Monday, June 8, 2015

Normalidad y Patología de la Sexualidad

Un tema que ha sido motivo de discusión permanente desde la creación de los estándares de evaluación de cualquier ámbito relacionado a la salud es la “normalidad”. Tradicionalmente la respuesta estadística ha sido la famosa “Campana de Gauss”, que establece una media de comportamiento en la población, y dentro de esta, existiría un enorme 80% dentro del cual cualquier conducta que se ejecute sería considerada “normal”. Inclusive este es el modelo que se adopta para la realización del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales que es avalado a nivel mundial.

Sin embargo, con respecto a la sexualidad, la realidad es un tanto más difícil para realizar este desarrollo. Si revisamos la historia de las clasificaciones, encontraríamos que la mayor parte de los comportamientos eran denominados como pecaminosos, perversos, enfermos o degenerados. Visión que provenía de creencias populares y la moralidad, más que de una visión objetiva respecto al sentir y vivir de la persona individual.

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Normalidad.

En la actualidad, la visión sobre este término dista mucho de la tradicional norma social, pues la clave se encuentra en la valoración y entendimiento de la subjetividad del individuo. Siendo claro y evidente que cada una de las personas ha sido socializada de manera distinta, y que las condiciones de vida en términos de educación, afecto, estrato socioeconómico, experiencia de pareja, familia y sexualidad son diferentes, no es posible que se establezca una evaluación que englobe el panorama social y el individual de manera efectiva.

El referente a la sexología, será la historia de la persona, las creencias, afectos, predisposiciones, prejuicios, aprendizajes y experiencias de vida; la cual calza con la línea de evaluación psicológica de la evaluación de la modificación de conducta de la psicología, pues en ésta se toman en cuenta los factores ya citados, dentro de lo que se conoce como repertorio base de conducta.

Se ha de tomar en cuenta entonces lo que implica la satisfacción para cada quién, y que dicha satisfacción no necesariamente concuerda con los estándares sociales. Es importante aclarar que, no porque ésta sea la concepción, se está de acuerdo en que se transgreda la ley; pues el cometer actos ilícitos o causar daños a terceros no se puede justificar bajo el esquema de que “lo más importante es mi satisfacción personal”.

De hecho, existen tres características que se han de tomar en cuenta para poder clasificar un acto o fantasía como normal:
Es egosintónico. Está de acuerdo con mi propia forma de ser, y que no genera un desequilibrio emocional, ni cognitivo para mi persona.
Se da el mutuo acuerdo. La práctica debe de realizarse de mutuo acuerdo, lo que implica que ambas partes conscientemente aceptan la práctica y sus posibles repercusiones; como por ejemplo si un varón decide con su pareja practicar troilismo incluyendo a una mujer, su pareja eventualmente se verá en la posibilidad de solicitar un varón.
No causa daño a terceros. Implica que personas externas o la ley no sean violentadas.

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Lo Erótico.

Será necesario verificar todo aquello que la persona ha aprendido a erotizar (lo que le significa sexualmente efectivo) o no; así como también el grado en que la expresión comportamental influye sobre la persona, pues esta intensidad puede variar para cada quién.

La clasificación puede ir desde lo no erótico ser expresión mínima (EM) o expresión acentuada (EA) y en el área erótica estaría la expresión erótica sexual a nivel fantasioso (EESF), la expresión erótica sexual mínima (EESM), la expresión erótica sexual preferida (EESP); y la expresión erótica sexual exclusiva (EESE).

Cabe destacar que este sistema clasificatorio es objetivo y neutral, pues se focaliza en la intensidad del erotismo que una persona tenga asignada a cualquiera de las expresiones comportamentales de la sexualidad, las cuales desde este panorama no calzan dentro de la idea de enfermedad, depravación, pecado, trastorno, etc.

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Expresiones comportamentales de la sexualidad.

Dentro de ellas se entiende cualquier comportamiento que se refleja de parte de la persona, y que puede ser entendido como una afiliación o gusto particular, el cual puede ubicarse en grados de intensidad de acuerdo a la erotización que se haya asignado a esta expresión comportamental. Dentro de este listado se encuentran:

Escoptofilia: la cual consiste en el placer por mirar cuerpos, expresiones amorosas u ambas de otras personas.
Logofilia: la cual consiste en el placer por leer textos
Linguofilia: que consiste en el placer por decir o verbalizar.
Gastrofilia: que es el placer por los alimentos.
Zoofilia: la cual consiste en el placer hacia los animales.
Iconofilia: expresión que consiste en ver figuras gráficas como fotos.
Tribofilia: la cual consiste en el placer de tocar o ser tocado.
Audiofilia: la cual consiste en el placer por escuchar.
Necrofilia: la cual consiste en la atracción por lo muerto o la muerte en sí misma.
Urofilia: la cual consiste en el placer por la orina o mirar orinar
Masturbación: la cual consiste en el placer de causarse placer.
Gerontofilia: que es la atracción por personas de mayor edad.
Coprofilia: la cual consiste en el placer por la heces o por mirar el acto de defecar.
Fetichismo: la cual es la atracción por objetos específicos.
Juegos sadomasoquistas: en ella la persona gusta del dolor físico, la humillación, la vejación y la dependencia.
Grafofilia: que consiste en el placer por escribir.

Es importante aclarar cómo deben de entenderse estas expresiones comportamentales. Tomemos por ejemplo la Grafofiflia, que es placer de escribir. Por ejemplo en las áreas no eróticas la persona que escribe recados constantemente sería un grafofílico en expresión mínima; más sin embargo si es detallista y meticuloso en su escritura sería el caso de una expresión acentuada. Dentro del área erótica puede existir un placer particular por la escritura cómo quien fantasea con ser un gran escritor, o bien quien escribe novelas románticas y eróticas que pueden ir variando en explicitad, hasta llegar al punto de expresión comportamental exclusiva como fue el caso del célebre Marqués de Sade.

Como se puede observar, absolutamente todas las personas tendrían entonces alguna afiliación por cierta expresión comportamental de la sexualidad, la diferencia estriba en si existe erotización o no, y en la intensidad que se le da dentro de la erotización.

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Patología

La característica esencial de las patologías sexuales (parafilias) es la presencia de repetidas e intensas fantasías sexuales de tipo excitatorio, de impulsos o de comportamientos sexuales presentes por al menos un periodo de 6 meses, que por lo general engloban:

Objetos no humanos.
El sufrimiento o la humillación de uno mismo o de la pareja.
Niños u otras personas que no consienten

Para algunos individuos, las fantasías o los estímulos de tipo parafílico son obligatorios para obtener excitación y se incluyen invariablemente en la actividad sexual. En otros casos las preferencias de tipo parafílico se presentan sólo episódicamente (p. ej., durante períodos de estrés), mientras que otras veces el individuo es capaz de funcionar sexualmente sin fantasías ni estímulos de este tipo.

El comportamiento, los impulsos sexuales o las fantasías pueden provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Pueden intentar la representación de sus fantasías en contra de la voluntad de la pareja, con resultados peligrosos para ella (como en el sadismo sexual o en la pedofilia). Como consecuencia de lo anterior, el individuo puede ser detenido y encarcelado. Las ofensas sexuales hacia los niños constituyen una proporción significativa de todos los actos sexuales criminales documentados, y los individuos que padecen exhibiciones, pedofilia y voyeurismo comprenden la mayoría de los procesados por delitos sexuales. En algunas situaciones la representación de fantasías de tipo parafílico puede conducir a autolesiones (como el masoquismo sexual).

Las relaciones sociales y sexuales pueden verse afectadas si la gente encuentra que el comportamiento sexual del individuo es vergonzoso o repugnante o si la pareja se niega a participar en sus preferencias sexuales. En algunos casos, el comportamiento raro (p. ej., actos de exhibicionismo, colección de fetiches) constituye la actividad sexual principal del individuo. Estos individuos rara vez acuden espontáneamente a los profesionales de la salud mental. Cuando lo hacen es porque su comportamiento les ha ocasionado problemas con su pareja sexual o con la sociedad.

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Lo Anormal

Aunque en estos tiempos el sexo ya no es pecado, no es desbordado, ya que afortunada o lamentablemente, existen marcos que determinan los mínimos y los máximos del sexo en nuestra sexualidad, y si el individuo se sale de este marco sería el otro (la prostituta, el enfermo, el aberrado, el raro) que no está en la “supuesta normalidad” del nosotros. Esta ideología moderna fue tan seguida que se globalizó en todos debido a: “dos hipocresías simétricas: una, dominante, de la burguesía que negaría su propia sexualidad; otra, inducida, del proletariado que por aceptación de la ideología de enfrente rechaza la propia”.

En la sociedad moderna, el sexo es igual a secreto, censura, controversia. Una “ocultación” para con el sexo, creando una incitación propia de estudio. El secreto del tema nos hace hablar más de él. El secreto es el mecanismo impulsor de la sexualidad parlanchina. En unas líneas de La voluntad del saber” (Focuault) se hace referencia a este punto de la siguiente manera:Como si el deseo de hablar de él y el interés que se espera hubiesen desbordado ampliamente las posibilidades de la escucha, algunos han puesto sus oídos en alquiler.

La deformación de nuestra sexualidad es un hecho desde el siglo XVIII. Desde entonces se ha creado un bucle reproducción sexualidad, que enmarca los territorios de la sexualidad “buena”. La “mala” es todo lo infecundo, todo lo que no tiene generación como fin, situando fuera de “lo normal” a toda práctica sexual sin motivos reproductivos. Por ello, se genera en la familia el hogar ideal del sexo en la modernidad, ella es la que traza las fronteras entre lo debido y lo no-debido, lo normal y lo descarriado. Se protegía ferozmente la monogamia matrimonial, todo fuera de esto era considerado un pecado grave.

Todo lo “irregular”, “raro”, “extraño” en cuanto a sexualidad, era una abominación, una cuestión medicalizable, esto era castigable con los argumentos del derecho canónico y las leyes civiles. Desde el siglo XVII, se han incrustado en la mente humana “perversiones” que determinan y describen lo irregular en nuestra sexualidad. Ha creado clasificaciones sexuales, determinado territorios de cada una, creándose con esto sexualidades periféricas a partir de “la medicalización del sexo y la psiquiatrización de sus formas no genitales.

Aunque la sexualidad no es controlada como antes por la Iglesia, en nuestras sociedades, estas rarezas sexuales pueden ser vistas como un delito moral y más con la mencionada secularización sexual, la medicina y sus logros ha creado toda una serie de patologías orgánicas, funcionales o mentales para “catalogarlas”. Es decir, la ciencia moderna y sus especializaciones en sexualidad (scientia sexualis), no buscan intensificar el placer, sino más bien establecer rigurosos análisis de todo el pensamiento y acción que concierne placer, construyendo así un vasto esquema de anomalías, de perversiones, de especies de sexualidad que pintaban como “anormales”.

Es posible que Occidente no haya sido capaz de inventar placeres nuevos, y sin duda no descubrió vicios inéditos. Pero definió nuevas reglas para el juego de los poderes y los placeres: allí se dibujó el rostro fijo de las perversiones (Foucault). Esta fuerte necesidad de árbitro moderno, crea una estructura netamente científica para explicar la sexualidad humana, alternativamente, significa que la experiencia científica y no la individualidad del sujeto, puede explicar el sexo.

Las primeras víctimas en beber el veneno de los dispositivos de contención sexual modernos fueron los niños. Se crean instrumentos pedagógicos para incrustar paradigmas errados pero “buenos” en los jóvenes, para así minimizar las perversiones y “rarezas sexuales” en la sociedad. Esta implantación perversa está fundamentada en la cientificidad del sexo. La “verdad sexual” la tenía el maestro, extendiéndose infinitamente por calles y avenidas, por los comentarios del alumno enseñado, el alumno que crece para convertirse en un hombre de bien, que jamás caerá en “perversión”. Se observa hasta con los ojos más ciegos, que se le ha puesto desde la niñez un gran “dique al desarrollo sexual con el asco, la vergüenza y la moral” (Freud), estas tres palabras han sido los pilares donde se fundamenta la ocultación de la sexualidad humana.

Como consecuencia directa de la institucionalización de la perversión y la ocultación en el sexo, la policía y los entes del Estado, han perseguido a los “anormales”, prostitutas, y locos sexuales desde la modernidad. Aun así se ha difundido esta “anormalidad”, quedando algunos afuera, pues cabe destacar que la policía siempre llegó tarde a la fiesta, escapándose muchos de estos “anormales”.




Bibliografía
Tomado y editado de: Moncrieff, H. (2007). Sexualidad  y Sociedad Moderna: El Saber de qué aún no somos del todo “Libres”. Revista de Filosofía “a Parte Rei”.
Tomado de: López, Juan José; Aliño, Ibor; Valdés Miyar, Manuel (2002); Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM – IV TR); Ed. Elsevier Masson; México D.F.
Tomado y editado de: Ruiz, Eduardo y Guerra, Galo (2006); El Concepto de Normalidad en Sexología.

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