Sunday, May 31, 2015

Erotismo

Los orígenes de la palabra erotismo proviene del dios Eros que en la mitología griega era el dios del amor, de la atracción sexual y del “sexo”; este se puede definir como la capacidad que tiene el individuo para el goce sexual, también puede ser una actitud ante la vida que implica abrir los sentidos para experimentar sensaciones que provoquen goce, bienestar, placer y búsqueda de experiencias, que se pueden compartir con una pareja o bien, consigo mismo/a. El erotismo está constantemente cambiando, dependiendo de factores sociales, culturales y personales, donde, hoy en día, la mercadotecnia tiene una influencia importante.

El erotismo puede manifestarse de varias formas: conductas autoeróticas, heterosexuales, homosexuales, fantasías, estímulos, búsqueda de nuevas formas de disfrute y satisfacción sexual. El erotismo entonces, además de ser una construcción personal debido a la biología, las viven­cias propias, el género al que pertenezca, la imagen corporal y la identidad, es una construcción social que va cambiando de acuerdo a la “moda” o costumbres socia­les y los guiones impuestos por la sociedad según el género al que se pertenezca.

La identidad (elemento de la construcción del erotismo), incluye el conjunto de roles que una persona realiza y que la hacen sentir única y definirse como un individuo, que tiene un nombre propio, una identidad genérica, una imagen corporal y la sensación de ser él o ella misma. Cuando se percibe el pro­pio cuerpo y el de los demás de manera diferente a la que se tuvo en la niñez, es porque se está despertando al erotismo y esto abarca varios aspectos: los genitales, los pensamientos, acerca­mientos, tocamientos, juegos, etc.

El despertar erótico comienza en la pubertad cuando los cambios en el cuerpo de los niños y niñas, generados por el aumento hormonal de estrógenos y testos­terona hacen que el cuerpo cambie de forma, lo que implica “una reconsideración e integración de la nueva imagen del cuerpo, de los nuevos sentimientos, deseos y conductas sexuales, de los roles de género a desempeñar de la propia masculinidad y feminidad en un sí mismo que ofrezca un sentido de coherencia y unidad en el proceso de búsqueda de la identidad”.

Aun cuando la construcción del género comienza desde el nacimiento, hay quienes afirman que desde antes, debido a las expectativas que los padres y ma­dres de familia, tienen con respecto al Ser que está en formación, es en la adoles­cencia cuando las identidades y las relaciones de género transforman profunda­mente los significados para la persona y el entorno, debido a los cambios físicos que ahora el cuerpo experimenta.

La imagen corporal (dimensión psíquica), “es un sen­tido emocional del sujeto frente a sí mismo y ahí está depositado sus sentimientos de orgullo o disgusto consigo, ya sea con la totalidad del cuerpo o con partes del mismo, y a partir de esta imagen se establecen relaciones con otros de contenido erótico en términos de deseos y fantasías del goce sexual”.

Al goce sexual se le conoce como erotofilia, y se refiere a una valoración positiva a los estímulos eróticos que hacen que la persona busque los estímulos sexuales. Y cuando ocurre lo contrario, se encuentra involucrada la culpabilidad sexual por no cumplir con los estándares sociales establecidos de lo que debe ser una conducta sexual apropiada se llama erotofobia.

Otro elemento que se presenta durante el despertar erótico es el reconoci­miento de la excitación, “el cuerpo tiene su propio lenguaje y por ello el cuerpo sexual es la parte de la identidad del sujeto que lo identifica como un ente sexuado y capaz de tener respuestas sexuales complementarias con un otro distinto, alguien con quien se puede tener una experiencia de goce sexual”. Dicha excitación, responde en tres niveles diferentes, el primero es generalizado, en donde se reconocen sensa­ciones en todo el cuerpo indicando que se está excitada/o, el segundo es a nivel genital donde comienza el pene a tener erecciones en los varones y en las chicas a humedecer sus genitales, y el tercero a nivel cerebral cuando se percibe una ne­cesidad sexual y en consecuencia se busca hacer “algo” para lograr la satisfacción erótica, haciendo caso a un llamado interno de respuesta: buscar las caricias de una pareja, masturbarse, etc.

El despertar erótico puede marcar en forma importante a la persona de acuer­do a la reacción del entorno, como puede ser la familia, o la pareja, y vivirlo como una experiencia positiva o negativa, cargando con culpas, miedos o angustias que pueden repercutir para siempre en la persona.

En este despertar erótico comienzan a presentarse las características del erotis­mo masculino como ser más visuales que las mujeres, lo que los lleva a la búsqueda y uso de la pornografía que es diseñada especialmente para ellos en donde se da un erotismo más genitalizado y cumple con la realización de fantasías compartidas por género, “en la pornografía masculina se imagina a las mujeres como seres poseídos por el sexo, empujadas por un impulso irresistible a arrojarse sobre el pene masculino, la pornografía imagina a las mujeres dotadas de los mismos impulsos que los hom­bres”. Otra característica masculina se da con los cambios en cuanto al crecimiento y tamaño corporal tiene que ver con la necesidad de ser reconocido como grande y poderoso, está el hecho que los adolescentes tratan de proyectar una imagen mayor, “el adolescente se sienta con las piernas abiertas, ocupando dos a tres veces más espacio que una mujer”, siendo estos rasgos del lenguaje corporal los que van conformando las característica masculinas del comportamiento sexual.

Es a través de esta escucha que la mujer despierta eróticamente, y son las pala­bras y el romanticismo lo que detona en su cerebro el imaginar situaciones que la llevan a vivir su erotismo, “el amor romántico se describe como un estado de continua felicidad, sin conflictos”, es por ello que a las mujeres les interesa ese amor romántico porque significa la continuidad y la felicidad eterna.

Por los refuerzos sociales los erotismos masculino y femenino van tomando ca­minos distintos. Por otro lado la educación de las mujeres ha sido enfocada a dar y no pedir, a priorizar los deseos del varón, lo que la coloca como un objeto que satis­face al “otro”. Y la educación de los hombres por el contrario, ha sido encaminada a merecer, y son supuestamente los que tienen la capacidad de “dar el placer a la otra”. Estas situaciones hacen que tanto hombres como mujeres acaben perdiéndose de muchas cosas placenteras de la vida.

Una de las características principales del erotismo femenino es la gran sensibili­dad corporal y cierta “anestesia genital”, en donde está presente un factor biológico importante que es la disposición anatómica de los genitales son más difíciles de ver y algunos otros son internos que impiden cualquier posibilidad de conocerlos, esto, junto con una educación restrictiva a no tocarse ni verse conlleva a que los genitales se vayan “anestesiando” pues son órganos desconocidos, y ajenos al propio cuerpo de la mujer. “En la mujer su erotismo tiende a ser más global, todo su cuerpo reacciona como un órgano sexual y tiene más necesidad de estimulación táctil corporal y más estímulos pro­pioceptivos, aunados a fantasías diurnas de relaciones de protección y de cercanía”.

Los hombres en cambio, tienen una “anestesia generalizada” pero gran sensibili­dad genital, en cuanto a la biología, los genitales masculinos están al alcance de la vista y manos, y hay una constante referencia a ellos a través de la broma, el chiste, albur, etc., lo que hace que tengan una presencia especial en su imagen corporal que base en él su autoestima y el poder. “El erotismo masculino en contraste con las femeninas contiene imágenes de aumento de la sensación de poder, control y admiración por parte de la pareja”.

Las diferencias anatómicas en cuanto a la disposición y facilidad de acceso aunado a los aprendizajes sociales, la construcción personal del erotismo y las diferencias de género hacen que el erotismo tome caminos distintos entre hom­bres y mujeres llevando a las parejas a no entenderse en el lenguaje y disfrute del erotismo, generando inconformidad, incomodidad y preocupaciones, que impiden a cada individuo llevar una vida sexual sana.

Lo que pudiera hacerse para lograr un adecuado entendimiento erótico sexual entre hombres y mujeres, es que los hombres busquen generalizar sus sen­saciones corporales y sus emociones para poder sentir en el resto del cuerpo y no únicamente a través de la genitalidad; y para las mujeres lo ideal sería retomar la sensibilidad genital, sobre todo la vaginal, esto se puede lograr a través de la autoestimulación buscando el placer y la satisfacción y así incorporar en el mapa mental los genitales para recuperar la sensibilidad y disfrute de ellos, y ambos tra­tar de conocer y entender a la otra parte y así lograr un equilibrio y mayor disfrute en las relaciones sexuales.

Es preciso promover en niñas y niños el conocimiento de sus cuerpos, emociones y sensaciones de manera responsable, para ir logrando jóvenes y posteriormente adultos eróticamente sanos que disfruten plenamente y en forma responsable de una salud sexual dentro de la equidad de género.

Para finalizar, consideremos que el proceso de construcción del erotismo en el hombre y la mujer inicia con el conocimiento de uno mismo, con la finalidad de gozar un au­toerotismo; para quienes comparten en pareja, es esencial conocer el erotismo de la otra persona para así disfrutar y gozar plenamente el erotismo en pareja.




Bibliografía
De Mendoza Zabalgoitia, Ma. Teresa H.; Sandoval, Jesús R. (2011); La Construcción del Erotismo Masculino y Femenino; Revista Iberoamericana.
Martínez Sanz, Rosa (2010); Las Fantasías Sexuales: La Erótica Prohibida y Deseada; Escuela de Psicoterapia de Valencia.

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