizás el
elemento que mantiene el problema sexual cuando la persona se dice a sí misma
"no soy capaz de complacer al otro". Un segundo factor que se
presenta es cuando el poder y la intimidad son parte de la interacción sexual y
en la cual se presentan conflictos territoriales en la pareja. Un tercer factor,
es la existencia de historia de traumas o abusos sexuales, generalmente la
mayoría de las víctimas son las mujeres, las cuales pueden presentar
dispareunia, vaginismo o aversión al sexo, con dificultad para combinar el sexo
y el amor.
En algunos casos resultan cuadros clínicos confusos como los
descritos por Verhulst y Heiman (1985), en el caso de una mujer exprostituta,
la cual está felizmente casada pero presenta aversión a la actividad sexual.
Algunas pacientes no recuerdan qué pasó, pero tienen la vaga sensación de que "algo
malo" ha pasado; así mismo, el caso de la violación marital, la cual es
más común de lo que se piensa.
Creencias Religiosas
Algunos autores como Liech-Mak en 1981, escriben sobre la
influencia de las creencias religiosas como causantes de trastornos sexuales, tal
es el caso de los hombre chinos con incompetencia eyaculatoria debido al necesario
y obligante hábito de no realizar la eyaculación intravaginal, por una mala interpretación
de la doctrina sexual Taoista y la creencia de que la pérdida de semen puede alterar
su salud posteriormente, por lo que consideran deseable conservarlo.
Por otra parte, Bhugra y Cordle (1986), describen la existencia de
disfunciones sexuales en 32 pacientes asiáticos (23 hombres y 9 mujeres), casados,
que acudieron al Laicester General Hospital (Reino Unido), entre 1977 y 1983. Se
pudo observar que la duración de los síntomas osciló entre 6 meses y25 años en
los hombres y de uno a cinco años en las mujeres; el mayor porcentaje (14%)
correspondió a la eyaculación prematura y a disfunción eréctil secundaria en
los hombres y dispareunia (6%) y pérdida del interés sexual (7%) en las mujeres.
Los datos publicados por Bhugra y Cordle en 1986, contrastan con
datos de pacientes blancos encontrados por otros autores, lo cual podría
explicarse por la mayor pasividad, menor demanda y diferentes expectativas de
las mujeres asiáticas, en general.
Factores de Personalidad
Autores como Miller, McLoughlin y Murphy en 1982, realizaron una investigación
en un grupo de 138 jóvenes estudiantes de secundaria (69 varones y 69 hembras,
de los cuales 50 de cada grupo eran solteros), con la intención de
correlacionar los trastornos de personalidad con las disfunciones sexuales, para
lo cual utilizó cuestionarios específicos a la exploración de cada situación de
estudio.
Dichos autores encontraron que los individuos con una constelación
específica de personalidad, tienen un alto riesgo de tener disfunciones
sexuales y que existe, evidentemente, una relación entre los factores de
personalidad y las disfunciones sexuales.
En un trabajo realizado por Pérez (1987) se observó predominio de personalidad histérica
en mujeres con vaginismo; sin embargo, el estudio de personalidad en los hombres
no orientó hacia un tipo específico de Personalidad de Eysenck (introversión - extraversión),
así como tampoco en el grupo de mujeres con disfunción orgásmica.
Enfermedades Psiquiátricas
Entre las enfermedades psiquiátricas, Haslam (1982) describe la
Enfermedad Depresiva, asociada con la disminución de la actividad sexual, con
falla para obtener el orgasmo en la mujer o disfunción parcial de la erección
en el hombre. Así mismo, refiere que la Depresión Endógena está presente en el
2% de la población y se presenta particularmente en la edad media de la vida.
Existen además otras causas de síntomas depresivos, por ejemplo los
cambios hormonales en el hombre después de los 55 a 60 años, los cuales
influyen en la disminución de la testosterona y se manifiesta en el climaterio
con depresión, irritabilidad y ansiedad (Labby, 1985). También aquellos asociados
con neurosis o estados reactivos y con otras enfermedades físicas como anemia, mixedema,
insuficiencia renal o hepática, disbalance electrolítico, etc.
La depresión se puede presentar además, en la terapia con algunas
drogas como los antihipertensivos o las fenotizainas, las cuales pueden
interferir la función sexual por el sistema de las Monoaminas, especialmente la
Dopamina, provocando hiperprolactinemia.
Por otra parte, los pacientes con esquizofrenia pueden presentar
trastornos de la función sexual, no sólo por la pérdida de la asociación debido
al proceso de la misma enfermedad, sino por la medicación requerida,
fundamentalmente con fenotiazinas.
Algunos pacientes con neurosis o trastornos de personalidad también
presentan, entre otros, impotencia durante un encuentro sexual considerado como
normal, ya que son hombres con necesidades sexuales diferentes, por ejemplo,
dificultad para mantener una relación heterosexual estable con otros adultos a
nivel psíquico o que requieren condiciones sexuales especiales (Haslam, 1982).
Así mismo, se ha observado relación entre el trastorno de la
respuesta sexual y la presencia de alteraciones psíquicas, tales como las descritas
por Derogatis et al. en 1981, cuando se refieren a la presencia de depresión, ansiedad
fóbica y somatización en hombres con eyaculación precoz. Así mismo, dichos autores
describen la existencia de "distres psicológico" en mujeres con
dispareunia y vaginismo, además de depresión y sensibilidad interpersonal
manifestada por ansiedad, en mujeres con disfunción orgásmica.
Trastornos de la Ingesta
Se han descrito casos de pacientes con trastornos de la ingesta
alimentaria, como son la Anorexia Nerviosa y la Bulimia, en los cuales se han
observado problemas con respecto a la sexualidad y la conducta sexual, sobre
todo en hombres, tal como lo describen Herzog et al. (1984). Dichos autores
reportan limitaciones de la actividad sexual mayor en los hombres que en las
mujeres contemporáneas, incluidas en su investigación.
Asimismo, reportan alta frecuencia de homosexualidad masculina
(26%) comparada con el grupo de las mujeres (4%). Entre otras dificultades
sexuales encontradas por estos autores, están el aislamiento y la inactividad sexual.
En las mujeres con Anorexia Nerviosa predomina en cambio, la amenorrea secundaria,
más que los trastornos de la respuesta sexual propiamente dichos.
Causas Orgánicas
Entre las enfermedades físicas descritas por Haslam (1982),
aparecen como causa local genital el hidrocele, varicocele, inflamación, prostatitis,
dolor postvasectomía, enfermedades venéreas, enfermedad de Peironie, el priapismo,
etc. Este último se presenta con más frecuencia por el uso de sustancias vasoactivas
empleadas para el diagnóstico y tratamiento de la disfunción eréctil, tal como se
describe con el clorhidrato de papaverina, las fentolaminas y prostaglandinas E
(Kursh y col. 1988, citados por Lomas y Jarow, 1992), las cuales producen
diversos efectos colaterales, tales como erección dolorosa en el 30% de los
casos con el uso de prostaglandina E
(Levine y col. 1989; Jünemann y Alken, 1989, citados por
Gerstenberg y col. 1992), dolor en el sitio de la inyección, hepatitis tóxicas
o fibrosis de los cuerpos cavernosos (Kursh y col. 1988 y Benard y col. 1990,
citados por Lomas y Jarow, 1992).
Sin embargo, esta fibrosis y el priapismo como complicación más
importante, han ido disminuyendo con el uso de otras substancias o
combinaciones de ellas, aunque persisten los factores de riesgo individuales,
sobre todo con el priapismo inducido farmacológicamente.
Entre las causas físicas generales de disfunción sexual se describe
la diabetes, la artritis, alteraciones hormonales y endocrinas. Así mismo, han
sido descritas causas iatrogénicas como las producidas por uso de drogas
antihipertensivas como los bloqueadores del tipo del propanolol y del tipo de
las tiazidas usadas como diuréticos en el manejo de la hipertensión arterial;
también con el uso de las fenotiazinas, con inhibidores de las monoaminoxidasas
(IMAO) o con antidepresivos tricíclicos (Haslam, 1982).
Entre estos últimos se describe el clorhidrato de fluoxetina, el
cual produce disminución del deseo sexual y anorgasmia en la mujer ya que actúa
como un potente bloqueador de la recaptación de la serotonina (Herman y col. 1990;
Zajeeka y col. 1991; citados por Segraves, 1991). Asimismo, el clorhidrato de clorimipramina
el cual es también inhibidor de la recaptación de la serotonina y es usado en
el tratamiento de la depresión y del trastorno obsesivo-compulsivo, se ha
reportado como de incidencia extremadamente alta en la producción
de anorgasmia como efecto colateral (Montiero y col. 1985, citados por
Segraves, 1991).
Sin embargo, se ha demostrado que algunas drogas como el
clorhidrato de ciproheptadina, el cual tiene efectos anticolinérgicos y antiserotonérgicos,
contrarrestan la anorgasmia inducida por la fluoxetina (McCormick y col. 1991,
y Segraves y col. 1989; citados por Segraves, 1991). Por otra parte, los
estudios realizados con drogas vasoactivas, sonografía dinámica doble,
farmacocavernosografía, monitoreo de la tumesencia y rigidez peneana nocturna,
en
174 pacientes con disfunción eréctil, han demostrado que la misma
es a menudo, de causa orgánica (Karacand y More, 1982; Wespes y Schulman, 1987;
citados por Knispel y Huland, 1992). Así mismo, un estudio realizado por
Knispel y Huland (1992), en Alemania, en un grupo de 203 pacientes con
disfunción eréctil, mostró que en 32.8% de ellos la causa de la falla eréctil era
de origen vascular arterial y en 15.5% se debió a causas vasculares venosas.
Así mismo, 13,8% se atribuye a factores neurogénicos y 34,5% a causas
psicogénicas.
Deben tomarse en cuenta los factores de riesgo neurovasculares
presentes, generalmente, en los antecedentes de estos pacientes con disfunción
eréctil, entre ellos fumar más de 10 cigarrillos por día (37,4%), hipertensión
arterial (22.7%), diabetes mellitus (10.8), hiperlipidemias (9,4%), alcohol
(8.4%) y con historias de cirugía pélvica, traumatismos o antecedentes de enfermedad
neurológica, 15.3% (Knispel y Huland, 1992).
La impotencia eréctil es atribuida generalmente a tres causas,
entre otras, la enfermedad vascular, diagnosticada por Doppler para medir la
presión de flujo sanguíneo peneal, cavernosografía farmacodinámica,
arteriografía pudenda y prueba de tumescencia peneana nocturna; en segundo
lugar, a trastornos neurológicos autonómicos y en tercer lugar a factores
psicológicos, los cuales se reconocen por algunas pruebas utilizadas en los
últimos años, tales como los potenciales evocados somatosensoriales pudendos y
la inducción eléctrica del reflejo bulbo cavernoso, estimulación pudenda y
respuesta simpática de la piel (Gingell, 1992).
En una revisión sobre impotencia específicamente y sus diferentes
causas, hechas por Gingell (1992), se refiere al complejo mecanismo venooclusivo
del pene humano. En el caso de la impotencia, el defecto se presenta a nivel de
la túnica albugínea, en el tejido eréctil del cuerpo cavernoso mismo, el cual
puede resolverse con la ayuda de la autoinyección de sustancias vasoactivas
como la papaverina combinada con phentolamina y prostaglandina E1, tomando
siempre en cuenta los efectos colaterales.
Entre las disfunciones sexuales de causas orgánicas, se puede
observar además, eyaculación retrógrada posterior a la prostatectomía o
impotencia sexual posterior a la colostomía (Haslam, 1982).
Bibliografía
López, Juan José;
Aliño, Ibor; Valdés Miyar, Manuel (2002); “DSM IV – TR, Manual Diagnostico y
Estadístico de los Trastornos Mentales”; Ed. Elsevier Masson; México D.F.
Pérez Feo, Mirna
(s/f); Sexualidad Humana y Causas de Disfunciones Sexuales; Med-LA, Revista de
la Facultad de Medicina, Universidad de los Andes; Venezuela.
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