Monday, March 16, 2015

Represión Sexual y sus Consecuencias

No es algo fuera de lo común que la Sexualidad y la represión se escuchen al mismo tiempo, en la propuesta histórica de Foucault, podemos notar que en la cultura occidental, la Sexualidad y su uso han sido limitados, especialmente por la clase burguesa y el inicio del capitalismo. Pero esto nos hace pensar… ¿Qué tanto podemos reprimir una parte tan importante del ser humano?... Lo cierto es que esta limitación generó en la cultura una presión que debería liberarse en cualquier momento, cuestiones que podemos apreciar aproximadamente en los años 60’s, con un cambio de pensamiento y lucha por la liberación, y en los 70’s, con la manifestación de la comunidad homosexual exigiendo respeto y derechos igualitarios, épocas de revolución pacífica de las cuales, somos los herederos. “Lo propio de las sociedades modernas no es que hayan obligado al sexo a permanecer a la sombra, sino que ellos se hayan destinado a hablar del sexo siempre, haciéndolo valer, poniéndolo de relieve (…)” (Michel Foucault, 2005).

No podemos negar que las prácticas sexuales habían sido limitadas, y en algunos casos, castigadas, pero no podemos darle todo el crédito a la represión como el único factor que desencadena todos estos sucesos en torno de la Sexualidad. Para esto debemos entender que la conducta del ser humano se puede dirigir de dos formas, una es el uso de las leyes, hablamos de poner una distinción entre lo licito y lo ilícito; por otro lado, las ideas que la gente tenga respecto de un tema son igual de influyentes, llevándonos a establecer una normalidad y una anormalidad; estas cuestiones legales e ideológicas nos permitirán desarrollar dos nuevos términos: el “Despliegue de Alianzas” y el “Despliegue de la Sexualidad”. “Entre el Estado y el individuo, el sexo ha llegado a ser el pozo de una apuesta, y un pozo público, invadido por una trama de discursos, saberes, análisis y conminaciones” (Michel Foucault, 2005).

En el Despliegue de las Alianzas, el punto que marca la pauta de regulación social es el matrimonio, pero no una relación fundada por la moral o el amor, sino que era el establecimiento de un negocio; el marido y la mujer eran los socios que debían legitimar el poder, la propiedad y la riqueza de la familia, heredando estos a hijos de sangre, frutos de una madre que contrajo matrimonio aun siendo virgen y que fuera fiel a su marido. Este despliegue regulaba la Sexualidad de modo externo, en el ámbito sociocultural, imponiendo la línea de la legalidad y la ilegalidad.

Pero este no es el único mecanismo para poder controlar la conducta de la sociedad, el Despliegue de la Sexualidad, es decir, la distinción entre normalidad y anormalidad, es guiada por cuestiones internas de los individuos, una idea que cada uno adopta sobre las prácticas sexuales y que nos permite delimitar su naturaleza, alcance y que tanto podemos manifestar nuestra Sexualidad. También, este despliegue no es visto como una obligación, sino que es una convicción del ser humano. La importancia de este mecanismo es que nos permite dar cuenta de que todos tenemos una Sexualidad, y por esta razón, nos hacemos la idea de una regulación que no necesita de la intervención de las leyes.

Leyes e ideas desde el inicio no pueden ser mezclados, pues la primera tiene el fin único de darle una continuidad y fuerza de la economía familiar, por esta razón, y al reconocer que hay una Diversidad Sexual, se imponen reglas que permiten el logro de este “éxito”, por lo que si el hombre (ya no se diga una mujer) es infiel o mantiene una relación homosexual, habrá una consecuencia, llevando al pago de una multa o a ser desheredado. En cambio, las ideas, que permiten formar una escala de normalidad, no se basan en distinguir lo que es permitido o no, se crea un estándar positivo, donde la Heterosexualidad siempre será lo correcto y bueno (esto también se refleja en las leyes); esto nos permite comprender por qué la Homosexualidad se considera como algo antinatural.

“El sodomita era un relapso [pecador]; el homosexual ahora es una especie” (Michel Foucault, 2005). Esta oración nos permite ver la clara distinción entre el Despliegue de las Alianzas y el de la Sexualidad; el sodomita (situado en el marco de las Alianzas), es simplemente un delincuente, es una persona que realiza una conducta que puede tener una consecuencia. Pero en el Despliegue de la Sexualidad, el homosexual es un ser con esencia y naturaleza, lo que sí, es que lo convierte en un delincuente, pero también en un perverso. Por esto, el marco ideológico es aún más eficaz, pues esto nos permite controlar y guiar nuestros deseos, por esta razón, si hemos introyectado que la Homosexualidad es algo malo, nuestra conducta será el reflejo de esta idea, lo que nos llevará a discriminar, clasificar y tratar de normalizar a los demás.

En Vigilar y Castigar (2002), Foucault menciona: “Escuchemos una vez más a Servan: (…) Un déspota imbécil puede obligar a unos esclavos con unas cadenas de hierro; pero un verdadero político ata mucho más fuertemente por la cadena de sus propias ideas (…); y sobre las flojas fibras del cerebro se asienta la base inquebrantable de los imperios más sólidos”. De esto podemos rescatar que no es solo una persona la que implementa una ley o idea en la sociedad, sino que es algo que se arma poco a poco, como resultado de las prácticas sociales, llámense médicas, psiquiátricas, religiosas, etc., de hecho Foucault responde a esta Hipótesis Represiva mencionando que lejos de ser algo de lo que no se podía hablar, la Sexualidad produjo muchos discursos que comenzaron a “rodear” a las personas, por esto, las categorías se deben considerar algo nuevo, podemos decir que la práctica homosexual siempre ha existido, pero esto no es algo que nos interese, lo importante es que de este modo, dan inicio los varios mecanismos de control existentes en nuestra actual sociedad occidental.

Estos discursos sobre la Sexualidad y el inicio de la clasificación de las conductas, llevó a algo muy importante, los placeres que no se hablaban en ese entonces, comenzaron a ser cuantificados, es decir, el placer se limita a disfrutarse, no habla, es la parte que compartimos con los animales, pero nosotros, como humanos, podemos analizar y medir la experiencia, nos permite contabilizar ese placer a través de, por ejemplo, la confesión religiosa, el análisis médico y la interrogación psicoterapéutica, dando así la posibilidad de hablar a algo mudo. “Más que la uniforme preocupación de ocultar el sexo, más que de una pudibundez general del lenguaje, lo que marca a nuestros tres últimos siglos es la variedad, la amplia dispersión de los aparatos inventados para hablar, para hacer hablar del sexo, para obtener que él hable por sí mismo, para escuchar, registrar, trascribir y redistribuir lo que se dice” (Michel Foucault, 2005). De esta forma surgen los trastornos, meras desviaciones de la “conducta normal”, para lo cual podemos crear leyes, y así controlar a la sociedad, normalizarla; otra forma de controlar la conducta, es “medicalizarla”, convirtiendo el comportamiento de la gente en patologías, y así se les puede designar como anormales de modo más sutil.

La Sexualidad siempre ha sido influida por códigos morales y tabúes, pero desde Foucault y su Despliegue de la Sexualidad, pasamos a hablar de “cierto” y “falso”, lo que vuelve al placer una ciencia. “Lo importante es que el sexo no ha sido únicamente una cuestión de sensación y de placer, de ley o de interdicción, sino también de verdad y falsedad, que la verdad del sexo haya llegado a ser algo esencial, útil o peligroso, precioso o temible; en suma, que el sexo haya sido constituido como una apuesta en el juego de la verdad” (Michel Foucault, 2005). Esto da origen a la Scientia Sexuallis, que podemos contraponer al “Ars Erótica” de las culturas orientales; nosotros investigamos el sexo, mientras que ellos ven al acto sexual como fuente de placer, que no está limitado a la recamara, sino que es expresado en la familia y la sociedad, como si fuera un bocadillo más en la vida que se debe disfrutar.

Cuando Foucault plantea que debemos ser más susceptibles al placer, se refiere a una “Estética de la Existencia”, ser esclavo o pasivo era denigrante, pero un hombre libre no debería pasar por esto, sin embargo, podía convertirse en esclavo de sus deseos. Esta estética tiene como meta el volvernos amos de nosotros mismos, controlar nuestros deseos nos permite ser mejores en la familia y la sociedad; a esto se le llamaba “Askesis”, un entrenamiento enfocado en alcanzar la “Epimeleia Heautou”, es decir, un cuidado de sí mismo, lo que nos permitirá desempeñarnos y vivir bien dentro de la sociedad.

“(…) a través de los ejercicios de abstinencia y de dominio que constituyen la Askesis necesaria, el lugar que se concede al conocimiento de sí mismo se hace más importante; la tarea de ponerse a prueba, de examinarse, de controlarse en una serie de ejercicios bien definidos coloca la cuestión de la verdad – de la verdad de lo que uno es, de lo que uno hace y de lo que uno es capaz de hacer – en el centro de la constitución del sujeto moral” (Michel Foucault, 2005). Con esto podemos darnos cuenta de que Foucault era un crítico de movimientos sociales de liberación, debido a que el discurso utilizado refuerza o debilita los mecanismos de control contra los que se manifiestan; el camino para llegar al cambio social no es la revolución, sino la Estética de la Existencia. Esto nos hace centrarnos en el nivel micro de la sociedad, pues los cambios sociales y políticos no se dan por un decreto presidencial, sino por los desafíos y experimentos de la práctica local e individual de los límites que se nos imponen, y en el experimento de ir más allá de ellos.

“Una economía política del cuerpo que gesta desde el biopoder una maquinaria que reconecta una vez más las formas contemporáneas de control con las formas clásicas” (Jaris Mujica, 2007). Por estas razones, el objetivo de los conservadores es penetrar la estructura política para construir un canal de regulación de los sujetos mediante leyes; mismas que legitiman las acciones y los roles de los sujetos. Las leyes se vuelven el símbolo y el núcleo del poder social, las reglas y límites de acción y de los derechos de los sujetos.

Esto nos lleva a una “Economía Política del Cuerpo”, que es una de las tecnologías específicas de la Biopolítica, es un mecanismo que desde la ley exterior regula la vida y pone un margen de acción para los cuerpos. En situaciones extremas, esta funciona a modo de constricción radical, se le dice al sujeto qué debe hacer con su cuerpo y se imponen formas de castigo para quien no cumpla esas normas, en las formas del liberalismo de las democracias occidentales, se ha tratado de ofrecer alternativas para la decisión libre. Para esto la técnica utilizada es la de construir roles de género y mecanismos de exclusión que fomentan esta economía política, esto implica el establecimiento de roles demarcados y estancados en el imaginario y en las prácticas sociales.

Del mismo modo, las técnicas dispuestas en esta economía política excluyen a lo diferente, lo que no es reproductivo y a aquello que no se enmarca dentro del discurso del cuidado y del rechazo del placer. Es así como los homosexuales son excluidos y se les anula políticamente, se omiten sus derechos a menos que opten por convertirse en heterosexuales; no pueden casarse, no pueden formar una Familia formalmente, estas cuestiones son las que en las últimas décadas se han observado por parte de esta comunidad que hasta cierto punto está constituida por una minoría, y que busca resistirse a los mandatos políticos y exigiendo el reconocimiento de sus derechos; lo que aún desconocen, es lo que anteriormente se mencionó, y es que las minorías no deben estar empeñadas en resistir, sino que deben unirse y formar así nuevas culturas.

Además, esta Economía Política del Cuerpo se inserta en el sistema de disciplina de la Tradición. Es decir, lleva consigo la maquinaria del Estado-Iglesia-Ciencia, pero la diferencia sustancial reside en que en el sistema clásico, el centro regulador de esta política era la Familia, ahora es la ley del Estado la que demarca las posibilidades de acción de los sujetos. “La ciencia (los saberes formales) y el Estado (la política formal), que son los lados del triedro, funcionan ya que la estructura de la Iglesia es el centro. Este centro es el que subsume ambas formas de acción: la Iglesia es la que demarca las posibilidades y límites de la ciencia; al mismo tiempo, delimita las políticas del Estado. Desde luego, esto no quiere decir que la Iglesia sea la única al mando. Es, más bien, el centro de acción de este sistema de tres componentes, el nodo que articula y demarca los discursos” (Jaris Mujica, 2007).


Bibliografía
Foucault, Michel (2005); Historia de la Sexualidad, Vol. 1: La Voluntad de Saber; Ed. Siglo XXI; España.
Foucault, Michel (2005); Historia de la Sexualidad, Vol. 2: El Uso de los Placeres; Ed. Siglo XXI; España.
Foucault, Michel (2005); Historia de la Sexualidad, Vol. 3: La Inquietud de Sí; Ed. Siglo XXI; España.
Tejeda, José Luis (2012); Biopoder en los Cuerpos; Universidad Autónoma Metropolitana, México.
Mujica, Jaris (2007); Economía Política del Cuerpo, La Reestructuración de los Grupos Conservadores y el Biopoder; UNFPA – PROMOSEX, Perú.

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