¿Qué tan abierta esta la sociedad mexicana a los temas que plantean
las organizaciones que luchan por el respeto a la diversidad sexual? ¿Qué tan
avanzada o atrasada se encuentra al respecto en comparación con otros
países?... Las organizaciones que participaron en la investigación tienen
opiniones divididas sobre el tema. Siguiendo el símil del crecimiento natural
de un niño que muchas de ellas utilizan, unas consideran que México “está en
pañales” en cuanto al tema de la diversidad sexual dados los niveles de machismo
y homofobia que han percibido. Otras piensan que se halla en la etapa de la
adolescencia, queriendo decir con ello que existen ciertos avances en la
materia, sobre todo si nos comparamos con otras sociedades. Por último, están
las que creen que la sociedad mexicana se encuentra en una etapa de
transformación cuyo término esperan que culmine en la madurez.
Sociedad atrasada
La sociedad
mexicana, según el diagnóstico de algunas organizaciones, es primordialmente
conservadora y está dominada por los principios judeo-cristianos que
desinforman y predican amor al mismo tiempo que difunden odio y descalificación
hacia las personas que no son heterosexuales. Esta doble moral predomina no
sólo en el ámbito religioso sino también en el social y en el político.
Los legisladores,
los servidores públicos y los partidos políticos, en particular, son señalados
como los principales actores que ejercen una doble moral, comportándose de modo
dogmático, moralista y conservador. Asimismo, se concibe a la sociedad mexicana
como ignorante en el tema, y por lo mismo practicante y divulgadora de los
prejuicios tradicionales contra los homosexuales. Por ello es calificada como
particularmente homofóbica, machista y patriarcal:
Todos los mitos que
se les han atribuido a los sectores homosexual y lésbico se piensa que son ciertos.
Además se tiene miedo. Nadie cuestiona al compadre que viola a sus hijas o
hijos, a veces hasta se le justifica arguyendo que son mujeres y que si alguien
tiene que acostarse con ellas mejor que sea su papá. O a veces se dice que si
la fémina se viste de tal o cual manera, ella se lo buscó por provocar. Esto es
muy propio de una cultura machista, e incluso muchas mujeres piensan así. Justamente por este
estigma social se cree que las lesbianas y los homosexuales son promiscuos,
violadores y alcohólicos, cuando en realidad, de acuerdo con las cifras y con
todas las encuestas existentes, quienes cumplen con estas características es la
gente heterosexual.
Ciertas
organizaciones consideran que la sociedad
mexicana cuenta con una cultura social y política basada en burlas discursivas contra las
minorías, expresadas a través del albur, los chistes y las bromas con tintes
homofóbicos, racistas y misóginos. Y añaden que en la práctica cotidiana
existe marginación y discriminación hacia cualquier tipo de comunidad que no
sea la mayoritaria.
Sociedad avanzada
En contraste,
algunas organizaciones consideran que la sociedad mexicana es más libre y menos
conservadora que, por ejemplo, la sociedad estadounidense o algunas
latinoamericanas, haciendo hincapié en que el laicismo como principio político
ha permitido que en México se den determinadas transformaciones sociales. Asimismo, distinguen que en
la república mexicana existen espacios de mayor apertura, como la ciudad de
México, Monterrey y algunas regiones del estado de Oaxaca:
“Depende mucho del
estado. Por ejemplo, en Oaxaca, en la zona del Istmo en Juchitán, los hijos
homosexuales son muy valorados y aceptados por la familia, son casi una
bendición. Seguramente en Puebla, en Colima, o en otros lugares se dé una mayor
homofobia. Querétaro es una ciudad altamente homofóbica”.
En la ciudad de
México, a su vez, existen zonas donde la aceptación de los grupos de la red
LGBT es mayor. Es el caso de la Zona Rosa, donde se promueve con mayor
facilidad el poder salir del clóset y hacerse más visible. Las organizaciones
también señalan que la edad es un aspecto relevante en este punto, ya que
consideran que los jóvenes son más abiertos que los mayores en términos de
aceptación de la diversidad sexual. Si bien algunos grupos opinan que la
sociedad mexicana está avanzando, en comparación con los países europeos,
todavía es importante realizar muchos cambios, los cuales deberían darse a
corto y largo plazos:
Una entrevistada
comenta: “Francamente no veo por qué tendríamos que estar detrás de Sudáfrica
o de España. Actualmente en Aruba se encuentran en proceso de admitir el
matrimonio entre homosexuales. No entiendo por qué deberíamos estar en la cola
de estos países que en los últimos cinco años han legalizado el matrimonio gay
o sus variantes”.
Sociedad en
transformación
De acuerdo con el diagnóstico de otras organizaciones, la sociedad
mexicana ha ido transformándose con el paso de tiempo, reportando avances
considerables en cuanto a la aceptación y el respeto por la diferencia sexual:
Nosotros la concebíamos hace unos veintitantos años como sumamente
machista y violenta, pero con el paso del tiempo hemos visto que la sociedad se
ha ido relajando y ha tenido aperturas. En primer lugar, ello lo indica el
hecho de que mucha gente ha perdido el miedo a manifestarse o a mostrarse. Otro
indicador es, por ejemplo, cuando acudimos a programas de radio y televisión
abiertos a todo tipo de público: siempre se reciben muchas más llamadas a favor
que en contra. Y tampoco podemos olvidar que las nuevas generaciones
lésbico-gays, transexuales y transgéneros reciben mayor apoyo por parte de sus
familias.
Ciertamente reconocen que la sociedad ha ido aceptando paulatinamente
la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad, y esperan que continúe
en dicho camino:
Somos una sociedad que ha evolucionado en cuanto a la aceptación de
la homosexualidad. Existen evidencias indirectas como, por ejemplo, la
aceptación del público de las marchas del orgullo. Hace 20 años sólo recibíamos
rechiflas y burlas, pero en la última o en las dos últimas el público aplaudió,
sonrió y nos dio muestras de apoyo, además de que hay muchas menos evidencias
de rechazo. También observamos, por ejemplo, que en las ciudades de Mérida,
Yucatán y Puebla se realizan marchas sin represión oficial ni pública.
Los avances que las organizaciones reconocen tienen que ver con una
mayor libertad hacia las mujeres en sus diversas tareas como madres, esposas y
trabajadoras, el aumento en el número de divorcios cuando las parejas no
funcionan y la aceptación social del mismo. Respecto de los temas de la
anticoncepción, el aborto, las enfermedades de transmisión sexual y el condón,
a pesar de que hay una cierta apertura aún existe demasiada reticencia para
abordarlos y promoverlos abiertamente. Algunos opinan que de manera lenta se
están transformando las cosas viejas y construyendo otras nuevas:
“La sociedad se encuentra en un proceso de transformación, pero
todavía nos falta un buen camino por recorrer. El hecho de que ya haya algunos
lugares de recreación, restaurantes, bares, tiendas, e incluso una plaza gay,
implica que ya es posible vivir de manera más libre y más digna y esto habla de
que la sociedad ha avanzado”.
Del mismo modo las organizaciones destacan que la lucha gay ha
cuestionado los paradigmas de sexo y género tradicionales, lo cual favorece y
beneficia de manera directa e indirecta a los heterosexuales, ya que los roles
y las exigencias sociales se han vuelto menos rígidos y opresivos. Por otro
lado, algunos entrevistados consideran que es muy difícil efectuar un diagnóstico
global de un ente llamado “sociedad mexicana”, ya que se trata de una ficción
en abstracto. Resultaría de mayor importancia, afirman, realizar un análisis
por sectores:
La sociedad mexicana no existe. El problema es que existen esas
microsociedades que forman los conglomerados amplios en los cuales suceden
cosas distintas porque no comparten los mismos valores. Son sociedades tan
irreales que incluso en la colonia Guerrero, en el D.F., también hay una microsociedad barrial donde se da la tolerancia a
la diferencia. El problema es que caminas una cuadra y pasas a otro ámbito
microsocial.
Percepción externa del trabajo de las organizaciones de la
diversidad
Las organizaciones son conscientes de que su labor en la sociedad mexicana
es polémica. Sin embargo, están seguras de que la lucha contra la invisibilidad
está ganando terreno y dando buenos frutos. En resumen, consideran que son
percibidas por la sociedad de tres formas:
1. Aceptación social: En primera instancia las organizaciones creen que las personas no
sensibilizadas con el tema de la diversidad sexual se acercan con curiosidad y
cierta desconfianza a ellas, y que en la medida en la cual se percatan de la
labor de información que realizan y del apoyo emocional y la solidaridad que
brindan comienzan a tenerles confianza y pueden llegar a valorar ampliamente su
trabajo. Una entrevistada afirma que, eventualmente, la gente se da cuenta de
que la organización no mal informa ni manipula a nadie, y eso es algo que las
personas agradecen y aprecian:
Somos un grupo pequeño en la sociedad mexicana, pero siempre que algo se
publica acerca de nosotros es a favor. Yo pienso que cuando llegamos a las
pláticas al menos inspiramos lástima, que la gente pensará: “Pobrecitas esas
madres mexicanas a quienes les tocó un hijo gay”. No obstante, durante el
transcurso del testimonio va cambiando su opinión y dicen: “¡Qué valientes son
por no esconderse! ¡Qué mujeres tan bravas y fuertes!”, y finalmente nos
admiran.
Dada la falta de información acerca del tema, existe mucho interés por
conocer qué hacen y a qué tareas se dedican. Y una vez que las conocen, las
organizaciones se convierten en espacios de seguridad y confianza para los
miembros de la diversidad sexual, sus familias y amigos. La experiencia que han
acumulado a lo largo de los años y el constante trabajo que han realizado en
tiempos poco favorables les ha dado cierto margen de confianza que piensa que
es percibido y valorado por la sociedad mexicana en general.
Las organizaciones que luchan contra la epidemia del sida consideran que en
un principio, al establecerse, causan mucha desconfianza entre los vecinos cercanos
debido a la desinformación que existía –y sigue existiendo– sobre el tema,
pero que el compromiso de trabajo que han adquirido en la prevención y combate
de la enfermedad, así como el trato amable y cálido que conceden a cualquier
persona que se acerca a ellas las han posicionado como organizaciones serias y
confiables:
Muchos vecinos nos empezaron a agredir porque pensaban que por el hecho de
venir a establecer una fundación de lucha contra el sida la enfermedad se les
iba a contagiar, iban a quedarles costumbres, etcétera, pero empezamos a
trabajar directamente y en primer lugar con los vecinos, y luego en el parque.
Alguna vez incluso participamos en una feria. Y así, poco a poco, la gente fue
cambiando su percepción sobre nosotros. Hasta nos da gusto cuando los vecinos
llegan a tomarse la presión o una muestra, lo cual significa que confían en la
institución porque la ven sólida y realizando un trabajo serio y comprometido.
La gran mayoría de
las organizaciones considera que son aceptadas públicamente; sin embargo,
algunas opinan que son objeto de rechazo por parte de la sociedad mexicana.
2. Rechazo social: En ciertas organizaciones se piensa que debido al cuestionamiento
de los roles tradicionales de género que en ellas se plantea son percibidas con
enojo y rechazo por parte de varios grupos sociales. Generalmente, las
organizaciones de lesbianas que transgreden activamente el papel de la mujer – madre sumisa y dependiente
son objeto de rechazo:
Somos percibidas con
mucho enojo por esta misma transgresión que hemos realizado a lo ya establecido.
Dicen: “¡Cómo una lesbiana puede utilizar el sacrosanto altar de una madre!”,
“¡cómo se atreven a tener hijos y encauzarlos por el camino del mal!”,
“¡seguramente van a ser homosexuales y lesbianas igual que ellas!”, y “¡seguro
que los van a llevar en sus parrandas!” Esto último es consecuencia de que
estamos rodeados de mitos y se supone que los homosexuales y las lesbianas nos
la pasamos en el reventón eterno.
Las organizaciones
religiosas de gays y lesbianas, que se posicionan como una alternativa
espiritual para dichas comunidades y que valoran la homosexualidad como una
forma de vida aceptable y legítima, en términos religiosos son consideradas
sumamente contestatarias frente al catolicismo, el protestantismo y el
judaísmo tradicionales:
Somos percibidos
como una organización bastante polémica. Creo que generalmente cuando las
personas nos escuchan comprenden nuestras posturas, nuestras participaciones en
los diferentes foros, vienen a nuestra escena religiosa o acaban amándonos
profundamente, agradecidas por una visión diferente o una opción de liberación,
de renovación de su propia vida. También puede ser que terminen odiándonos con
todas sus fuerzas porque todos los planteamientos que se presentan cuestionan
sus costumbres y tradiciones. En materia religiosa nuestro pueblo está
acostumbrado a que se normativice y se le diga en lo que debe creer y a lo que
debe temer. No está acostumbrado a que se le plantee un razonamiento a partir
del cual tenga que decidir.
Los grupos
conservadores descalifican continuamente el trabajo de este tipo de asociaciones,
apelando a pensamientos dominantes compartidos por la sociedad y basados en una
cierta tradición y en determinadas costumbres. Cuando las personas no están
familiarizadas con el tema pueden juzgar el trabajo de las organizaciones como
ocioso y poco importante, y no es hasta que las conocen y se acercan a observar
su labor cuando pueden otorgarles el beneficio de la duda:
Es como un juego de niños,
como que creen que estamos jugando a algo. Porque, ¿a quién le interesa la
homosexualidad o la homofobia? Finalmente no son temas relevantes. Esa es la
primera impresión que se lleva de nosotros la gente no tan sensibilizada en el
tema de la diversidad sexual o de la homofobia. Con la más familiarizada damos
la impresión de una organización seria, de un trabajo innovador que se está
consolidando. Tenemos propuestas bastante novedosas, lo que hace que nos vean
como una asociación fresca y diferente, porque finalmente nosotros apostamos
por el trabajo con la comunidad, pero también por la investigación, y eso nos
hace diferentes a otras organizaciones.
Determinadas
organizaciones de transexuales y travestis señalan que al ser conocidas
provocan curiosidad y morbo en las personas, aun cuando son aceptadas y
reconocidas en mayor proporción por las generaciones más jóvenes.
3. Desconocimiento: Algunas organizaciones consideran que aún no son conocidas y que
precisamente se hallan en el proceso de difundir quiénes son y qué hacen. Al
respecto opinan que debería llevarse a cabo una mayor difusión de sus
actividades por parte de los medios de comunicación escritos a fin de que las
personas contaran con información veraz sobre el tema y no se sintieran tan aisladas
en una sociedad que en general rechaza la homosexualidad.
Factores sociales
que propician la igualdad y la inclusión
Si bien, por un
lado, las organizaciones destacan que la discriminación es una cuestión presente
y permanente en la sociedad mexicana, por el otro, consideran que existen
algunos factores sociales que han contribuido a mitigarla. Por ejemplo, señalan que
existe ya una historia de diputados federales y asambleístas que se han
declarado públicamente homosexuales y que han realizado un trabajo legislativo
a favor de las comunidades de la diversidad sexual. Destacan el cambio
simbólico que en México se ha dado al contarse ya con representantes populares
abiertamente homosexuales en las instancias públicas.
Asimismo, afirman
que la causa de los grupos que promueven el respeto de la diversidad sexual ha
sido apoyada por intelectuales, artistas, académicos y personas reconocidas en
las diversas esferas de interés, lo cual otorga un mayor grado de legitimidad a
su lucha. Algunos comunicadores
y periodistas han mostrado altos niveles de sensibilidad con las comunidades de
la diversidad sexual y actualmente tratan dichos temas con respeto e información
objetiva.
En su calidad de
contrapesos importantes hacia la visión judeocristiana dominante que rechaza
radicalmente la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad, las
organizaciones elogian el surgimiento de grupos con tinte religioso que,
utilizando argumentos y actuaciones, han podido rebatir el rechazo de dichas
iglesias y posicionarse como alternativas espirituales para las personas de la
diversidad sexual. Un entrevistado comenta al respecto:
Existen más voces en el seno de la Iglesia católica aparte de las
de la jerarquía del Vaticano, como es el caso de la organización Católicas por
el Derecho a Decidir, que depende de Catholics for a Free Choice. También
tenemos iglesias en la comunidad gay, como la Iglesia de la Comunidad
Metropolitana, Shalom Amigos (los judíos gays) o Génesis y Otras Ovejas. Así
pues, son muchas vertientes de congregaciones cristianas que además presentan
una imagen diferente en cuanto a la experiencia espiritual o a la percepción de
Dios, una dimensión que para muchos es imposible de disociar, pues resulta de
suma importancia mantener un enlace con una persona del mismo sexo, no en
términos jurídicos sino religiosos, lo cual es muy respetable.
Factores institucionales que propician la
igualdad y la inclusión
Por otro lado, las organizaciones también reconocen los esfuerzos que el
gobierno ha emprendido con el objetivo de realizar acciones contra la
discriminación. Destacan la existencia de instituciones como la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el Consejo Nacional para la
Prevención y Control del VIH-sida (Conasida), el Consejo Nacional para Prevenir
la Discriminación (CONAPRED) y el Instituto Nacional de las Mujeres
(Inmujeres). Afirman que dichas instancias han permitido mitigar la
discriminación a través de la presentación de denuncias y quejas, así como de
la atención particular a los grupos de lesbianas y gays. Asimismo, y a pesar
de las resistencias y la rigidez gubernamental, en algunas secretarías de
Estado se han instrumentado proyectos para disminuir la violencia y la
discriminación.
A nivel individual existen funcionarios públicos y maestros que luchan
contra la discriminación y que dan un trato humanitario a las personas no
heterosexuales, lo cual si bien es loable no es suficiente, pues no puede
solamente estar sujetos a la permanencia de esas personas en su puesto. En
términos del discurso público existe una mayor apertura respecto de ciertos
temas. El presidente de la república ha hablado específicamente del respeto y
la no discriminación por orientación sexual, y a nivel gubernamental se han
promovido campañas de valores contra la violencia homofóbica.
Discriminación y Ámbitos de la inequidad y la exclusión
De acuerdo con las percepciones de las organizaciones participantes en la
investigación existen diversos ámbitos en los cuales los homosexuales, las
lesbianas, los bisexuales, los transexuales y los travestis son discriminados.
A continuación se muestra la discriminación que se da en cada uno.
1. Ámbito
familiar: La cadena de la discriminación comienza en
este punto y para muchos resulta lo más doloroso. El rechazo, la negación y la
devaluación hacia las personas homosexuales, bisexuales y transgéneros por
parte de sus propios familiares deja secuelas graves en términos de autoestima
y autoimagen. La discriminación puede comenzar desde la infancia dada la
rigidez de la familia nuclear, donde se castigan las actitudes afeminadas por
parte de los niños o se reprime a las niñas que no juegan con los juguetes
propios de su género, llegándose incluso hasta el maltrato físico y la
violencia sexual.
Asimismo, a quienes muestran actitudes no convencionales con el género se
les lleva al médico para que los atienda de la “enfermedad” que padecen. Los
reclamos por avergonzar y deshonrar a la familia y por no continuar con el
linaje familiar resultan dañinos para las personas no heterosexuales en
términos de su vida laboral, social y amorosa. Una entrevistada lesbiana nos
dijo al respecto: “A muchas compañeras, cuando la familia se entera de que son
lesbianas les dicen: ‘Habría preferido que fueras prostituta. Todo menos
lesbiana, mejor muerta que lesbiana, así ya
no enfrentaría a una sociedad que me va a estigmatizar por ser tu madre’. A la
lesbiana se la asocia con la depravación”.
2. Ámbito escolar: En la escuela comienzan las estigmatizaciones hacia el “marica” o la
“marimacha” en etapas del desarrollo en las cuales probablemente la orientación
sexual aún no se ha definido. Las organizaciones reportan que los maestros
molestan y reprimen a los alumnos que se orientan hacia el lesbianismo o la
homosexualidad y los exhiben denigrándolos frente al grupo:
“En las escuelas sucede algo terrible, porque ni siquiera es que el niño
sea gay; basta con que no le guste jugar al futbol o que sea más delicado que
los demás. Simplemente por eso lo tachan y le empiezan a decir: ‘Eres un
mariconcito, eres un maricón, eres un joto’.”
Del mismo modo, tanto los niños que tienen VIH como los hijos de padres
homosexuales o madres lesbianas son discriminados y excluidos, y en muchas
ocasiones expulsados, truncando así el derecho de cualquier infante a la
educación. En los niveles de educación superior se presentan también conductas
discriminatorias por parte de catedráticos, personal administrativo y elementos
de seguridad contra las personas que muestran una orientación sexual no heterosexual:
“A cualquier nivel se dan las conductas discriminatorias. Puede ser desde
la primaria hasta la universidad. Varias chicas nos han narrado experiencias de
cuando llegaron a externar su orientación sexual. La reacción de sus compañeros
y compañeras fue dejarles de hablar, la exclusión total”.
3. Ámbito laboral: La discriminación comienza desde la exigencia
ilegal para realizarse pruebas de VIH-sida a las personas que desean ingresar a
un puesto de trabajo y que muestran conductas transgresoras de su género, hasta
la existencia de actos de discriminación bastante más sutiles y que tienen que
ver con el chantaje, los malos tratos, la carga de trabajo extra, la
estigmatización y el re-chazo físico. En diversas ocasiones la presión resulta
tan grande que son obligados a renunciar o simplemente son retirados de sus
puestos de trabajo por razones ajenas a las reales, esencialmente
discriminatorias. Un entrevistado relata su experiencia:
Trabajé en una clínica para niños con problemas y cuando comencé a
participar públicamente en la marcha del orgullo gay, en las manifestaciones
contra la violencia contra la mujer, etcétera, mi imagen empezó a salir en los
diarios y demás. La dirección de la clínica no me dijo nada, pero mi horario de
trabajo disminuyó inexplicablemente. Como yo era el más antiguo de la empresa y
había capacitado a todo el personal de rehabilitación y terapia, los compañeros
de contabilidad se vieron cuestionados y fueron citados por la dirección de la
institución a una junta en la cual les explicaron que me estaban tratando de
orillar para que yo renunciara y no manchara la imagen de la institución por mi
orientación sexual y mi compromiso social ante dicha orientación.
Para las personas transexuales la discriminación en el área laboral
comienza desde el momento en que no cuentan con los papeles necesarios para
ingresar a un puesto laboral, mismos que sean acordes con su
identidad después de que han vivido un proceso de hormonación y cambio de
género. Por tanto, no pueden obtener un empleo con las prestaciones debidas y
en varias ocasiones esta situación los empuja hacia la prostitución.
4. Ámbito de la salud: En esta área las denuncias comienzan con los pediatras que atienden
inadecuadamente a los niños que muestran una orientación sexual no
heterosexual, pues los envían con psiquiatras o psicólogos o simplemente se
niegan a darles la atención médica pertinente. Asimismo, los especialistas,
como los ginecólogos y los psiquiatras, que no están capacitados ni
sensibilizados con la cuestión de la diversidad sexual, tratan a las lesbianas
como si fueran heterosexuales, haciéndoles preguntas impertinentes e
intentando averiguar fisiológicamente las causas de su homosexualidad. Respecto
de los homosexuales, algunos médicos pueden rechazar la atención por miedo a
que sean portadores del virus del VIH-sida, con lo que muestran su total
desconocimiento sobre las maneras en que la enfermedad puede transmitirse.
5. Ámbito legal: La falta de reconocimiento legal de las parejas homosexuales les impide
solicitar un crédito con los ingresos de ambos, ser beneficiarios del seguro
médico y contar con los derechos sociales y patrimoniales típicos de las
parejas heterosexuales. Asimismo, la homosexualidad o la bisexualidad pueden
hacer que un padre pierda la custodia de sus hijos o sea causal de divorcio. Por otro lado, la falta de
reconocimiento legal de las personas transexuales impide a las instancias de
impartición de justicia ubicarlas en espacios de reclusión penal que sean
propios de su nuevo género:
Como la
transexualidad no está reconocida es vista como una preferencia fetichista de
la homosexualidad y no se comprenden nuestros problemas. Si una persona
transexual que ya haya sufrido un proceso de hormonación es detenida y debe ir
a la cárcel, ingresa en una prisión tomándose como único criterio sus
genitales. Imagínate una persona que ya tenga apariencia femenina, que se haya
modificado la cara y tenga senos, ¿cómo la pueden meter a una cárcel masculina?
Además del riesgo que corre ahí, eliminan el proceso hormonal enseguida. ¿Qué
sucede entonces? Su cuerpo está funcionando con una dosis de hormonas y se le
corta, por lo que se desequilibra. La hormona masculina que está siendo
controlada se descontrola, lo que provoca cánceres. Además, le cortan el
cabello, etcétera; es volver a la persona a un estado que ya había superado, se
trata de una violación absoluta de sus derechos humanos. Por ello, pedimos que
una vez que se reconozca la transexualidad, a una persona transexual en prisión
se le respete su derecho al acceso al tratamiento hormonal, igual que a una
persona con diabetes o cáncer.
6. Ámbito político: Las personas homosexuales se ven obligadas a esconder su
orientación sexual para poder emprender exitosamente una carrera política. Si bien
algunos legisladores han expresado públicamente su orientación sexual, el
sistema político no favorece este hecho en ninguna medida, sino que más bien lo
reprime. Asimismo, la inequidad en las cuotas de las mujeres dentro de los
partidos políticos y la falta de cuotas y espacios para las personas
homosexuales, bisexuales y transexuales resultan ser prácticas
discriminatorias que impiden el ejercicio de los derechos políticos más
elementales.
7. Ámbito religioso: Las personas con una
orientación sexual diferente a la heterosexual son rechazadas y expulsadas de
los recintos religiosos a los cuales pertenecen. La fuerza discursiva de las
iglesias judeocristianas discrimina a los homosexuales, llamándolos enfermos y
pervertidos, y los excluye de participar en el culto común al que como personas
religiosas tienen derecho.
8. Otros ámbitos: Las organizaciones consideran que en los medios de transporte
público las personas homosexuales y transexuales son acosadas y extorsionadas
por personal policiaco, además de que son objeto de burla cuando expresan
visiblemente su diferencia o al estar con su pareja. En algunos restaurantes,
los homosexuales son invitados a retirarse al momento de expresar el mínimo
afecto por su pareja. Por otro lado, en algunas librerías las revistas con
temática homosexual no son aceptadas para su distribución y venta.
Cuando las parejas
homosexuales o bisexuales adquieren un espacio para compartir su vida son
acosadas por los caseros al darse cuenta de su orientación sexual, y son objeto
de chantajes a fin de que abandonen dichos espacios. Las organizaciones de la
red LGBT no pueden acceder fácilmente al financiamiento público o privado, ya
que generalmente las empresas evitan asociarse con el tema de la homosexualidad
por el estigma existente. Las revistas y publicaciones gays sufren escasez de
publicidad externa, y en cuestiones de prevención y atención del VIH las
empresas privadas no otorgan apoyos económicos.
Las organizaciones
reportan que la sociedad mexicana discrimina por la condición social, económica
y racial, además de por la orientación sexual. Dentro del grupo de
la diversidad sexual, las lesbianas y los transexuales son quienes se
consideran más discriminados en los ámbitos mencionados por el tipo de
transgresión que su identidad plantea a la sociedad heterosexual:
Los transgéneros son
personas que no tienen concordancia entre su identidad de género y su cuerpo.
Por tanto, su ser no coincide con su corporalidad. Buscan afanosamente la
concordancia mientras son agredidas y discriminadas en sus hogares desde etapas
muy tempranas, y lo mismo les sucede en el medio externo. Cuando comienzan un
proceso de terapia, un proceso de reasignación de su identidad con la
corporalidad, no solamente las agrede su entorno sino también las
instituciones.
Factores sociales
que impiden la igualdad y la inclusión
De acuerdo con las
organizaciones varios son los factores que propician la discriminación en la
sociedad mexicana en los ámbitos antes mencionados. En primer lugar, tenemos el
predominio de las religiones católicas, judías y evangélicas, así como su
lenguaje estigmatizante y rígidas, que establece la legitimidad única de la
familia nuclear y excluye cualquier intercambio amoroso alternativo. Asimismo,
consideran que la doble moral que manejan dichas iglesias y lo dogmático de sus
principios influye enormemente en el comportamiento discriminatorio de la
generalidad de la sociedad mexicana. Al respecto una entrevistada de una
organización católica comentó:
Nuestra iglesia mantiene
una postura rígida y dogmática con respecto al tema. Se aferra a la teoría de
lo natural como la única aceptable para otorgar el beneficio y el beneplácito
de la cristiandad o del catolicismo, pero sabemos que no hay nada más alejado
de la ciencia que lo natural. ¿Qué es natural?, ¿tener hijos?, ¿ser madre?,
¿ser víctima de violencia?, ¿ser víctima como mujer y objeto de incesto desde
pequeña, así como de abuso y acoso?
Por otra parte, la
desinformación, la ignorancia, la falta de una cultura del respeto y la ausencia
de una educación sexual abierta son factores todos que propician que los
prejuicios, los chistes estigmatizantes, la homofobia y las prácticas de
agresión contra los homosexuales, bisexuales y transexuales dominen socialmente
el discurso y las prácticas de la convivencia cotidiana:
En materia de
sexualidad estoy convencido de que la ignorancia y la falta de educación al
respecto, que prevalece en nuestro país, es uno de los motivos más importantes
de la discriminación. A esto es menester añadir la religión judeocristiana
prevalente en nuestra sociedad, que no hace más que privilegiar la sexualidad
en función de la reproducción, de tal manera que cualquier comportamiento o
expresión sexual que no sirva específicamente para la reproducción es
considerado malo, inadecuado y pecaminoso.
Los principales
medios electrónicos de comunicación y la prensa regular y amarillista reproducen
los estigmas contra los homosexuales, afianzan los estereotipos de sexo y de
género y promueven una cultura discriminatoria tan pública e internalizada que
resulta sumamente difícil cambiar:
En México la
representación de los homosexuales es absolutamente aterradora. Lo que vemos en
Televisa y TV Azteca es una imagen primitiva, abyecta, totalmente prejuiciosa e
irreal acerca de los homosexuales. Los hombres homosexuales, sobre todo en
Televisa, son representados como histéricos, infantiles y pusilánimes; si no
son travestis son afeminados. Se trata de una imagen no solamente homofóbica
sino profundamente misógina, lo cual resulta más grave porque se presentan
hombres afeminados que tienen lo peor de los estereotipos femeninos: son
hombres histéricos, tontos y superficiales.
La falta de
educación y la pobreza son factores que también contribuyen al retraso cultural
y al predominio de una cultura política misógina y homofóbica. Generalmente, a
medida que hay mayor educación disminuye la discriminación, por lo que la
educación desde la infancia debe propiciar la equidad y el respeto. Una
entrevistada opina lo siguiente:
La discriminación y
la homofobia surgen de algo, concretamente de cuando nos enseñan que los
homosexuales son malos y violadores, que hay que señalarlos, que no poseen
derechos, que no pueden tener hijos. Posteriormente, resulta difícil deshacerse
de tantos prejuicios. Es más sencillo que los niños aprendan que existen
diferencias, así como se les enseña que hay culturas distintas. Por ejemplo, los
rompecabezas podrían usarse para mostrar las diferencias: dos mamás o dos papás
con un niño, una mamá que no tiene esposo, una mujer sin hijos ni esposo,
etcétera. Así los niños, desde temprana edad, conceptualizarían que se dan
diferencias y que todas son valiosas.
La educación que
promueve la inequidad de género y la rigidez de los roles sexuales potencia la
homofobia y la misoginia, ya que hace que cualquier transgresión a las
conductas propias de cada sexo sea calificada como una orientación sexual fuera
de la heterosexual y, por lo tanto, reprobable:
La misoginia y la
homofobia de las y los mexicanos es una cuestión cultural, pues se encuentra
muy arraigada en la educación. A la mujer se la menosprecia y devalúa, se le
concibe de un modo totalmente negativo y realmente la construcción de las
masculinidades obedece a una contraposición de lo femenino. No se ha explorado
qué significa ser hombre desde el ser humano; el ser hombre significa todavía
no ser mujer, de ahí que la misoginia y la homofobia sean dos ingredientes
básicos de la discriminación, la cual se promueve, se recrea y se reproduce.
Todavía se tiene la idea de que la mujer está al servicio del hombre y de que
éste es el proveedor y, por tanto, debe ser el fuerte.
Por otro lado, las
políticas conservadoras en términos económicos y de salud pública propician
una ausencia de discusión sobre los temas de la diversidad sexual y una falta
de apoyo estructural a las labores de prevención y atención del VIH-sida. Ello
produce, asimismo, un desinterés y una falta de capacitación de los servidores
públicos y de las instancias gubernamentales para tratar adecuadamente a las
personas no heterosexuales.
Factores
institucionales que impiden la igualdad y la inclusión
Las organizaciones
consideran que institucionalmente es necesario efectuar cambios con el fin de
que exista equidad en el trato, tanto de las personas heterosexuales como de
las homosexuales, y señalan que existen diversas áreas institucionales y
factores de la misma índole que promueven activamente la discriminación contra
las comunidades de la diversidad sexual.
1. Instituciones sanitarias: En primera instancia afirman que las instituciones de salud
pública, como el ISSSTE y el IMSS, no cuentan con el personal médico ni de
enfermería para atender adecuadamente a las personas homosexuales y
transexuales. Denuncian que dicho personal es homofóbico y, por ello, la
atención se torna sumamente deficiente. La desinformación con respecto al sida
también contribuye para tratar inadecuadamente a los homosexuales. La falta de
reconocimiento legal impide que en este ámbito pueda expresarse abiertamente
que una pareja homosexual estará a cargo del paciente y tomará las decisiones
pertinentes y, por tanto, tampoco puede hacer uso de los beneficios de la
seguridad social.
2. Instituciones educativas: Los programas de educación sexual hacen caso omiso del tema de la
diversidad sexual, el cual no es tratado en ninguno de los niveles educativos.
De hecho, cuando se imparten clases de educación sexual se presenta a la
sexualidad como puramente reproductiva. Del mismo modo, la asignación inmóvil
de los roles sexuales es reforzada de forma importante en las instituciones
educativas, tal y como lo afirma una entrevistada: “Gran parte de la
responsabilidad recae en el sistema educativo. Estamos educando mal tanto en la
familia como en la escuela. Educamos a los niños y las niñas como si fueran
especies diferentes y ello nos da roles de género extremadamente rígidos, lo
que promueve la homofobia”.
3. Instituciones de atención pública: Las organizaciones denuncian que la burocracia y el personal que
atiende en las ventanillas de las instituciones de gobierno tienen sumamente
internalizada la cultura machista y homofóbica; de ahí que traten mal a las
personas no heterosexuales. En general, ignoran y desconocen los contenidos de
la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y hacen caso omiso
del principio de laicidad del Estado en todas las actividades que su personal
realiza. Una entrevistada señaló:
En México la
dominación de la estructura cultural sigue estando en las instituciones, tanto
en las públicas como en las privadas; en cualquier determinación de la ciencia,
de la ocupación o del trabajo todo está clasificado por una cultura,
preconcebido, prejuiciado, preconstruido. Es menester desarmar la estructura
porque somos autorreferenciales. Aprendimos un sistema patriarcal, misógino,
hostilizador con la diferencia; por lo tanto, domina la lesbofobia, la
homofobia y la indigenofobia. Todo lo diferente trastoca. En esencia queremos
ser puros en el discurso y en la práctica.
La ineficiencia de
las instituciones públicas en la atención a los problemas también contribuye
al trato discriminatorio. Por otro lado, se señala que en los últimos años ha
podido observarse una brecha entre los avances sociales en la materia y el
retroceso de las instituciones de gobierno al respecto. Un entrevistado lo
plantea en términos de desfases:
Parece que las
instituciones no avanzan al mismo ritmo que la sociedad. Por eso, se produce un
desfase muy grave, pues finalmente es como si a nadie le importara escuchar,
observar y registrar lo que está acaeciendo en la sociedad a fin de que las
instituciones vayan reconformándose, evolucionando y adaptándose a la realidad.
Pongamos como ejemplo la educación: mientras que los niños están acostumbrados
a ver y hablar de personas gays, lesbianas o transexuales, en la escuela se
ignoran dichos puntos. Las instituciones no están evolucionando al ritmo y al
tiempo de la sociedad.
4. Instituciones del Poder Judicial: El personal que labora en los ministerios públicos no está
sensibilizado con el tema de la diversidad sexual ni capacitada para atender la
problemática particular. Los llamados
“crímenes de odio por homofobia” son generalmente manejados inadecuadamente,
concluyendo previamente a la investigación que la causa del asesinato es
“pasional”, y desechando por tanto el proceso. Al mismo tiempo, las policías y
las diversas instancias de impartición de justicia discriminan y extorsionan a
las personas de la red LGBT cuando acuden a solicitar su ayuda.
5. Instituciones políticas: No es posible lograr una participación y una
representación política equitativa en la medida en que el estigma contra las
personas homosexuales, bisexuales y transexuales persista, y mientras los
canales de participación para estos grupos se encuentren cerrados, tal como lo
manifiesta un entrevistado: “Los partidos políticos nunca nos incluyen, jamás
voltean a vernos. Yo creo que esa es la parte de discriminación por parte del
gobierno y de los partidos políticos: la exclusión de la comunidad LGBT”.
Las organizaciones consideran que con el fin de posibilitar que las
personas de la red LGBT puedan participar políticamente es necesario desplazar
el factor sexual de su labor y centrarse en los temas concernientes a la
eficiencia de su trabajo. Una entrevistada lesbiana comenta su experiencia
política en una legislatura:
“La discriminación resultó contundente. Al ser una política de carrera
conocía a muchos de los actores que se movían en el ámbito. Sin embargo, era
muy complejo poder debatir y que se aceptara que una lesbiana estuviera a cargo
de una de las comisiones más importantes en la legislatura”.
Costos sociales de la discriminación
¿Cuáles son las consecuencias de la discriminación en la vida de las
personas? Desgraciadamente la discriminación contra homosexuales, bisexuales,
transexuales y travestis adquiere tintes de agresiones físicas, burlas,
violaciones, etcétera, que llegan a derivar frecuentemente en asesinatos y
crímenes sumamente sádicos y llenos de coraje. Un entrevistado habla sobre el
asunto:
De los 900 casos de asesinatos de gays y lesbianas en México, 100 son de
adolescentes y 90 de ellos fueron asesinados por sus propias madres, por sus
propios padres o por sus hermanos. Aquí juega un papel importante el miedo al
rechazo, a la no aceptación. Se daña la autoestima, la persona se siente
ingrata, mal hijo, pervertido, desviado, peligroso para las personas que ama.
También resultaría interesante ver los índices de suicidio entre las personas
que han llegado a esta situación por su propia orientación y el miedo a no ser
aceptados.
En ocasiones las agresiones son tan insoportables que las personas deben
exiliarse de sus comunidades de origen y migrar hacia lugares donde sean menos
acosadas y perseguidas. El daño psicológico que acarrean las agresiones
mencionadas es causante de un estigma social muy fuerte, que a su vez provoca
depresión, miedo, alcoholismo, drogadicción, ostracismo, elevado estrés e
incluso el suicidio.
Asimismo, la prácticas de riesgo resultan también consecuencia del malestar
psicológico generalizado que sufren quienes son objeto de discriminación. Una
entrevistada considera lo siguiente con respecto al sida:
La discriminación es una de las causas de que la epidemia no se haya
acabado. Porque a una persona estresada, angustiada y con baja autoestima que
se le presenta tener una relación sexual va a experimentar el sentimiento de
ser querido, de ser amado, de estar cobijado, de que pertenece a alguien, y en
ese momento se olvida del condón. Para acabar con el sida habría que estudiar
todas esas causas psicológicas.
Algunos de los
problemas sociales que afectan a terceras personas y que son ocasionados por el
miedo a asumir la homosexualidad propia debido al estigma social que ésta
conlleva pueden ser los siguientes:
“A veces algunos homosexuales y lesbianas intentan cubrir este estigma
casándose, y entonces suelen aparecer problemas de pareja muy severos”.
Por otro lado, la
discriminación ocasiona desempleo y miseria económica, obligando a las personas
homosexuales a dedicarse a actividades específicas como son la estética, la
cosmetología y las manualidades. Particularmente, orilla a los transexuales a
la prostitución y en muchos casos al suicidio. En términos de la comunidad
política, los costos de la discriminación son altísimos, ya que dichas
prácticas vulneran las libertades de todos los ciudadanos. Una entrevistada
señala al respecto:
“Cualquier represión homosexual debe verse como represión a la
libertad de todos. El costo de no defender a una persona repudiada o
estigmatizada por su orientación sexual equivale a perder libertades. No atacar
esa discriminación nos acerca a la pérdida de nuestras libertades: de
expresión, de prensa, etcétera”.
La democracia, que
ha sido lentamente construida en el país, se ve esencialmente vulnerada cuando
se discrimina a los sectores minoritarios, lo cual provoca un cuestionamiento a
los organismos públicos imposible de ser ignorado:
Si queremos democracia tenemos que empezar por nosotros mismos y entender
que dicho sistema conlleva vivir aceptando la diversidad. No seremos un país
democrático si no arreglamos esos problemas y los seguimos silenciando.
Recientemente salió una encuesta sobre discriminación y resultó que la gente se
asustaba. Así somos los mexicanos, así hemos sido educados y no tenemos por qué
espantarnos, sino más bien preocuparnos por cambiar esas cuestiones.
La discriminación
también provoca una ausencia de reconocimiento legal de las personas
homosexuales que les garantice los mismos derechos que a las demás. Asimismo,
impide que exista una política sanitaria adecuada y abierta para la prevención
del VIH. Además, las comunidades religiosas se fragmentan y pierden a miembros
valiosos. En la misma línea, la discriminación ocasiona que se evite apoyar los
proyectos de personas homosexuales, bisexuales y transexuales, desperdiciando
así el enorme potencial productivo y creativo que podrían desarrollar.
Maneras de enfrentar
las prácticas discriminatorias
¿Cómo hacen frente
los individuos y las organizaciones a los tratos excluyentes e inequitativos
por parte de los organismos públicos y de la sociedad? Generalmente a través de
la denuncia pública. Por un lado, en las instancias gubernamentales, como son
las instituciones judiciales, los institutos de atención a las mujeres y las
comisiones nacionales y estatales de derechos humanos y, por el otro, por medio
de manifiestos públicos, firmando y participando contra el rechazo en cuestión.
Cuando se presentan
agresiones personales y directas en lugares públicos las acciones van desde
quejarse en el lugar mismo y posteriormente boicotearlo, dejando de asistir y
haciéndole la fama de discriminador que es, hasta repeler la agresión y tratar
de evitar conflictos que generen mayor violencia. La estrategia en algunos casos es repeler
la agresión con argumentos concisos. Además, la acción política y las alianzas
comunitarias con fines políticos han sido maneras de enfrentar la
discriminación para conseguir soluciones legales de respeto a la diferencia. La
migración es también un modo de enfrentarla, tal como relata una entrevistada
respecto de los homosexuales:
“En general, los
homosexuales enfrentan la homofobia desplazándose hacia lugares donde no sea
tan común. De ahí que la gran mayoría se dirija hacia las grandes ciudades.
Tienden a ir a donde serán mejor aceptados o donde por lo menos podrán pasar
inadvertidos entre la masa. Esa es la mejor manera de lidiar con la homofobia”.
En términos más
individuales las opciones han sido constituir nuevas familias, llamadas también
“familias por opción”, y crear redes de solidaridad a fin de contar con los
servicios necesarios para vivir de manera adecuada. Las organizaciones, a su
vez, enfrentan la discriminación trabajando aún más, siendo más informativas,
atendiendo con mayor calidad, apoyando las campañas públicas y asistiendo a los
foros y programas de radio y televisión a los cuales son invitadas.
Consecuencias
sociales y políticas de enfrentar la discriminación
Cuando se enfrenta
la discriminación de las diversas maneras ya expuestas las organizaciones tienen
que pagar ciertos costos. En términos políticos son calificadas de “radicales”,
lo cual les ocasiona un menor acceso a los fondos públicos o privados y a las
consultorías públicas. En algunas ocasiones han debido enfrentar amenazas a su
integridad física, intervención de teléfonos y sustos. En términos sociales,
hacer frente a la discriminación puede provocar aislamiento social, pérdida de
amigos, burla y descrédito, como lo muestra el testimonio de un entrevistado:
“Se trata
sistemáticamente de desacreditar lo que nosotros decimos. A veces dicho
descrédito es muy ingenuo; después de algún debate, cuando ya no tienen
argumentos, me preguntan si soy homosexual o heterosexual, porque en el fondo
la intención es desacreditar”.
Por otra parte,
enfrentarse a los tratos discriminatorios acarrea quedarse sin empleo, ser
obligado a revelar la orientación sexual y, en ciertas ocasiones, ser
extorsionado. Algunas organizaciones consideran que hacer frente a la
discriminación mediante la denuncia o el enfrentamiento cara a cara tiene un
gran valor por el que merece la pena correr los riesgos. Además, piensan que
los costos por plantear el respeto a la diversidad sexual no son nunca mayores
a la satisfacción de defender los derechos humanos de una o de varias personas.
La homofobia como el miedo irracional a la diferencia sexual
En México no sólo las personas son homofóbicas sino que también lo son las
instituciones públicas y privadas, como las iglesias y las empresas nacionales
y transnacionales. La homofobia se define básicamente como el miedo a lo
diferente y desconocido en términos sexuales y se expresa a través del rechazo
y la violencia. En general, se deriva de los prejuicios contra las personas
homosexuales, de la falta de información, del machismo y de la rigidez de los
roles sexuales. Un entrevistado considera lo siguiente:
La homofobia deriva de la concepción machista de los roles sexuales y
sociales que tiene el hombre desde su nacimiento y que se resume en ser la
punta de este iceberg social. El hombre es la máxima figura en una estructura
social determinada, y si no posee ciertos rasgos masculinos como la fuerza o el
temple no es considerado hombre. Estos términos o roles son meramente
culturales. Por supuesto, una mujer puede ser fuerte y tener un temple aún
mayor que un hombre heterosexual, o un hombre heterosexual puede participar de
la condición femenina de la sensibilidad sin ser mujer.
La homofobia también está relacionada con el argumento de que los
homosexuales y las lesbianas no van a contribuir con descendencia, lo que en
términos biológicos los convierte en inútiles. Ello se deriva de la falsa
visión de que los roles sexuales deben copiar a la biología tal cual es, pero
el sexo, como expresión humana, también es una construcción cultural y no sólo
sirve para tener hijos. En este mismo sentido otra entrevistada opina:
La homofobia es un odio irracional hacia lo desconocido o lo catalogado o
encasillado como formas no adecuadas de comportamiento. Así pues, conlleva muy
altas cargas peyorativas, de castigo y estigma, y sobre todo el desconocimiento
sobre; si las personas de la diversidad sexual pueden ser o no nocivas, pueden
ser o no peligrosas. Durante mucho tiempo se habló de desórdenes mentales,
corrupción, perversiones, desenfreno, etcétera, por lo que la homofobia está
relacionada con el miedo a lo aprendido.
Algunos entrevistados consideran que la homofobia es una enfermedad y como
tal tiene manera de revertirse y curarse, aunque se requiere de tratamiento. No
sólo se da entre los heterosexuales sino también entre los homosexuales, en la
medida en que forma parte de la cultura aprendida y es internalizada por todos
de una u otra forma. El relato del siguiente entrevistado considera que la
homofobia debe tratarse de una manera diferente a fin de que su extinción
resulte efectiva:
Es menester desexorializar la homofobia, que apenas está insertándose en el
discurso. A mi juicio, uno de los errores en los cuales hemos incurrido es en
pensar que la homofobia está totalmente ligada a la homosexualidad, pero eso
no es cierto. Hay homofobia entre los heterosexuales, y no está precisamente
ligada a los homosexuales. Los homosexuales somos un grupo que se ve afectado
por la homofobia; sin embargo, si seguimos insistiendo en esa supuesta relación
entre la homofobia y la homosexualidad la gente no homosexual se desentenderá
del tema.
Algunos entrevistados relacionaron la homofobia con otras manifestaciones
de rechazo social, como el antisemitismo:
La homofobia es pariente del antisemitismo, pues la mecánica es la
misma: hacer monstruos de nosotros y dibujarnos terribles, como una amenaza,
que es lo peor que puede pasar. Se trata de mantenernos lejos o de que no
existamos, e incluso, si es necesario, de destruirnos. Así, mucha gente ha
gastado energía, tiempo y recursos para esconder cuántos somos y,
desgraciadamente, es uno de los mayores males de nuestra sociedad. Hasta hace
poco era parte de la forma de ser del mexicano. Para ser macho era menester
“matar putos”, algo que actualmente se da menos pero que todavía existe.
Los prejuicios
sexuales
Para algunos
entrevistados hablar de homofobia implica medicalizar el debate y enfermar a
las personas que no aceptan la diversidad sexual, de la misma manera en que
éstas tachan de “enfermos” a homosexuales, bisexuales y transexuales. Por
ello, afirman que el rechazo a la homosexualidad, la bisexualidad y la
transexualidad es una cuestión de prejuicio sexual, y sobre estos prejuicios se
debe trabajar para matizarlos o eliminarlos. Un participante en estudio
comenta:
La homofobia no
existe, no es una fobia, se trata de un concepto muy equivocado. Lo que existen
son los prejuicios sexuales y, por tanto, hay una visión desde la perspectiva
social de cómo armar campañas de psicología social contra los prejuicios.
Plantearlos como fobia, etiquetar a todos aquellos que nos caigan mal puede
servir políticamente, pero conceptualmente es una estrategia destinada al
fracaso si reparamos en algo que señalan los conservadores y que me parece muy
cierto: ‘Los homosexuales dicen que nosotros somos homofóbicos, que estamos
enfermos, pero no es cierto, nuestra posición es ideológica, no una
enfermedad’. Eso está claro, pero cuando afirmas que el prejuicio sexual es
ideológico tienes que armar una campaña de tipo ideológico y no una campaña
nada más para estereotipar a los contrarios. Se trata de un prejuicio
ideológico y como tal hay que trabajarlo.
Asimismo, algunos
consideran que los prejuicios sexuales no son trastornos psicobiológicos o
patológicos como las fobias, sino que tienen que ver con la transgresión de los
roles de género. A continuación la voz de un entrevistado al respecto:
“Existe un teórico
que piensa que la homofobia no es más que heterosexismo y prejuicio sexual.
Éste tiene que ver no solamente con los gays, sino con las transgresiones de
género. De hecho, los gays tenemos problemas no tanto por ser gays sino por las
transgresores de género. Por otra parte, heterosexismo es el prejuicio
ideológico que consiste en pensar que todos debemos ser heterosexuales”.
Cuando se habla de homofobia las diferentes comunidades de la red
LGBT consideran que es menester hilar más fino y clasificar las denuncias en
“lesbofobia”, “bifobia” y “transfobia”. Siguiendo con la misma línea de que la homofobia supone traspasar
los roles de género establecidos, un entrevistado considera lo siguiente:
“La cuestión de la
homofobia tiene que ver con una escala de valores sobre todo típica de los
hombres. Un par de mujeres pueden saludarse de beso, abrazarse, tener un trato
afectivo y no sucede nada, pero cuando ocurre con los hombres, inmediatamente
se mueve un esquema tradicional de masculinidad y se cuestiona todo. Es
necesario comenzar a poner todo eso en tela de juicio”.
Sectores afectados por la homofobia y los prejuicios sexuales
Las organizaciones participantes en la investigación consideran globalmente
que la homofobia y los prejuicios sexuales afectan a toda la sociedad
mexicana, aunque a los diferentes grupos en distintos niveles. En primer lugar,
padecen la homofobia quienes la sufren directamente: lesbianas, homosexuales,
bisexuales, transexuales y travestidos:
“Creo que los más afectados indudablemente son las personas que pertenecen
a la diversidad, que son homosexuales, porque se ven coartadas muchas veces en
sus desarrollos laboral, familiar e interpersonal”.
Por otro lado, la familia y los amigos cercanos también son objeto continuo
de discriminación, en la medida en que el estigma está puesto en el origen de
la homosexualidad, ya que se sospecha del trato de los padres y la
homosexualidad de los hermanos. Asimismo, las personas cercanas se ven
obligadas a moderar sus actitudes, por ejemplo, en términos de cariños y
abrazos, para no provocar interpretaciones erróneas sobre su identidad u
orientación sexual. La homofobia también afecta el desarrollo afectivo de las
familias, como se expresa en la siguiente respuesta:
Hay muchos padres heterosexuales que quisieran ser más tiernos con sus
hijos o interactuar de otro modo con ellos, pero no pueden, no se dan el
permiso porque finalmente está la cuestión del machismo, de la concepción de
las masculinidades hegemónicas; que no les permite acercarse emocionalmente de
esa manera a sus hijos (o nada más lo pueden hacer con sus hijas) porque si lo
hacen siempre está ahí el temor latente de que los van a convertir en
homosexuales, como si la homosexualidad fuera una cuestión de ternura. La
homofobia afecta a todos, de diferente manera, pero a todos.
Por otra parte, tomar acciones violentas y discriminatorias basadas en los
prejuicios sexuales y en la homofobia también produce consecuencias en los
agresores y en quienes las generan:
“Nos afecta a todos y quizá más al homofóbico que al agredido. A éste le
puede causar estrés o angustia, pero tal vez no le dé importancia en caso de
ser un gay convencido. Sin embargo, al homofóbico (como a cualquiera) no le
beneficia sentir odio por otra persona, pues eso carcome, resta libertad,
puede incluso causar sentimientos de culpa en caso de agresiones”.
Las organizaciones que trabajan en la prevención y atención de las personas
con sida se ven afectadas particularmente por los prejuicios contra los
homosexuales: Hace dos años que llegamos a esta colonia. Los vecinos se
enteraron de que se trataba de una clínica para personas infectadas con sida y
mandaron cartas a la Presidencia. Nos quisieron cerrar el espacio, no querían
permitir que abriéramos, de modo que tuvimos que sensibilizarlos y explicarles
que iba a llegar gente de todas las orientaciones sexuales:
Jóvenes, hombres, mujeres y amas de casa con VIH que necesitaban nuestros
servicios. Decían que iba a salir una aguja volando y que pasaban niños de
secundaria que posiblemente resultarían infectados. Todo tiene que ver con la
falta de información, pero también se debe, en parte, a la homofobia, porque se
sabe que los más infectados con VIH son los homosexuales.
Otro problema es que nos resulta difícil obtener donativos o apoyos para
nuestra labor. Cuando hablamos del VIH-sida, del condón o de la diversidad
sexual hay gente que niega los apoyos. En realidad consideran que la homofobia
y los prejuicios sexuales afectan a todos aquellos que viven en un ambiente
social discriminante, impidiendo conocer a nuevas personas, no permitiendo
acercarse a los diferentes y reduciendo drásticamente la productividad de los
seres humanos:
La homofobia también supone un enorme costo para los heterosexuales. No me
quiero imaginar cuántos músicos, bailarines, poetas y pintores ha perdido este
país. Muchos hombres me han contado cómo sufrieron en su infancia por no ser
rudos y duros sino más bien reservados, tímidos y sensibles. Y he oído esto de
hombres que ni siquiera eran homosexuales cuando crecieron, sino de hombres
heterosexuales que por ser un poco diferentes del molde machista fueron
estigmatizados y sufrieron una pesadilla durante toda su infancia y
adolescencia. En la machista sociedad mexicana, si eres un niño sensible, si
quieres ser bailarín o pintor te van a tildar de homosexual. También sucede con
las niñas, por supuesto, con las que quieren jugar a juegos de niños, vestirse
como niños o desarrollar profesiones masculinas.
Bibliografía:
Flores, Julia (2007). Diversidad Sexual y
los Retos de la Igualdad y la Inclusión. México: Consejo Nacional para Prevenir
la Discriminación.
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