La Comunicación Familiar en el Desarrollo Psicosexual del
Adolescente.
Para comenzar este tema,
debemos tener en cuenta que la familia es el origen de toda agrupación humana,
además, las normas de convivencia están dadas por la sociedad, que les exige
una adaptación conforme a la época y necesidades que se presenten. Desde el
inicio de las sociedades como tal, podíamos encontrar grupos reducidos y unidos
por lazos de parentesco, que poco a poco fueron creciendo, y necesitaban
estructuras más amplias para poder defenderse de otros grupos. Este crecimiento
y las estructuras más complejas permiten a los individuos el beneficiarse en
diversos ámbitos, además de que pueden adquirir un cargo más importante,
procesos de socialización y de educación
encaminados a la supervivencia de la prole y a su desarrollo e
integración en el grupo social de pertenencia.
En lo que respecta al concepto de familia, podemos decir que ha tenido
diversos significados y perspectivas de abordaje, aunque su explicación ha sido
más completa dentro de la antropología.
Fernández de Riesgo la define como “una estructura de papeles y relaciones basada en los lazos de sangre (…)
y de matrimonio (…) que liga a los hombres, a las mujeres y a los niños dentro
de una unidad organizada”; a través de Hoebel y Weaver podemos decir que
la familia es un grupo de personas formado a través de la institución del
matrimonio y cuyas funciones son 1) la institución y canalización de la
actividad sexual, 2) crianza y culturización de los jóvenes en una atmósfera de
intimidad, 3) organización de la división complementaria del trabajo entre sus miembros
y 4) vinculación de cada esposo y de su descendencia dentro de la amplia red de
la parentela.
Los diversos tipos de familia que abundan actualmente, siempre han
existido, y debemos tener en cuenta que la interacción de sus miembros es lo
que define la calidad de la comunicación y la capacidad de sus integrantes para
poder relacionarse con otras personas; de esto, podemos encontrar la siguiente
división, que de forma general, es una aproximación al contexto social:
- Familia extensa; constituida por más de dos generaciones en el
hogar de los abuelos.
- Familia nuclear íntegra; son matrimonios casados en primeras nupcias
y con hijos biológicos.
- Familia nuclear ampliada; se incluye a otras personas, que pueden
tener algún tipo de vínculo consanguíneo (madre, tíos, sobrinos) no tener
vínculo de consanguinidad alguno, como es en el caso de las empleadas domésticas,
o alguna persona que esté de visita en casa. Pero son importantes, ya que
pueden ser causa de conflictos o problemas familiares o, en algunas ocasiones,
de apoyo positivo o recurso familiar.
- Familia monoparental; aquella en que un solo cónyuge esta con la
responsabilidad total de la crianza y convivencia de los hijos.
- Familia reconstituida; en la que dos personas deciden tener una
relación formal de pareja y forman una nueva familia, pero como requisito al
menos uno de ellos incorpora un hijo de una relación anterior
Por estas razones, y teniendo en cuenta que nuestro principal punto
de interés en este momento es la sexualidad, que desde la perspectiva de Allan
Carlson (1998), esta “encuentra su lugar adecuado en la familia, un lugar donde
el amor crea una vida nueva humana que debe ser cuidada y alimentada por los
padres. El sexo fuera del círculo familiar es con frecuencia individual
socialmente destructivo, en el seno de la familia, sin embargo, el sexo tiene un sentido profundo
y constructivo”. Claro está, y como hemos visto en temas anteriores, esta es
una visión que encasilla a la sexualidad en la reproducción, y el sexo, es
entendido como la practica misma del acto coital u otras prácticas, visión que
nos deja con una sexualidad reprimida y limitada de todo placer que no sea el
tener hijos y formar una familia.
Por otro lado, logramos
salvar al autor de una visión limitada, pues nos da la pauta de por qué puede
ser importante la familia y la comunicación (verbal o no verbal), y la
influencia que esto juega en la enseñanza de la sexualidad; debemos decir que
desde nuestro punto de vista, se reivindica diciendo que: “la familia (…) enseña
a los jóvenes principalmente por medio del ejemplo como vivir, coexistir en una
sociedad más amplia. Es la arena donde se aprende la responsabilidad social
cuando somos niños y como la ejercemos cuando somos adultos (…). Y lo que es
mas importante, la familia provee a sus miembros de su ser histórico
vinculándolos al pasado a través de sus padres y abuelos, y el futuro a través
de sus hijos y nietos” (Allan Carlson, 1998).
Al nacer, el ser humano es
dependiente, y la familia es la primera instancia que le proporcionara un
ambiente adecuado para crecer, desarrollarse y comunicarse. Además, no debemos
dejar de lado que aquí establecerá sus primeras relaciones (madre y padre), de
ahí la importancia de la satisfacción de sus necesidades, tanto físicas como
emocionales, lo que le permitirá aprender a expresar su afecto y adquirir identidad
y pertenencia, necesarios para lograr confianza y seguridad, y así poder actuar
e interactuar con su medio social.
En lo que respecta a la comunicación, esta tiene sus inicios dentro
del núcleo familiar, ahí aprende a entender los mensajes emitidos por sus
familiares, lo que le permitirá interactuar en el medio social. La comunicación
es un proceso tan importante, y que tiene un desarrollo continuo, a partir de
este, podemos necesidades, deseos, sentimientos, etc., así como entender e
interactuar con los demás mediante los mensajes que se envían y se reciben.
Con respecto a los padres, dependiendo de cómo se relacionen y se
comuniquen con sus hijos e hijas, darán la pauta para que el individuo
construya un marco de referencia en cuanto a la modelación de su conducta,
valores y normas; en la medida en que esto se realice de manera congruente y
sobre una base de afecto, el niño o la niña podrá ser un individuo integrado.
“Las generaciones anteriores crecieron rodeadas de silencio, de
ignorancia, de tabúes y prejuicios. Entre ensayos y errores aprendieron cómo
vivir la sexualidad, cómo hacer de la vida sexual una fuente de alegría y no de
temores, y cómo crear un ambiente de equidad sexual, qué condiciones hay que
cambiar para lograr la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres” (Ibarra
Hernández, Karla Salud; Meneses Ruiz, Sonia; s/f).
Los hombres crecen con reglas permisivas para salir y vivir
experiencias sexuales, pero todo se toma entre bromas y albures con poco o
ningún espacio para la expresión y reflexión seria sobre sus sentimientos, y
sin acceso a información científica. Algunos padres dicen cosas sobre el sexo
tras un velo de misoginia, de sonrisas maliciosas, de chistes y de guiños. Entre
las mujeres se habla más sobre los sentimientos y el amor, pero se maneja menos
información y están sujetas a mayores restricciones sexuales que los hombres,
lo cual crea dificultades para aceptar los propios deseos, para tener control
sobre sus vidas y para saber exigir el respeto de sus cuerpos, todas estas
cuestiones, son aprendidas de inicio en la familia, y es la incursión de los
hijos e hijas en la sociedad, las que fortalecen o permiten un cambio en estas
ideas.
Entender la sexualidad humana sin limitarla a la actividad genital
implica la realidad de las expresiones de ser hombre o mujer y está determinada
por varios factores sociales y culturales; estos factores cambian a través del
tiempo.
Una de las etapas críticas de la familia se presenta cuando los
hijos llegan a la adolescencia. Muchas, que hasta entonces habían mantenido una
buena comunicación y por tanto un equilibrio familiar, en este momento la
pierden y les es difícil recuperarla. En ocasiones los resultados son negativos
para padres e hijos; pero es posible lograr una nueva forma de comunicación que
permita la independencia de cada uno de los integrantes, si hay disposición y
respeto de las partes en conflicto. Es durante la adolescencia que la búsqueda
de la identidad, el cuestionamiento y la rebeldía sean cruciales a esta edad.
La religión, la sociedad, la política, las normas establecidas en casa, la
sexualidad, etc., son jerarquizadas en un nuevo panorama que puede o no
coincidir con la posición de los adultos.
Los sentimientos del adolescente son ambivalentes, esto hace que en
ocasiones se sienta niño y en otras
adulto, y con esta misma ambivalencia es tratado por las personas mayores. El y
la joven necesitan diferenciarse y aceptarse como individuos con actividades e
ideas propias, diferentes de las de sus padres; para lograrlo se requiere
"romper los ídolos", lo cual resulta muy doloroso y poco soportable
para los padres.
Es importante tener en cuenta que muchas veces son los padres los
que necesitan apoyo, ya que se hallan tan inestables como sus hijos, sin
embargo deben entender el proceso que están viviendo sus hijos. Tal vez ellos
no pudieron vivir su propia adolescencia como hubieran querido, o quizá les ha
sido difícil terminarla y asumir el papel de adultos. Esto da como resultado
que surja competencia con los hijos, envidia o lucha por el poder. Además, el
despertar sexual de los hijos evidencia la sexualidad de los padres, lo cual se
vive como un enfrentamiento.
En el mundo occidental, el siglo XX fue testigo de innumerables
controversias sobre el concepto de educación sexual. La industrialización, la
urbanización y las transformaciones de la familia tradicional llevan a
desarrollar nuevas propuestas de educación sexual que respondan a los profundos
cambios culturales.
En la actualidad existe una gran variedad de imágenes sexuales
ubicuas. Se habla sobre sexualidad en la televisión, en la escuela, en los
centros comerciales, en la mayor parte de la publicidad; los medios de
comunicación masiva explotan lo sexual como estímulo para la publicidad creando
la idea que se tendrá mayor éxito en sus relaciones. Por ello es importante la
comunicación en el hogar, ya es ahí donde se pueden disipar dudas o hablarlas
según la edad ya que los medios no se centran en este aspecto
Si el proceso de comunicación se lleva a cabo de manera eficaz, los
hijos podrán sentir la confianza de expresar sus sentimientos, de acercarse a
plantear sus dudas y de solicitar orientación ante sus interrogantes. Ante la
crisis, la familia tiene la responsabilidad de restablecer el equilibrio si logra
modificar su forma de comunicación, con el objeto de facilitar la readaptación
de las relaciones familiares ante la búsqueda de independencia e identidad de
los y las adolescentes. Por el contrario, si se cierran los canales de
comunicación se creará una resistencia al cambio con resultados negativos para
la familia y concretamente para el adolescente, que inicia una nueva vida.
Podríamos concluir señalando que la conducta del adolescente no sólo depende de
su personalidad y de la etapa que está viviendo, sino que además refleja la
interrelacióncomunicación que se da en su familia.
Bibliografía
Aguilar Gil, José Ángel (s/f); Sexualidad y Comunicación Humana;
DGESPE – SEP; México.
CENDEISSS (2004); Curso Especial de Posgrado Gestión Local de
Salud. “Modulo 11. Introduccion a la Salud Familiar”; Facultad de Medicina;
Universidad de Costa Rica
Ibarra Hernández, Karla Salud; Meneses Ruiz, Sonia (s/f);
Sexualidad y Comunicación en la Familia. Estudio de caso en alumnos del
instituto de ciencias sociales y humanidades; Universidad Autónoma del Estado
de Hidalgo.
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