Definición de
Fantasía Sexual
Una fantasía sexual
puede definirse como cualquier imagen mental sexualmente erótica o excitante que tiene una persona mientras
está despierta. Puede ser una historia elaborada o un pensamiento fugaz sobre alguna actividad sexual,
involucrar situaciones bizarras o ser muy realista, construirse a partir de recuerdos o
ser una experiencia
completamente ficticia, ocurrir espontáneamente o producirse intencionalmente,
asimismo tomar lugar fuera o durante alguna actividad sexual, como masturbarse, ver
material pornográfico o mantener relaciones sexuales (Hicks & Leitenberg, 2001).
Renaud y Byers
(2001) señalan que cualquier cognición de contenido sexual se incluye bajo el término de fantasía sexual. Si el concepto implica cogniciones placenteras y
agradables, se esperaría que se relacione con afecto positivo; sin embargo, estos investigadores han
encontrado que, en algunos estudios, las personas evalúan sus fantasías sexuales de
manera negativa o
experimentan afecto negativo cuando las tienen, implicando vivencias de angustia o culpa
ante pensamientos
intrusivos. Por esta razón, sugieren un término más amplio: cognición sexual, que incluye pensamientos o imágenes sexuales fugaces,
fantasías sexuales más elaboradas, pensamientos sexuales que son experimentados como intrusivos, así como
pensamientos y fantasías sexuales que son creados deliberadamente.
Dentro del término cognición sexual, hacen diferencia entre positiva y negativa:
La cognición sexual positiva se utiliza cuando la
persona identifica el pensamiento, la imagen o la fantasía sexual como aceptable y
placentera, independientemente
del contenido y sin importar que la cognición sexual sea experimentada como
intrusiva o sea deliberada.
Por otro lado, la cognición sexual negativa se utiliza cuando la
persona identifica la cognición sexual como inaceptable y displacentera,
independientemente del contenido y sin importar que la cognición sexual sea
experimentada como intrusiva o sea deliberada.
La Relevancia del
Estudio de las Fantasías Sexuales
La importancia de
las fantasías sexuales recae en la información que nos pueden brindar acerca de la sexualidad de una
persona o un grupo de personas. El comportamiento sexual entre dos o más personas
implica un compromiso,
mientras que las fantasías son expresiones más libres y son menos proclives a ser restringidas por
aspectos sociales.
Birnbaum (2007)
comenta que las fantasías sexuales proveen una ventana a través de la cual se pueden
ver los deseos,
objetivos y preferencias de los individuos, aunque no siempre se lleven a cabo. Esa
diferencia, entre lo que una
persona fantasea y lo que hace, fue demostrada por García-Vega, Fernández y Rico (2005), quienes
realizaron un estudio con 306 estudiantes universitarios de ambos sexos. Se les aplicó dos cuestionarios.
En el primero la
persona señalaba con qué frecuencia realiza cada conducta, y en el segundo, respondía con qué
frecuencia fantasea con dicha conducta. Los autores encontraron que existían conductas sexuales que habían
sido realizadas por un número reducido de participantes, como sado-masoquismo,
relaciones sexuales en público
o con parientes cercanos, prostitución; asimismo, conductas sexuales que nunca se habían realizado,
como torturar a la pareja sexual, observar a la pareja haciendo el amor con otra
persona o zoofilia. Sin
embargo, encontraron que todas las fantasías del cuestionario habían sido
experimentadas, existiendo una diferencia marcada entre lo que se
fantasea y lo que se actúa.
Por otra parte, las
fantasías sexuales son un indicador de impulso o deseo sexual. Se ha encontrado que existe una relación
directa de la frecuencia de fantasías sexuales con actividad y satisfacción sexuales
(Leitenberg & Henning, 1995;
Renaud & Byers, 2001), e inversa con trastornos del deseo sexual (Sierra,
Zubeidat, Carretero-Dios,
& Reina, 2003).
Los Contenidos o
Preferencias en las Fantasías
Las fantasías
sexuales son muy comunes. Leitenberg y Henning (1995) encontraron que el 95% de ambos sexos de su muestra
reportaban tener fantasías sexuales. Robinson y Parks (2003), en un estudio con
mujeres lesbianas y
bisexuales, hallaron que 98.4% de las participantes tenían fantasías,
siendo el contenido más frecuente el mantener relaciones sexuales, ya sean lésbicas, bisexuales
o heterosexuales. Renaud y Byers (2001) reportaron que las cogniciones sexuales
seleccionadas como las más positivas por hombres y mujeres son: tener relaciones sexuales con un compañero amado (31.3%), besar apasionadamente (19%), tener relaciones sexuales
con alguien que conozco pero con quien no he tenido sexo (9.8%), y hacer el amor al aire libre en un escenario
romántico (8.2%). Mientras que
las cogniciones seleccionadas como las más negativas fueron: tener relaciones sexuales incestuosas (10.5%), ser
avergonzado por un mal rendimiento sexual (10.2%), mantener
actividad sexual contraria a mi orientación sexual (6.6%) y ser victimizado sexualmente (6.6%).
Existen diferencias
de contenido y frecuencia entre las fantasías de hombres y mujeres. Hicks y Leitenberg (2001) constatan una
mayor frecuencia de fantasías sexuales en los hombres (96% versus 84%). Wilson y Lang, (1981), al
dividir las fantasías sexuales en grupos temáticos, encuentran que las fantasías
exploratorias, de relaciones
impersonales y sadomasoquista son más frecuentes en hombres y las fantasías sexuales
íntimas en mujeres. Critelli
y Bivona (2008), en una revisión sistemática de la literatura científica sobre
fantasías sexuales femeninas,
encontraron que del 31% al 57% de las mujeres tenían fantasías de ser forzadas a tener sexo contra su
voluntad, siendo ésta la fantasía más frecuente entre el 9% y 17% de las mujeres.
Zurbriggen y Yost (2004)
reportaron que los hombres eran proclives a fantasear tanto sobre dominación como sumisión sexual, mientras que
las mujeres sólo sobre sumisión.
Los investigadores
también encontraron otras diferencias cualitativas en las fantasías de dominación
sexual de ambos sexos. Los
hombres tendían a no mencionar romance o emociones, a involucrar una sola compañera sexual y a centrarse
en su propio placer. Las fantasías de dominación sexual de las mujeres también eran explícitas, sin
embargo, tendían a involucrar múltiples compañeros sexuales y a enfocarse en el placer de
los mismos. Las mujeres
reportaban tener fantasías de sometimiento con el único objetivo de excitación y placer sexuales, no por
deseo de una violación real.
Otras diferencias
encontradas entre sexos han sido que las fantasías de los hombres resultan
sexualmente más explícitas
(Zurbriggen & Yost, 2004), involucran orgías o interacciones con más de una compañera
sexual (García-Vega et al.,
2005), fantasean más con conductas violentas, agresivas y orientadas al poder (Leitenberg &
Henning, 1995) y reportan una mayor frecuencia de cogniciones sexuales positivas (Renaud & Byers, 2001).
Por otro lado, las fantasías sexuales de las mujeres suelen ser más románticas
(Birnbaum, 2007), involucran
una conexión emocional (Hicks & Leitenberg, 2001), son más proclives a incluir un
solo compañero sexual
(Zurbriggen, & Yost, 2004) y se enfocan en factores interpersonales relacionados
con el sexo (Laumann,
Gagnon, Michael, & Michaels, 1994).
Fantasías Sexuales y
Orientación Sexual
Ellis, Robb y Burke
(2005) realizaron un estudio de una muestra de 8,000 estudiantes universitarios. Encontraron que el
10% de ambos sexos reportaba que al menos la mitad de sus fantasías sexuales
implicaban parejas del mismo
sexo. Con diferencia estadísticamente significativa, 25% de las mujeres y 20% de los
hombres reportaron haber
tenido al menos una fantasía sexual homosexual. A los participantes se les pidió
indicar su orientación sexual:
97% se identificaron como heterosexual, aunque con criterios estrictos sólo el 80% podría ser considerado exclusivamente heterosexual.
Un número considerable de los
participantes que se declaraban heterosexuales, 5% de los hombres (202) y 11% de las mujeres (447),
reportaron que más del 91% de sus fantasías sexuales involucraban miembros de su
mismo sexo. Por el
contrario, 4 hombres y 14 mujeres que se identificaban como homosexuales declararon que menos del 10% de sus
fantasías sexuales involucraban miembros de su mismo sexo. De ahí los autores concluyen que la identidad
sexual sigue criterios idiosincrásicos y probablemente cambiantes.
Fantasías Sexuales y
Abuso Sexual
Robinson y Parks
(2003) encontraron que el historial de abuso sexual infantil no es un factor
predictor para el contenido
temático de las fantasías sexuales adultas. Sin embargo, en un estudio anterior, Meston,
Heinman y Trapnell (1990)
reportaban un patrón de relación entre el abuso físico y emocional y una variedad de
fantasías sexuales. En
hombres, el abuso físico y emocional se relaciona con fantasías de promiscuidad, sadismo
y voyerismo. En
mujeres, el abuso físico se relaciona sólo con fantasías de promiscuidad, mientras que el
abuso emocional con
fantasías de promiscuidad y masoquismo.
Cuando se conjuntan
los datos recabados de ambos sexos, los autores declaran que el abuso sexual está asociado con actitudes
y comportamientos más liberales sobre el sexo, con una mayor frecuencia de relaciones sexuales y
masturbación, un mayor rango de experiencias sexuales y fantasías y mayor propensión a
involucrarse en comportamientos
sexuales sin restricciones. Moral (2007), en estudiantes universitarios mexicanos,
halla que aquéllos que
habían sido víctima de abuso sexual infantil se masturban y fantasean más, tienen
actitudes y conductas sexuales
más liberales; a su vez, el abuso sexual en hombres constituía un factor predictor
de conducta homosexual.
La prevalencia del abuso sexual era del 10%, ligeramente más baja que la reportada en un estudio con
estudiantes universitarios chilenos (14%) (Vizcarra-Larrañaga & Balladares-Gutiérrez,
2003), pero en ambos
estudios la mayoría de las víctimas tenían entre 7 y 10 años y el agresor fue un hombre.
Funciones de las Fantasías Sexuales
Una forma de expresar nuestros deseos
sexuales y generar o potenciar la excitación: en muchas ocasiones pueden servir
para iniciar o incrementar nuestra excitación sexual. Bien para acompañar e
impulsar el placer experimentado durante la masturbación o para poner en marcha
la expresión amorosa en pareja. Otras personas se valen de sus fantasías
favoritas como impulso para alcanzar el orgasmo.
Una forma de expresar la insatisfacción:
La fantasía puede ser el modo de compensar una realidad que no es grata o que
está falta del elemento que desarrolla la fantasía. Por ej. si el compañero/a
no aprueba el sexo oral se puede fantasear sobre ello.
Una forma de expresar los sentimientos
presentes o pasados como el miedo, la agresividad, la dependencia... que en alguna
medida rechazamos en nosotros. Aunque la fantasía tenga un contenido erótico,
puede ser también una buena manera de liberar una determinada emoción.
Excitación sin riesgo: La imaginación al
ser algo privado y exclusivo de cada persona garantiza la seguridad del riesgo
que estemos dispuestos a correr en nuestra mente. Al colocar una máscara de
ficción nos eximimos de toda responsabilidad, al tiempo que somos nosotros
mismos quienes decidimos lo que incluir o abordar en nuestra fantasía
traspasando cualquier límite que nuestro atrevimiento nos permita.
Alivio de la ansiedad o culpa: las
fantasías pueden también servir para compensar las necesidades o carencias que
nos turben o como escape para descargar tensiones internas.
Un ensayo controlado: la fantasía permite
en muchas ocasiones anticiparse a una situación que se espera con entusiasmo y
ayuda a prepararse sobre como comportarse o prever posibles dificultades. Esta
función se da con mas frecuencia en adolescentes o personas con escasa
experiencia sexual y ofrece alivio y seguridad aunque el ensayo imaginado
difiera de la realidad cuando la fantasía es llevada a la práctica.
Tipos
de Fantasías:
Las
fantasías pueden incluir imágenes claras y concretas o elementos abstractos y
evocadores.
Las Fantasías Espontáneas; surgen
inconscientemente y no interviene nuestra voluntad. Por ej. la evocación de una
imagen al escuchar una canción.
Las Fantasías Voluntarias: las elaboramos
de manera consciente y decidimos imaginarlas porque nos erotizan. Podemos
distinguir:
Recordar alguna escena vivida antes, con
las variaciones que la persona desee introducir.
La creación de una escena no vivida y que
apetecería experimentarse en la realidad.
La creación de una escena no vivida y que
no se desea hacer realidad; bien porque choca con nuestro sistema de valores,
como antes se ha mencionado, bien porque no lo consideramos apropiado. Ej.
escenas de zoofilia, de fuerza...o por la imposibilidad de llevarse a cabo
aunque quisiéramos, como el hacer el amor en el espacio (de momento y que
sepamos).
Fantasías con contenido sexual: que
pueden abarcar distintos elementos eróticos más sensitivos, desde miradas
sensuales, hasta una relación más genital.
Fantasías sin contenido sexual explícito
como el fetichismo en donde una prenda u objeto determinado puede adquirir un
valor erógeno.
Bibliografía
Moral de la Rubia, José (2010); Fantasías Sexuales en
Estudiantes Universitarios Mexicanos; Revista Interamericana de Psicología;
UANL, México.
Martínez Sanz, Rosa (2010); Las Fantasías Sexuales: La
Erótica Prohibida y Deseada; Escuela de Psicoterapia de Valencia.
Erotismo
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