Wednesday, June 24, 2015

Sexualidad en la Actualidad I (Historia, Represión y Biopoder)

La dimensión sexual es individual; construcción, vivencia y expresión son cuestiones de índole personal, además de que depende de nuestros deseos y capacidades. Que esa vivencia personal y relacional sea fuente de dificultades, conflictos y sufrimientos tiene que ver en buena medida con la cultura y la sociedad en la que nos hemos construido y en la que vivimos, que nos lleva a vivir el cuerpo como una máquina y a establecer relaciones entre los sexos con dinámicas paterno – materno filiales, de caridad cristiana, mercantiles y mecánicas.

Debemos tomar conciencia de que no tenemos un cuerpo, somos un cuerpo y además un cuerpo biológico e individual y que no nos moveremos por instintos sino por deseos a través de nuestras capacidades que suponen a su vez unas dimensiones biológica, psicológica y social integradas en cada persona sexualmente. La sexualidad es un arte no una técnica y el arte es atemporal.

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Sexualidad… Historia, Represión y Biopoder

No es extraño que la Sexualidad y la represión se escuchen al mismo tiempo; en la propuesta histórica de Foucault, se nota que en la cultura occidental, la Sexualidad y su uso han sido limitados, especialmente por la clase burguesa y el inicio del capitalismo. Pero esto nos hace pensar… ¿Qué tanto es posible reprimir una parte tan importante del ser humano?... Lo cierto es que esta limitación generó en la cultura una presión que debería liberarse en cualquier momento, como sucedió aproximadamente en los años 60’s, con un cambio de pensamiento y lucha por la liberación, y en los 70’s, con la manifestación de la comunidad homosexual exigiendo respeto y derechos igualitarios, sin duda alguna, épocas de revolución pacífica. “Lo propio de las sociedades modernas no es que hayan obligado al sexo a permanecer a la sombra, sino que ellos se hayan destinado a hablar del sexo siempre, haciéndolo valer, poniéndolo de relieve (…)” (Foucault, 2005).

Es cierto que las prácticas sexuales habían sido, y siguen siendo limitadas, y en algunos casos, castigadas, pero no es justo darle todo el crédito a la represión como el único factor que desencadena todos estos sucesos en torno de la Sexualidad. Para esto se debe entender que la conducta del ser humano se puede dirigir de dos formas. Una es el uso de las leyes, poner una distinción entre lo licito y lo ilícito; por otro lado, las ideas que la gente tenga respecto de un tema son igual de influyentes, llevándonos a establecer una normalidad y una anormalidad; estas cuestiones legales e ideológicas permitirán desarrollar dos nuevos términos: el “Despliegue de Alianzas” y el “Despliegue de la Sexualidad”. “Entre el Estado y el individuo, el sexo ha llegado a ser el pozo de una apuesta, y un pozo público, invadido por una trama de discursos, saberes, análisis y conminaciones” (Foucault, 2005).

En el Despliegue de las Alianzas, el punto que marca la pauta de regulación social es el matrimonio, pero no una relación fundada por la moral o el amor, sino que era el establecimiento de un negocio; el marido y la mujer eran los socios que debían legitimar el poder, la propiedad y la riqueza de la familia, heredando estos “privilegios” a sus hijos de sangre, frutos de una madre que contrajo matrimonio aun siendo virgen y que fuera fiel a su marido. Este despliegue regulaba la Sexualidad de modo externo, en el ámbito sociocultural, imponiendo la línea de la legalidad y la ilegalidad.

Pero este no es el único mecanismo para poder controlar la conducta de la sociedad, en el Despliegue de la Sexualidad, las cuestiones internas de los individuos son la principal guía, una idea que cada uno adopta sobre las prácticas sexuales y que permite delimitar su naturaleza, alcance y que tanto es permitido el manifestar nuestra Sexualidad. Este despliegue no es visto como una obligación, sino que es una convicción del ser humano. Su importancia, es que permite dar cuenta de que todas las personas tienen una Sexualidad, y por esta razón, no se necesita de una regulación donde intervengan las leyes.

Leyes e ideas desde el inicio no pueden ser mezclados, pues la primera tiene el fin único de darle una continuidad y fuerza de la economía familiar, por esta razón, y al reconocer que hay una Diversidad Sexual, se imponen reglas que permiten el logro de este “éxito”, por lo que si el hombre (ya no se diga una mujer) es infiel o mantiene una relación homosexual, habrá una consecuencia, llevando al pago de una multa o a ser desheredado. En cambio, las ideas, que permiten formar una escala de normalidad, no se basan en distinguir lo que es permitido o no, se crea un estándar positivo, donde la Heterosexualidad siempre será lo correcto y bueno (esto también se refleja en las leyes); lo que permite comprender por qué la Homosexualidad se considera como algo antinatural.

“El sodomita era un relapso [pecador]; el homosexual ahora es una especie” (Foucault, 2005). Esta oración permite ver la clara distinción entre el Despliegue de las Alianzas y el de la Sexualidad; el sodomita (situado en el marco de las Alianzas), es simplemente un delincuente, es una persona que realiza una conducta que puede tener una consecuencia. Pero en el Despliegue de la Sexualidad, el homosexual es un ser con esencia y naturaleza, lo que sí, es que lo convierte en un delincuente, pero también en un perverso. Por esto, el marco ideológico es aún más eficaz, pues este permite controlar y guiar nuestros deseos, pues si se introyecta que la Homosexualidad es algo malo, se desarrollarán conductas  que sean el reflejo de esta idea, lo que llevará a discriminar, clasificar y tratar de normalizar a los demás.

Foucault (2002) menciona: “Escuchemos una vez más a Servan: (…) Un déspota imbécil puede obligar a unos esclavos con unas cadenas de hierro; pero un verdadero político ata mucho más fuertemente por la cadena de sus propias ideas (…); y sobre las flojas fibras del cerebro se asienta la base inquebrantable de los imperios más sólidos”. Así, se entiende que no es sólo una persona la que implementa una ley o idea en la sociedad, sino que es algo que se arma poco a poco, como resultado de las prácticas sociales, llámense médicas, psiquiátricas, religiosas, etc., de hecho Foucault responde a esta Hipótesis Represiva mencionando que lejos de ser algo de lo que no se podía hablar, la Sexualidad produjo muchos discursos que comenzaron a “rodear” a las personas, por esto, las categorías se deben considerar algo nuevo, decir que la práctica homosexual siempre ha existido es correcto, pero lo importante es que de este modo, dan inicio varios mecanismos de control existentes en nuestra actual sociedad occidental.

Una pregunta… ¿Las mascotas son seres sexuados? ¿Se puede decir que tienen una identidad sexual?... Aunque parezca irónico, se sabe que la respuesta es no, entonces… ¿Por qué los seres humanos no pueden vivir una Sexualidad sin clasificación? ¿Se atrevería usted a tener un acto sexual en vía pública como los animales?... La respuesta socialmente esperada es no, pero no porque sea un acto ilegal, sino por miedo al juicio y la mirada del Otro. Como ya se ha dicho, el Despliegue de la Sexualidad hace un corte tajante entre la normalidad y la anormalidad, una “Sexualidad normal” está limitada a la recamara matrimonial, mientras que la “anormal” es propia de los burdeles y manicomios, por lo que esto permite iniciar una clasificación de la conducta, y por ende, de la gente. Esto permite un acercamiento a lo que Foucault denomina “Scientia Sexuallis”.

Estos discursos sobre la Sexualidad y el inicio de la clasificación de las conductas, llevó a algo muy importante; los placeres que no se hablaban en ese entonces, comenzaron a ser cuantificados, es decir, el placer se limita a disfrutarse, es la parte compartida con los animales, pero como humanos, se puede analizar y medir la experiencia, se facilita el contabilizar ese placer a través de, por ejemplo, la confesión religiosa, el análisis médico y la interrogación psicoterapéutica, dando así la posibilidad de hablar a algo mudo. “Más que la uniforme preocupación de ocultar el sexo, más que de una pudibundez general del lenguaje, lo que marca a nuestros tres últimos siglos es la variedad, la amplia dispersión de los aparatos inventados para hablar, para hacer hablar del sexo, para obtener que él hable por sí mismo, para escuchar, registrar, trascribir y redistribuir lo que se dice” (Foucault, 2005). De esta forma surgen los trastornos, meras desviaciones de la “conducta normal” que facilitan la creación de leyes, y así controlar a la sociedad, normalizarla; otra forma de controlar la conducta, es “medicalizarla”, convirtiendo el comportamiento de la gente en patologías, y así se les puede designar como anormales de modo más sutil.

La Sexualidad siempre ha sido influida por códigos morales y tabúes, pero desde Foucault y su Despliegue de la Sexualidad, se habla de “cierto” y “falso”, lo que vuelve al placer una ciencia. “Lo importante es que el sexo no ha sido únicamente una cuestión de sensación y de placer, de ley o de interdicción, sino también de verdad y falsedad, que la verdad del sexo haya llegado a ser algo esencial, útil o peligroso, precioso o temible; en suma, que el sexo haya sido constituido como una apuesta en el juego de la verdad” (Foucault, 2005). Esto da origen a la Scientia Sexuallis, que se contrapone al “Ars Erótica” de las culturas orientales; en occidente el sexo se investiga, mientras que en oriente se ve al acto sexual como fuente de placer, que no está limitado a la recamara, sino que es expresado en la familia y la sociedad, como si fuera un bocadillo más en la vida que se debe disfrutar.

En conclusión, en lugar de reprimir el placer, se debe ser susceptibles de él, experimentar; dejar de limitar el placer a un simple acto que no va más allá de los instintos animales, para jugar con la erótica, ser parte del placer; es por decirlo de una forma coloquial, que “hay de chile, de mole y de dulce”; es ir más allá de lo que es correcto socialmente, llevar a cabo un Ars Erótica y dejar de lado la Scientia Sexuallis.

A primera vista, la investigación de Foucault hace pensar que la vida y la Sexualidad han sido manipuladas, dando como resultado una aparente libertad; misma que permite apreciar toda la represión ejercida por un “Poder” que tiene una sola persona, que reprime y subyuga a los que están debajo de él, y a considerar un “poder” descentralizado, donde todas las personas tienen, mediante las prácticas sociales, dan origen a la Sexualidad; en otras palabras, una sola persona puede reprimir, pero una sociedad, se vuelve creadora, y por ende consigue su liberación. “(…) en lugar de referir a la forma única del gran Poder todas las violencias infinitesimales que se ejercen sobre el sexo, todas las miradas turbias que se le dirigen y todos los sellos con que se oblitera su conocimiento posible, se trata de inmergir la abundosa producción de discursos sobre el sexo en el campo de las relaciones de poder múltiples y móviles” (Foucault, 2005).

Foucault también habló del Biopoder, que tiene como finalidad, no reprimir y castigar las acciones humanas, sino crear sujetos dóciles de los que se pueda obtener un beneficio económico y social; de este modo se entiende la represión de la Sexualidad como un intento por normalizar la reproducción, la natalidad, la muerte, etc., procesos biológicos de la vida, es una “disciplina del cuerpo”, misma que nos lleva a la última parte de este apartado.

Después de tanto abordar el cómo se crean las represiones y clasificaciones, y por lo tanto, la aparición de diversos tipos de sujetos y prácticas sociales, posturas presentes en “La Voluntad de Saber”; Foucault reflexiona en “El Uso de los Placeres” y “La Inquietud de Sí”, sobre la forma en que las personas pueden modificar y crear su existencia. Para esto, hay que entender que la cultura grecorromana no veía la Sexualidad de forma legal, sino que era una cuestión Ética, los actos sexuales eran algo natural y bueno, pero que podían ser abusados; en cambio, a partir del cristianismo, todo lo relacionado con el “sexo” y sus aspectos negativos para la vida, dando el “origen” del pecado. Para los griegos y romanos, el problema no estaba en el acto mismo, sino en la forma de realizarlo, donde lo importante era la actividad y pasividad dentro de las relaciones.

Cuando Foucault planteó que se debe ser susceptible al placer, se refiere a una “Estética de la Existencia”, ser esclavo o pasivo era denigrante, pero un hombre libre no debería pasar por esto, sin embargo, podía convertirse en esclavo de sus deseos. Esta estética tiene como meta el volvernos amos de nosotros mismos, controlar los deseos nos permite ser mejores en la familia y la sociedad; a esto se le llamaba “Askesis”, un entrenamiento enfocado en alcanzar la “Epimeleia Heautou”, es decir, un cuidado de sí mismo, lo que permitirá un desempeño y un vivir bien dentro de la sociedad.

“(…) a través de los ejercicios de abstinencia y de dominio que constituyen la Askesis necesaria, el lugar que se concede al conocimiento de sí mismo se hace más importante; la tarea de ponerse a prueba, de examinarse, de controlarse en una serie de ejercicios bien definidos coloca la cuestión de la verdad – de la verdad de lo que uno es, de lo que uno hace y de lo que uno es capaz de hacer – en el centro de la constitución del sujeto moral” (Foucault, 2005). Con esto es posible dar cuenta de que Foucault era un crítico de movimientos sociales de liberación, debido a que el discurso utilizado refuerza o debilita los mecanismos de control contra los que se manifiestan; el camino para llegar al cambio social no es la revolución, sino la Estética de la Existencia. Es centrarse en el nivel micro de la sociedad, pues los cambios sociales y políticos no se dan por un decreto presidencial, sino por los desafíos y experimentos de la práctica local e individual de los límites que son impuestos, y en el experimento de ir más allá de ellos.

Ahora bien, para concluir este tema, se retomará el concepto de Biopoder, mismo que puede ayudar a comprender el por qué la Sexualidad se ha venido reprimiendo por parte de las instituciones. Paul Ricoeur (2007) definió al Tabú como “una prohibición arcaica, impuesta desde el exterior (por una autoridad), y dirigida contra los apetitos más fuertes del hombre”; es de suma importancia que se logre entender que dentro de la teoría psicoanalítica, siempre será la aparición de la ley la que permitirá dar el primer paso hacia la sociedad, y es que como mencionó Freud (2005) en Tótem y Tabú, “en el principio era la acción”, esta pequeña frase es la que permite entender que en un inicio, el sujeto realizaba conductas que podían ser toleradas por los demás, pero conforme la sociedad iba avanzando y teniendo más importancia, se impusieron leyes que permitieron regular las acciones de los sujetos.

Hablar de Biopoder, lleva a considerar la vida parte del juego político, con Foucault, es posible apreciar que, a pesar de que las leyes y normas de conducta estaban establecidas desde hace siglos, no es sino hasta que la economía gira hacia el capitalismo, cuando estas nuevas técnicas de gobierno aparecen, planteando así formas de “gobernar como es debido a los individuos”, y por ende, como es que esto repercute en los bienes y la riqueza de las familias. De esta forma, “el hombre occidental aprende poco a poco lo que significa ser una especie viviente en un mundo viviente, tener un cuerpo, condiciones de existencia, probabilidades de vida, una salud individual y colectiva, fuerzas que se pueden modificar…” (Lazzarato, 2000). Este proceso que se da a partir del cambio económico, es el que permite a la política inmiscuirse en la intimidad de las personas, así como manejar sus cuerpos y mentalidades, al mismo tiempo que la sociedad se individualiza y reclama ser “uno mismo”, sin darse cuenta que de esta forma están permitiendo la repetición de los  estándares y estereotipos de vida, que no son percibidos como imposiciones,  ahora son elecciones autónomas e independientes.

Pero en realidad, se debe empezar a hablar de una Biopolítica, que logra irrumpir con fuerza, a través de un mecanismo doble; por un lado, se encaminan las políticas que administran la vida, que se interesan por la misma, la encuadran, organizan, regulan y procesan. La otra cara de la moneda es más castrante, es decir que se encarga del control, la manipulación y la intimidación de los pobladores y de la ciudadanía. “En el primer sentido, se aspira a la individualización, a la realización de la persona y al desarrollo de los seres humanos. En su parte oscura, se les teme y se les intimida, se les inhibe y se les reprime” (Tejeda, 2012).

Estos temas tienen una amplia gama para ser abordados y se antoja el poder desmenuzarlos, pero dado que esta investigación no está centrada al entendimiento de la política,  es necesario retomar el camino y llegar a una conclusión de los conceptos, pues si bien estos pueden ser confundidos, la diferencia es muy sutil. La Biopolítica, es esa disciplina en la que se analizan los mecanismos por los que la política y el poder administran la vida, mientras que el Biopoder, se refiere específicamente a la intervención ya lograda del poder sobre la vida individual y sobre los cuerpos.

Anteriormente se pudo notar que la regulación de la conducta se da a través de dos procesos, el marco legal, del cual las instituciones son las encargadas de “controlar” las acciones de las personas y vigilar que las leyes sean cumplidas, y las normas, las cuales son creadas por la sociedad y permiten guiar la conducta bajo un estilo panóptico,  donde todos vigilan y encaminan la conducta de los demás, permitiendo así una mayor permeabilidad de las leyes en las personas, volviéndose un elemento más del cual las instituciones echan mano para regular a la sociedad. 

Es en este punto donde la vida debe ser considerada no solo como una cuestión biológica (que implica un discurso médico y científico), pues ahora se comienzan a mezclar cuestiones de juicios morales religiosos, donde la vida depende de Dios (es la Iglesia quien dispone de un discurso que le coloca como una disposición divina). Esto nos lleva a considerar que Ciencia (que provee nuevos conocimientos a la sociedad), Iglesia (que trata de encaminar la conducta del ser humano hacia un bien estar entre todos) y Estado (que crea normas de convivencia y legaliza las acciones de los sujetos con el fin único del bien común) forman “(...) [una estructura] que sostiene y es sostenida por la vida” (Mujica, 2007).

No obstante, ya existían ciertos parámetros sobre el estilo de vida y la correcta funcionalidad de las personas, mismos que ciertos grupos “conservadoreshan tratado de preservar, lo que forma estereotipos, y hablan de que la familia (principal sistema que se ve influenciado) debe estar basada en un modelo heterosexual y monogámico, con una serie de ideas sobre la reproducción que propone la Iglesia. De esta forma se empieza a comprender que la Iglesia siempre se ha preocupado por mantener una guía sobre las familias, que se ha ido consolidando gracias a la Tradición, que se maneja por cuestiones morales, éticas, y demás acciones que son consideradas “de buen gusto”.  

La Tradición no es tan difícil de comprender, esta es la base a través de la cual la Iglesia y la Familia se juntan para poder regular la vida, siendo el cuerpo una forma de control, pues en esta es donde se debe vigilar para “garantizar” el correcto desempeño de sus miembros, tanto en el control de la Sexualidad, como en el de la formación social, en sus relaciones con los otros sujetos y las instituciones; por esta razón, se remarca la importancia de la Familia en las culturas occidentales, es el principal grupo de referencia a través del cual el sujeto aprende a conducirse en la sociedad.

Un segundo punto que se le encarga a la Familia es el de disciplinar e imponer reglas de “buen comportamiento”. Si de inicio, la vigilancia es el terreno de seguimiento minucioso de las prácticas de las personas, la disciplina es la encargada de ordenar y llevar a modo de pastoreo a estos sujetos; así, con el paso del tiempo, se logran constituir hábitos. Pero no se puede dejar de lado el castigo, por medio del cual se podrá instaurar la Tradición; si los puntos anteriores no han sido suficientes para enmarcar al sujeto dentro de la manera correcta de ser, es obligado el uso de acciones que sancionen y reencaucen la conducta, y si esto no funciona, otras instituciones se encargarán de ello, como la escuela, el ejército o la cárcel. 

En épocas anteriores, la Tradición se daba mediante un poder disciplinario (vigilancia y castigo); pero en la actualidad, el Biopoder y la Biopolítica no pueden dirigirse a los cuerpos de esa manera, puesto que se debe respetar los derechos de las personas y sus “diferencias” (al menos discursivamente). Es así que el Biopoder no puede disciplinar directamente, como lo hace la Familia, por lo que se debe buscar maneras peculiares de acercarse a los sujetos y sus localidades. Este proceso ocurre a través de un proyecto moderno: el de la economía política, la construcción de leyes que regulen la vida. “Una economía política del cuerpo que gesta desde el biopoder una maquinaria que reconecta una vez más las formas contemporáneas de control con las formas clásicas” (Mujica, 2007).

Lo anterior permite la concepción de una “Economía Política del Cuerpo”, una de las tecnologías específicas de la Biopolítica, un mecanismo que regula la vida y pone un margen de acción para los cuerpos. En situaciones extremas, esta funciona a modo de constricción radical, se le dice al sujeto qué debe hacer con su cuerpo y se imponen formas de castigo para quien no cumpla esas normas, en las formas del liberalismo de las democracias occidentales, se ha tratado de ofrecer alternativas para la decisión libre. Para esto, se permite la construcción de roles específicos y alojados en el imaginario y en las prácticas sociales.

Del mismo modo, las técnicas dispuestas en esta política excluyen a lo diferente, lo que no es reproductivo y a aquello que no esta dentro del discurso del cuidado del cuerpo y el rechazo del placer. Es así como los homosexuales son excluidos y se les anula políticamente, no pueden casarse ni formar una Familia formalmente; esto es lo que ha generado acciones para exigir el respeto de sus derechos, pero hasta cierto punto, tienen el único fin de resistir a los mandatos políticos. “Foucault afirma que las minorías en las que la relación entre resistencia y creación es una cuestión de supervivencia política, no deben solo defenderse y resistir, ‘sino crear nuevas formas de vida, crear una cultura.’ ” (Lazzarato, 2000).

Además, esta Economía Política del Cuerpo se inserta en el sistema de disciplina de la Tradición. Es decir, lleva consigo la maquinaria del Estado-Iglesia-Ciencia, pero la diferencia sustancial reside en que en el sistema clásico, el centro regulador de esta política era la Familia, ahora es la ley del Estado la que demarca las posibilidades de acción de los sujetos. “La ciencia (los saberes formales) y el Estado (la política formal), que son los lados del triedro, funcionan ya que la estructura de la Iglesia es el centro. Este centro es el que subsume ambas formas de acción: la Iglesia es la que demarca las posibilidades y límites de la ciencia; al mismo tiempo, delimita las políticas del Estado. Desde luego, esto no quiere decir que la Iglesia sea la única al mando. Es, más bien, el centro de acción de este sistema de tres componentes, el nodo que articula y demarca los discursos” (Mujica, 2007).

Ahora bien, ¿Cuál es la importancia de toda esta explicación que se ha dado al respecto de la historia represiva de la sexualidad? ¿Qué tiene que ver el Biopoder en todo esto?... Entender como se ha establecido la represión en algo tan natural en los seres vivos, y más aún en los humanos, permite que se aprecie como han cambiado las ideologías sociales y políticas con respecto a esto. Recordemos que en las antiguas Grecia y Roma, la Sexualidad era parte del juego de la ética, pero conforme los altos mandos entendieron que una fuerza productiva es mejor cuando se les hace pensar en un “más allá” donde se puede disfrutar de un “paraíso”, a cambio del sufrimiento que una vida mundana y carente conlleva, es cuando el Biopoder alcanza su máximo esplendor, es donde el Estado y la Iglesia se logran unir fuertemente.

Dentro de este nuevo juego de la Política y el Poder, se ve como de inicio la vida es reprimida por las clases altas, pero conforme se van dando los cambios económicos y sociales, se van instaurando nuevas perspectivas de género, la sexualidad emprende un camino de regreso hacia el placer, ya no se habla solo de reproducción. Pero estos cambios no son gratis, las consecuencias fueron el desarrollo de diversos discursos que se lanzan a la sociedad, y dependiendo de las necesidades o preferencias de la gente, se van acoplando y atraen a sectores específicos de la población; queda vigente y respetado el derecho de Identidad y elección de las personas, pero de manera discreta, van permeando en el pensamiento, emociones y conductas de los sujetos hasta lograr una alienación.

Esto es lo que sucede cuando hablamos de Diversidad Sexual, aunque no es visible, pero las instituciones fomentan una heteronormatividad similar al Despliegue de las Alianzas, donde el matrimonio entre un hombre y una mujer es la única vía posible para conseguir derechos y capacidades que una persona soltera, o una relación homosexual no pueden lograr, aunado a esto, la Iglesia nos habla del pecado, un “deber ser” que muchas veces limita las necesidades más básicas de las personas, además de condicionar una perspectiva de género que en la actualidad podemos considerar “retrograda”.

Hoy en día, donde la sociedad exige igualdad y el respeto de sus derechos, lleva a la comunidad homosexual a entrar en el marco político, obteniendo lo que por ley se les negó, es la muestra de que el Estado puede “cambiar”, aun cuando la Iglesia mantenga su ideología. Por otro lado, la Ciencia se va integrando a este juego, primero con la patologización de las conductas “anormales”, que no están destinadas a la reproducción, aunque mediante las nuevas investigaciones y el surgimiento de nuevos conocimientos se elimina esta etiqueta de “perversión”; y aunque parezca absurdo, las otras dos instancias obtienen beneficios; por ejemplo, el Estado puede reconocer la diversidad y calmar el enfado de la sociedad, mientras que la Iglesia, encuentra nuevas razones por las cuales el “sexo” es un problema para la sociedad y la Familia.

Es así como la represión y el Biopoder dan un mejor entendimiento del por qué esta heteronormatividad se logró consolidar, nos hace entender que siempre, el Conocimiento, el Poder y la Religión serán discursos que para bien o para mal, seguirán influyendo en la sociedad, aun sin importar que sean aceptados del todo, o que generen la aparición de las llamadas “culturas de resistencia”.


Bibliografía:
Tomado de: Nonato, G. (2015). El Discurso de la Sexualidad. México: Universidad Latina.

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