Saturday, January 3, 2015

La Sexualidad en la "Discapacidad"

Si revisamos la información que podemos encontrar de la discapacidad a lo largo de la historia, nos daremos cuenta de las diferentes formas en que se ha tratado a estas personas, desprecio, rechazo, abuso, e incluso muerte, todo debido a que la discapacidad ha está fuertemente influenciada por estereotipos y mitos que, de una u otra forma, refuerzan una actitud de desigualdad en la sociedad. “(…) la sociedad ha demostrado poco interés respecto del tema de la discapacidad y esta actitud se podría interpretar como producto de varias razones, entre las que se podría citar que está siempre ha tendido a aceptar las decisiones del grupo dominante, donde se mira la discapacidad solamente desde la perspectiva médica y psicológica y no como un tema de interés social. La razón es simple, la sociedad ha sido construida para personas sin discapacidad, de tal manera que se niega la existencia de cualquier persona diferente, se invisibiliza a alguien por su diferencia y esta distinción es la que establece el límite entre los que se quedan dentro y los que quedan por fuera” (María Nidia González Araya, 2005).

La sociedad debe comenzar a tomar en cuenta al ser humano de manera general y reconocer la diversidad de sus integrantes, respetando sus derechos y necesidades, lo que permitiría que dichas personas puedan tomar el control de su vida, tomar decisiones y tratar de ser independientes, además de amplificar el panorama de la sociedad; por estas razones, debemos tratar de superar la perspectiva médica, donde el problema se centra en el individuo, pues este es deficiente o carece de destreza. Lo antes descrito solo ocasiona que las personas con discapacidad (reconocemos que no es el termino legalmente correcto), sean vistas como “poco normales”, dejándolos en un lugar con pocas ventajas en la sociedad, se les discrimina, se vuelven un sector de la población muy vulnerable y por ende se les violenta demasiado y de múltiples formas; “A ello se refiere Rodrigo Jiménez cuando afirma “la discriminación y la violencia contra las personas con discapacidad son manifestaciones sociales de una estructura de poder que encasilla a esta población en los niveles sociales más bajos del goce y disfrute de sus derechos humanos” (María Nidia González Araya, 2005).

Esto podría interpretarse como una forma de opresión que solo representa la limitada perspectiva de la sociedad, pues esta está estructurada y define y establece las diferentes formas de conducta de la sociedad, desde la represión hasta lo permitido, es una forma de oprimir y discriminar de forma legal, haciendo casi imperceptible las conductas hostiles que desde hace tiempo han tenido como única víctima a las personas que física o mentalmente no cubren los requisitos para ser “normales”. “Es decir, aceptar la norma es aceptar la sociedad misma y no salirse de su programación” (María Nidia González Araya, 2005).

De esto solo podemos decir que, la calidad de vida de las personas que viven con alguna condición que les “limite” hasta cierto punto, está afectada en demasía, y ya no hablar de la sexualidad, que estando determinada por el entorno social que rodea al sujeto, queda predefinida su actitud frente a temas de índole sexual y de pareja, situaciones que “definirán el grado de marginación o las posibilidades de que se desarrolle plena y armónicamente con sus potencialidades humanas” (María Nidia González Araya, 2005). Ante esto, no podemos dejar de lado la sexualidad de las personas con discapacidad, pues tiene el mismo sinnúmero de manifestaciones que en cualquier otra persona, tienen preguntas e inquietudes como aquellos niños, niñas, jóvenes y adultos que consideramos “normales”, por lo tanto se les debe escuchar y atender su demanda de información y brindarles la orientación suficiente para que les permita asumir una conducta responsable.


¿A qué llamamos sexualidad?
Si bien anteriormente hemos podido hablar sobre los aspectos biológicos que se integran en la sexualidad, también hemos apreciado que integra aspectos psicológicos y sociales, “de esta manera, podemos decir que la sexualidad trasciende totalmente la función biológica y cobra un sentido distinto donde se expresan integralmente las características propias de cada persona. Es uno de los ámbitos en los que la comunicación con otros y la expresión de afectos pueden alcanzar el máximo grado de profundidad e importancia” (Meresman, Sergio; 2012).

Es por esta razón que, habar de sexualidad, no solo es hablar de las relaciones sexuales, pues a diferencia de otras especies, los seres humanos contamos con otras características, como el erotismo, la intimidad, la búsqueda de placer y las diversas formas en las que se expresa el deseo y las formas de satisfacer esas necesidades. “Existen muchas maneras de sentir, vivir y ejercer la sexualidad, la que además van cambiando a lo largo de la vida, entre las diferentes personas y las culturas. No hay una forma única y que pueda considerarse ‘mejor’ o ‘peor’ que las demás” (Meresman, Sergio; 2012).

Como en otros temas se ha manejado, la sexualidad no se relaciona simplemente con el cuerpo, sino con el lenguaje, pues somos la única especie que lo hace así; esto nos permite comprender que la comunicación siempre será el único medio a través del cual se podrán relacionar las personas. Pese a que hemos ido abordando esta temática en diversos apartados, debemos recordar que no es fácil abordar estos temas en ningún momento, pues se involucran muchos temores, emociones, fantasías y tabúes. “La sexualidad a veces incluye situaciones complejas, difíciles de entender y que forman parte de una de las esferas más íntimas y privadas de las personas. La sexualidad humana no puede simplificarse” (Meresman, Sergio; 2012).


¿Por qué es importante la educación sexual?
La educación sexual, además de estar presente con nuestra conducta (gestos, acciones, miradas, etc.), también se hace presente a través de las palabras y lo que contamos a los infantes, niños, adolescentes y demás adultos con los que estamos rodeados, pero es tan importante lo que decimos como lo que callamos. Debemos dejar en claro que esta educación debe contribuir a que también se aprendan a reconocer y aceptar nuestros derechos; no solo hablamos del amor, sino que hay que tener en cuenta las relaciones y vínculos amistosos, de compañerismo, e incluso algunos sentimientos que se relacionan con la vergüenza, la incomodidad y el rechazo. Una educación sexual “debe ayudarnos a sentirnos cómodos en nuestra relación con las demás personas y también con nosotros mismos, nuestro cuerpo y nuestros sentimientos. (…) ayuda a desarrollar la capacidad de reconocer lo que sentimos, cuándo estamos cómodos y cuándo no. (…) es parte de los elementos protectores ante situaciones de abuso sexual, coerción o violencia” (Meresman, Sergio; 2012).

La vida cotidiana en familia es uno de los referentes que tanto niños como jóvenes  tienen a su alcance, y es aquí donde también aprender a relacionarse con los demás, y más importante, les permite y otorga una serie de factores que les permitirá desarrollar su identidad sexual. Las relaciones familiares permiten en un inicio, encontrar seguridad, aprender a recibir y dar afecto y construir su autoestima; además de que nos enseña la importancia de que predomine el diálogo, que seamos escuchados y comprendidos. Esto también es de importancia cuando nos referimos a niños, niñas y adolescentes con discapacidad, pues incluye una parte importante de los conocimientos y habilidades que necesitan para desarrollarse adecuadamente; ayudándoles a fomentar una actitud madura y mantener una visión positiva de sí mismos, ayudándoles a rechazar ideas equivocadas, tales como que no son dignos de ser amados o que nunca podrán formar una pareja. “Después de todo, la salud sexual es una parte importante de la salud física y mental. Y sobre todas las cosas la educación sexual es un derecho de los niños y niñas, que los adultos debemos respetar, promover y compartir con ellos” (Meresman, Sergio; 2012).


Cosas de Todos y Todas
Tener una discapacidad no nos hace diferentes en relación a los derechos de las personas; niños, niñas y adolescentes son personas sexuadas y es igual de importante el amor para ellos, como lo puede ser para nosotros. Hablamos del ejercicio de la sensualidad y sexualidad como algo que nos permite un desarrollo pleno.

“Existe un variado espectro de tipos de discapacidades: mentales, sensoriales, físicas, motrices, etcétera. Los niños y niñas presentan diferentes características según su discapacidad y eso se expresará en la vivencia y ejercicio de sus sentimientos y su sexualidad” (Meresman, Sergio; 2012). En general, la discapacidad no afecta el deseo sexual de las personas, solo condiciona en cierta forma el funcionamiento del cuerpo y la forma en cómo se percibe y accede a la sexualidad; pero no podemos negar que si suele tener ciertas limitaciones, como la capacidad de comunicarse, además de la imagen de sí mismo.

“El cuerpo es la primera imagen que uno da a los demás y se modifica a partir de los vínculos que establecemos” (Meresman, Sergio; 2012). En el caso de las personas con discapacidad, la propia imagen puede verse afectada debido a aspectos físicos que pueden ser diferentes, además de tener en cuenta elementos como prótesis, bastones, sillas de ruedas, orinales y sondas; lo que implica una serie de desafíos psicológicos en la construcción de la autoestima y el relacionamiento con los demás. La realidad es que muchas personas, desde pequeñas, enfrentan ciertas barreras que condicionan su forma de desarrollarse, y en gran parte, esto se basa a la ignorancia que muchas personas tienen con respecto a la discapacidad, teniendo consecuencias como:
Estigmatizan a las personas con discapacidad, negando y reprimiendo su sexualidad.
Disminuyen sus oportunidades protegiéndolos en exceso y aislándolos en el ámbito familiar.
Fomentan una baja auto-estima.
Impiden la participación de los niños y niñas con discapacidad en los espacios, conversaciones y oportunidades de intercambio, juego y relacionamiento (socialización) con otros niños.
Hacen que las propias familias tengan dificultades a la hora de tomar en cuenta sus necesidades de educación sexual y brindarles acceso a información preventiva.

Muchas veces, la forma en como hablamos y actuamos con respecto a las personas con discapacidad se ve influenciada por el temor, la falta de experiencia y los estereotipos que la sociedad tiene de estas personas, lo que en algunas ocasiones, nos lleva a evitar o tener el mínimo contacto, que de paso, marca a la sexualidad como algo de lo que “no se puede hablar”. “Es importante asegurarles la posibilidad de pregun­tar y pedir información y educación sexual. Necesitan estos conocimientos para relacionarse con las otras niñas y niños y también para relacionarse con los adultos en el terreno afectivo: ser respetados, sentirse valorados, desarrollar vínculos de cariño y ser correspondidos en su necesidad de afecto” (Meresman, Sergio; 2012).

Al igual que con las demás personas, debemos permitirles la obtención de información, darles la posibilidad de preguntar y responderles con la verdad, esto debido a que el guardar silencio y mentirles, solamente reforzará sus temores y fantasías, que en ocasiones, serán erróneas. “Pongamos a un lado los estereotipos y temores que nos generan los temas y las situaciones que nos incomodan o que no comprendemos” (Meresman, Sergio; 2012).







Pubertad, Privacidad y Reconocimiento de Riesgos
El periodo de la pubertad de una persona con discapacidad es una fase compleja, pues si desde su nacimiento, los cuidados y cambios en la familia ya han sido “asimilados”, esta etapa producirá nuevas modificaciones; “El cuerpo cambia, las hormonas hacen su trabajo, los estados de ánimo y el humor cambian abruptamente. Además de esto, muchas veces la pubertad implica “desajustes” entre la edad cronológica y la edad “mental” o de maduración” (Meresman, Sergio; 2012). Este proceso muchas veces es más difícil de aceptar para la familia y los padres, pues al igual que en las situaciones donde no se presenta una discapacidad, se tiende a negar, ocultar o simplemente no responder de manera adecuada a las preguntas de los niños, niñas o adolescentes; siendo las recomendaciones principales, ofrecer espacios para conversar y crear un espacio para la intimidad y los “secretos” que también necesitan.

1. Respetar la Privacidad; es importante aprender a respetar su privacidad, es comprender la necesidad de reservarse algunas cosas, situaciones o comportamientos, situaciones que no se quieren contar, o simplemente, que no sienten que sea el momento adecuado para hablar de ellos, ya sea por falta de confianza o incluso, por miedo a que se les regañe u ofenda. La importancia de hacerles conocer esto, no solo se transmite con palabras, sino que debe ser mostrado con hechos, que sepan y reconozcan que hay lugares y momentos que toda la familia trata y respeta como íntimos. “(…) es cierto que la falta de autonomía de algunos niños debido a su discapacidad conlleva la necesidad de un contacto físico para realizar ciertas actividades de la vida cotidiana (…). Esto trae como consecuencia una dificultad importante para establecer límites personales” (Meresman, Sergio; 2012). En estos casos, donde se necesita ayudarle a realizar algunas actividades, se debe dejar en claro que la privacidad conlleva nuevos límites en el contacto con otras personas, “debe fomentarse (…) [ciertas] reglas, pidiéndoles permiso cuando se les va ayudar, preguntándoles si desean hacer algo, resguardando su lugar privado con una puerta o una cortina cerrada” (Meresman, Sergio; 2012).

2. Reconocer Riesgos, Decir NO y Pedir Ayuda; Es importante que todos los niños y niñas, tengan o no una discapacidad, necesitan conocer acerca de sexualidad, sobre relaciones sexuales, prevención de embarazos e infecciones de transmisión sexual. Pese a que pueden llegar a ser vulnerables en ciertos aspectos, también pueden defenderse y salir delante de ciertas situaciones adversas por las que hayan pasado; por esta razón, debemos brindarles herramientas que les ayuden a prevenir abusos, detectar situaciones de riesgo para interrumpirlas y escapar siempre del peligro de acuerdo a su edad y posibilidades. Algo que casi siempre se deja de lado, es lo fundamental que puede ser el conversar con adultos en quienes confíen sin temor, siendo el mensaje en la familia, que no es bueno guardar secretos que puedan causarnos daño, y hacerles saber que cuentan con personas que los aman y en quienes pueden confiar.

a. En relación con el embarazo, es necesario explicar la fisiología de los cuerpos masculinos y femeninos, que conozcan en que consiste la fertilidad y de qué manera se puede producir el embarazo.

b. En lo que respecta a la transmisión de infecciones sexuales y su prevención, deben estar familiarizados con los métodos anticonceptivos que pueden utilizar, así como pedir ayuda (si es necesario) para usarlos adecuadamente.

c. Por otro lado, debemos entender que no solo la información les sirve a la hora de tomar decisiones con respecto a su sexualidad; los sentimientos muchas veces pueden confundirlos y los puede llevar a situaciones que no estén preparados para manejar. “No se trata de decirles lo que ‘no deben hacer’ sino ayudarlos a pensar que muchas veces las personas hacemos cosas sin pensarlo bien o sin tomar las debidas precauciones” (Meresman, Sergio; 2012).

d. Un punto especial que debemos tener muy en cuenta es que las personas con discapacidad, en específico niños, niñas y adolescentes, son vulnerables de sufrir abuso sexual. Suele ocurrir que por el aislamiento al que sus familias lo llevan, la dificultad para comprender las intenciones de otras personas o incluso su baja autoestima, son factores que influyen en que los sujetos no sepan poner límites ni negarle a otras personas ciertas acciones, sin saber cómo defenderse ni salir de esa situación.  Es importante enseñarles a reconocer aquello que no les gusta o les hace sentir mal y a no tener miedo a decir que no.


Discapacidad Intelectual
No se requiere ser un profesional o especialista para comprender y comunicarse con un niño, niña o adolescente con discapacidad intelectual sobre sexualidad, puede que nos tome un tiempo encontrar la forma de comunicarnos, pero los resultados pueden ser muy valiosos y gratificantes, simplemente debemos respetar sus tiempos, comprender sus necesidades y enseñarle algunas pautas básicas acerca del lugar y momento más adecuado para conversar. Cuando la infancia y la niñez, a veces se necesitara más tiempo para que puedan comprender lo que se les está explicando.

“Las reiteraciones, el lenguaje llano y sencillo, las indicaciones claras y por pasos, los mensajes breves (dosificando la información) suelen ser buenos recursos para hacernos entender y saber qué necesitan” (Meresman, Sergio; 2012). Los niños con menos posibilidades de comunicación, suelen usar gestos para hacerse entender. Suele ser de gran ayuda el uso de fotos, dibujos simples, y sobre todo, las situaciones cotidianas que no se observan en la televisión, son la mejor manera de comunicarnos con ellos y enseñarles. También se deben crear acuerdos entre los familiares para que pueda haber coherencia en el mensaje, las reglas y la información que se les da.

Durante la pubertad, que sucede a la misma edad que los demás y se experimentan los mismos cambios físicos y hormonales, necesitarán de más educación y más apoyo para comprender los cambios que están viviendo y que deben adaptarse a ellos. Es normal que puedan presentarse conductas impulsivas y experiencias en su cuerpo sin que logren tener una clara comprensión de lo que siente y les pasa, aunque podrá entender que a través de algunas zonas del cuerpo, puede experimentar sensaciones placenteras, desconociendo si es bueno o malo, o cuándo y dónde debe ser realizado, pese a esto, lo disfrutará y no podrá evitar desearlo.

Cuando necesitan mayores cuidados y apoyo, requerirán una atención muy personalizada y paciente, al menos hasta lograr expresar su sexualidad de manera adecuada y positiva, y para esto, los padres tendrán muchas ocasiones en las que podrán reforzar un mensaje útil y tranquilizador sobre este asunto.

La masturbación suele originar constantes conflictos en la familia, sobre todo cuando se realiza frente a otras personas y con relativa frecuencia. Se debe tomar con calma esta situación, misma a la que no estamos acostumbrados. “Es conveniente no dramatizar ni castigar al adolescente con prohibiciones y castigos cuyo motivo no puede comprender y que contribuyen a aumentar su inseguridad. Es necesario hacerle comprender que se le trata de ayudar para no comportarse de un modo que será socialmente rechazado” (Meresman, Sergio; 2012).


Discapacidad Auditiva
“Está comprobado que la comunicación y el lenguaje son herramientas inherentes a la especie humana. La principal característica de los niños con discapacidad auditiva consiste en que muchas veces el lenguaje y la simbolización se encuentran limitados” (Meresman, Sergio; 2012). Desde un inicio, los niños y niñas con discapacidad auditiva tienen menores oportunidades de dialogo, además de que no pueden relacionarse con quienes les rodean; pero esto no impide que se desarrolle una capacidad eficiente para comunicarse.

De acuerdo con Sergio Meresman (2012): “La sordera suele afectar el desarrollo de las primeras relaciones interpersonales cuando la familia no consigue generar recursos comunicativos adecuados. Un dato para considerar es que si bien el 90% de los niños sordos nacen en hogares oyentes (Allen, 1986), la mayoría de sus padres no acceden a la lengua de señas. El resultado muchas veces implica que el niño no cuente con las habilidades sociales y emocionales que requiere para compartir su tiempo con otros. Además de esto, la información esencial en relación a temas de la vida cotidiana se ve limitada o fragmentada”.

La lengua de señas se apoya en movimientos, formas realizadas con la mano y los gestos que irán aprendiendo con el tiempo, teniendo una manera visual de entender el mundo y las relaciones entre las personas. En lo que respecta a las palabras relacionadas con la sexualidad, muchas veces otras personas pueden apreciarlas como ofensivas o demasiado explicitas, pues involucran, literalmente, las partes del cuerpo y necesitan tocarlas para comunicarlas, aunque esto no tiene el mismo sentido ni otras formas en las que poder expresarlas. Otra dificultad en la comunicación entre las personas sordas, es la imposibilidad de poder tener privacidad en sus conversaciones, pues los oyentes pueden cambiar el tono de voz, pero las comunicaciones entre las personas sordas, pueden ser apreciadas por todas las personas.

“Todo lo que se desea decir es visto. Es difícil explicarles a los niños las ideas de ‘privado’, ‘secreto’, ‘confianza’ o ‘intimidad’. (…) [Debe] explicar esas ideas más de una vez. (…) [Además de que se tiene que usar] diferentes señas, gestos, dibujos y palabras hasta estar seguro de que (…) ha entendido” (Meresman, Sergio; 2012). No podemos olvidar que, al tratarse de personas, también pueden surgir problemas, sentir angustia y confusión; por lo que es importante el poder ayudarles en estos asuntos, especialmente cuando surgen situaciones vinculadas con las relaciones sexuales, infecciones de transmisión sexual o embarazos. Es importante que la familia facilite su acceso a información sobre salud sexual y reproductiva, como que se pueda promover espacios donde pueda acceder a recursos de auto-cuidado y prevención.


Discapacidad Visual
Los menores y adolescentes con discapacidad visual no pueden acceder a ciertas herramientas que permiten aprender acerca de sus diferencias sexuales, comprender los códigos para relacionarse y ajustar sus comportamientos, tomando en cuenta lo que la cultura considera apropiado. El poco conocimiento de la anatomía masculina y femenina puede ocasionar inseguridad, “por ejemplo si el niño o niña no consigue explicarse los cambios en su cuerpo al llegar la pubertad. También pueden pensar que no tiene una apariencia atractiva y sentirse en duda de su potencial para conquistar a otros/as. Muchas de las formas de comunicar el interés sexual o amoroso entre los jóvenes tiene características visuales (…) lo cual coloca en desventaja a un/a adolescente ciego” (Meresman, Sergio; 2012)
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Por esta misma razón, los padres juegan un rol importante en la formación de su identidad, además de proveerle información útil y apoyo permanente en lo que se refiere al funcionamiento anatómico y a las habilidades interpersonales necesarias para que puedan comprender su sexualidad y disfrutar la convivencia con otras personas. Pese a su discapacidad, estos sujetos tiene  la capacidad de asimilar la información que se les proporcione, y para ayudarles en su educación sexual, se les debe proporcionar materiales específicos, figuras con relieve y también, de ser posible, darles la oportunidad de experimentar a través del lenguaje braile, aspectos de la sexualidad y el cuerpo. “Pero por sobre todas las cosas, necesitan ‘bañarse’ en los relatos, historias y aportes que sus padres y hermanos puedan trasmitirle acerca del amor, los sentimientos y la importancia de una sexualidad saludable y segura” (Meresman, Sergio; 2012).


Discapacidad Física
Las discapacidades físicas son muy variadas y tienen diferentes limitaciones, pero se puede decir que la mayoría de ellas, no impide el desarrollo de una vida amorosa y sexual placentera y saludable. Por suerte, la fantasía y la imaginación no conocen de discapacidades ni barreras espaciales; y hablando de erotismo, las personas con discapacidad entenderán la importancia de usarlas para disfrutar de sí mismos, para manejar el deseo, potenciar la excitación y en definitiva, para sentirse dueños de su sexualidad.

Para muchas personas que usan sillas de ruedas (u otros equipos), éstos deben verse como parte de su propio cuerpo y espacio personal; como consecuencia de esto, hay pautas y recomendaciones que ayudan a tratar estos elementos de una manera que refuerce el sentido de la intimidad corporal:
Tratarlos con el mismo cuidado que da al cuerpo de su hijo/a en cuanto a higiene y contacto físico.
Evitar que los adultos que están en contacto con ellos apoyen su pie en la silla o la toquen o muevan sin haberlo consultado.
Enseñarles a las personas cercanas a respetar la silla como parte del espacio privado.


Parálisis Cerebral
En relación a este tema, debemos entender que la parálisis cerebral no es un enfermedad, sino una condición que afecta los músculos y en algunos casos, los sentidos. Poder estar en movimiento suele ser lo más difícil para estas personas, ya que los músculos pueden tensarse y restringir los movimientos; pero esto dependerá del tipo de parálisis, pero estas características son normales a su condición y deben ser tomadas con naturalidad; también debemos tener en cuenta que tiene la misma posibilidad de vivir una sexualidad plena y satisfactoria, teniendo la posibilidad de formar una familia.

“Es común encontrar niños con parálisis cerebral que por su dificultad de habla emiten sonidos no entendibles o desproporcionadamente altos, en su esfuerzo por comunicarse. Enseñe a las otras personas a escucharlos con atención y ser paciente. Enseñe con el ejemplo que es posible tratar a los niños con parálisis cerebral de la misma manera que a cualquier otro: con cortesía y respeto” (Meresman, Sergio; 2012). Algunas recomendaciones sobre el buen trato a los niños con parálisis cerebral pueden ser:
Tener presente que el ritmo y la pronunciación son distintos al acostumbrado.
Si no se les entiende, puede hacérselo saber tranquilamente para que lo intente de nuevo, o utilice otra manera de comunicar lo que desea. Si es el caso, se puede facilitar la comunicación a través de tarjetas, teclados, etc.
No intentar completar sus frases, espere a que termine.
Los niños con parálisis cerebral pueden necesitar ayuda de vez en cuando. Si de eso se trata, es bueno preguntarles y ofrecer ayuda


Para concluir, por una parte, tenemos que comprender que la información aquí proporcionada, es solo una mínima parte de lo que realmente podemos conocer con relación a la sexualidad de las personas con discapacidad, por lo que lo aquí plasmado, debe ser simplemente una guía, una introducción a lo que de verdad se podrá vivenciar. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la educación sexual no comienza “algún día”, sino que está presente desde el nacimiento. Los niños irán absorbiendo su idea de sí mismos a través de las actitudes de sus padres y hermanos; por esta razón, la responsabilidad de educar sexualmente no puede ser transferida a las escuelas, aunque también es importante aclarar que, todos lo que estén cerca, deben ser sensibles a sus necesidades y deseos, procurando influir de manera positiva. Podemos decir que la educación sexual es más un medio que un fin, lo importante está en el reconocimiento de que la formación de un niño, sus sueños, proyectos y vínculos, van a incluir también esta parte de la vida. Es a través del diálogo y la reflexión sobre los conocimientos y sentimientos que moviliza la educación sexual, que los padres y madres pueden ser un instrumento de inclusión y solidaridad, contribuyendo así a una vida digna, justa y con salud y placer para todos y todas.


Bibliografía
Mereman, Sergio (2012); Es Parte de la Vida. Material de Apoyo sobre Educación Sexual y Discapacidad para Compartir en Familia; PES - iiDi - UNFPA - UNICEF; Uruguay.
González Araya, María Nidia (2005); La Sexualidad del Adolescente con Discapacidad y su Abordaje en el Ámbito Familiar; Revista Pensamiento Actual; Universidad de Costa Rica.

Sexualidad en la Vejez

Para iniciar con el análisis de la Psicosexualidad en la tercera edad, debemos entender a lo que nos referimos cuando hablamos de esta etapa de la vida. La tercera edad, o Vejez, se refiere al resultado “final” dentro del desarrollo del cuerpo, mismo que ha ido envejeciendo; además, “los viejos se configuran como una categoría independiente del resto de la sociedad, separados como grupo con características propias; (…) pero lo curioso es que esta diferenciación supone mayor separación del resto de la sociedad que la experimentada por otros grupos sociales” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Pese a esto, el termino de vejez es utilizado de muchas formas, pues se puede hablar de términos de edad (envejecimiento del cuerpo a lo largo de la vida), a veces se hace referencia a la funcionalidad de las personas (generalmente usado para demeritar la capacidad y limitaciones del sujeto), por otro lado, Laura Natividad Echenique Vidal (2006) nos habla de una referencia vital, que refiere a la “concepción más equilibrada y moderna y se basa en el reconocimiento de que el transcurso del tiempo produce efectos en la persona, la cual entra en una etapa distinta a las vividas previamente. Esta etapa posee una realidad propia y diferenciada de las anteriores, limitada únicamente por condiciones objetivas externas y subjetivas del propio individuo”.

Por otro lado, Erikson postulo que el sujeto, a esta edad, sufre un distanciamiento social, y su inactividad laboral le produce sentimientos de inutilidad y, con la preocupación de las enfermedades, viene la idea de la posibilidad de la muerte, que se hace más presente con el deceso de familiares, amigos y demás conocidos. “Si encuentra que en el plano laboral, matrimonial, familiar, etc., hubo realizaciones importantes y que, por ello, valió la pena vivir, ocurrirá una integración del yo y la virtud resultante será la sabiduría. Pero si del análisis retrospectivo el individuo obtiene una visión no placentera de la vida y descubre que no queda ya tiempo para plantear alternativas diferentes, entonces ocurrirá el disgusto y con él algunas dosis de desesperación” (Gregorio Escalante, 2006).


Transición demográfica en A.L. y Derechos Sexuales y de Reproducción
La vejez poco a poco se coloca como uno de los fenómenos más interesantes en demografía, lo fue en el siglo pasado, y seguirá siéndolo en este, es esto trae nuevas modificaciones a la estructura social, económica y cultural. Esta situación ya empieza a manifestarse en los países latinoamericanos, y si bien, se tiene la ventaja de poder aprender de las experiencias, hay ciertas diferencias con otros países que deben tomarse en cuenta, uno de estos se relaciona con la sexualidad; sabemos de antemano que “todo se recicla”, procesos, objetos, funciones, comportamientos… todo tiene un momento para reaparecer y recolocarse en la sociedad, claro está que con sus respectivas diferencias, “pero en el área de la sexualidad se debe tener cuidado en ‘reciclar al anciano en un falso joven’ con mitos y estereotipos sexuales basados en la prestación, la eficiencia y en la capacidad de identificarse como un joven con prodigiosas capacidades sexuales; concepto muy opuesto al antiguo que relacionaba a la sexualidad con la procreación y consideraba al anciano como un ser asexuado que queda excluido debido a la ineficiencia de la infertilidad” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Laura Natividad Echenique Vidal (2006), nos explica, haciendo referencia al informe CEPAL 2004, que lo que conocemos como transición demográfica se ha descrito como un proceso a largo plazo, que ocurre entre dos situaciones: uno de bajo crecimiento demográfico con altas tasas de mortalidad y fecundidad, y otro de bajo crecimiento pero con niveles también bajos en las respectivas tasas, y entre estas, se puede encontrar una especie de equilibrio donde se sitúan dos momentos importantes. Uno donde la tasa de crecimiento de la población aumenta como consecuencia del descenso de la mortalidad, y otro, en el que dicho crecimiento disminuye, debido al descenso posterior de la fecundidad. En qué magnitud y a qué velocidad cambia la tasa de crecimiento, dependerá de la velocidad y del momento en que comienzan a descender la mortalidad y la fecundidad.

Una vez entendido esto, podremos comprender como las consecuencias políticas que el Gobierno y las instituciones han creado e intervienen en la calidad de vida de las personas, y en especial, de los ancianos y sus derechos, entre los que se encuentran los derechos sexuales. “A fines de la década de los 70, el término de derechos sexuales y reproductivos se unen como expresiones independientes con entidad propia quedando resumidas diversas exigencias orientadas a afirmar el derecho de las personas a conducir y tener control sobre su sexualidad y sobre su vida reproductiva” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006). Es posible que esto a simple vista no tenga relevancia, pero el hecho de que las personas en general puedan tener conocimientos de sus derechos posibilita que sea mejor comprendida la sexualidad y el ejercicio que esta puede obtener en la senescencia, misma que durante mucho  tiempo ha sido referida como inexistente o imposible, todo debido al gran estigma que la sociedad pone al cuerpo y la juventud, lo que aun en nuestra época, hace que los veamos como personas limitadas y disfuncionales.

Otro problema que debemos tener en cuenta, y que se relaciona con estos temas, es que la salud del adulto ha recibido escasa atención de los sistemas de salud, tanto en la definición de lo que es importante en esta edad, como en la formulación de planes y programas. Sin embargo, el aumento de demandas de servicio y sus altos costos, la incapacidad derivada de la enfermedad y el deterioro de la calidad de vida producido por enfermedades, exigen una renovación en el enfoque de la salud del adulto.

Existen un sinfín de creencias erróneas y falta de conocimientos acerca del tema de la sexualidad, no sólo por parte de las personas ancianas, sino también por parte de los profesionales de la salud y la sociedad, lo cual conlleva a que no se le preste la atención necesaria a la salud sexual de las personas mayores, ya sea por temor a la reacción de los usuarios, como también a la poca importancia que se le atribuye. “La atención de salud del senescente debe ser llevada a cabo por un equipo interdisciplinario, debidamente entrenado. Aquí tiene especial importancia la formación académica de post-grado en gerontología, la que se está abordando a través de algunas universidades, pero todavía dista de alcanzar niveles de suficiencia. Ahora bien, todo este proceso terapéutico debe esforzarse en considerar al paciente anciano sujeto y no objeto de las atenciones recibidas” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006). Por una parte, debemos considerar que él/la usuario de los sistemas de salud, deben ser capaces de valorar los progresos, retrocesos o situaciones que van experimentando con el tratamiento, y por otra, las normas y los programas que no son flexibles ni respetan las diferencias individuales. La recuperación de la salud del adulto mayor debe ser entonces, una propuesta integral que a partir del reconocimiento y aceptación de la subjetividad del anciano, se oriente hacia la satisfacción de la dimensión individual, para desde allí proyectar un impacto colectivo.


Actitud y Ejercicio de la Sexualidad en la Tercera Edad
El envejecer, como antes se mencionó, se le relaciona con la pérdida del papel reproductivo, la capacidad  laboral, la posible pérdida de la pareja y la disminución de la eficiencia física; pero no todo es físico, al igual que la idea de la muerte se hace presente, también se tiene miedo a la soledad y la incomprensión que los demás tienen por ellos, y algo que puede impactar en demasía, es el hecho de que se pierde la completa independencia que se tiene en etapas anteriores; además de esto, “(…) aún persisten actitudes retrógradas similares a las de siglos anteriores y que tienden a rechazar, burlarse e incluso a ignorar la existencia de actividad sexual en las personas mayores. Esta actitud parece tener dos explicaciones: Primero: existe una incorrecta asociación entre sexualidad y reproducción, mediante la cual se considera que sólo es normal el sexo durante la edad reproductiva y por tanto los ancianos no tienen por qué practicarlo, y segundo, la existencia del prejuicio, viejo es igual a enfermo” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Sin lugar a dudas, la necesidad de ser aceptado y sentirse parte algo, es algo que nos caracteriza como seres humanos, y la autoestima, aun cuando se puede considerar un tema demasiado estudiado, y a veces desvalorizado, se relaciona con sentirse útil y considerarse digno y respetado física y emocionalmente es algo que no puede dejarse de lado. “Así lo veía Maslow en su famosa pirámide de necesidades, donde describe un proceso que denominó autorrealización y que consiste en el desarrollo integral de las posibilidades personales. La autoestima consiste en las actitudes del individuo hacia sí mismo. (…) Al nombrar la palabra actitudes ya hemos incluido el mundo de los afectos y sentimientos y no sólo el de los conocimientos, pues los componentes de la actitud encierran gran variedad de elementos psíquicos” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

La actividad sexual suele considerarse propia de la juventud, que cuenta con buena salud (según el estereotipo social) y con atractivo físico; esta situación no favorece que las personas de edad avanzada mantengan, permitiendo que se niegue en la vejez, y aun cuando esto no sea cierto, se hace muy presente en el imaginario colectivo. “No hay edad en la que la actividad sexual, los pensamientos sobre el sexo o el deseo, finalicen” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Ante el ejercicio de la sexualidad en la vejez, podemos señalar que en 1948 se publicó el primer estudio que hace referencia a este tema, siendo Kinsey y sus colaboradores, los primeros en documentar el declive gradual en la actividad, además de que se muestra un claro interés tanto en hombres como en mujeres, y generalmente, esto está marcado en las mujeres, lo que denota una gran diferencia entre los hombres. “De hecho, en mayores de 85 años hay 39 hombres por cada 100 mujeres, prácticamente dos terceras partes de la población anciana corresponden a mujeres, por lo que la ausencia de la actividad sexual podría tener que ver con la falta de pareja, entre otras razones” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Esto se confirma nuevamente en 1998, cuando Dello,  destacó y se confirmó la disminución en el interés y en la actividad sexual con la edad, siendo mayormente en mujeres, donde se relaciona la actividad sexual con el deterioro físico gradual que se produce con el envejecimiento. “Como resultado de su investigación  describen una serie de factores positivos que se relacionan positivamente con la actividad sexual como son: el ser hombre, estar casado, menor edad, la no existencia de deterioro cognitivo, mayor nivel educacional y buen funcionamiento social. Por otro lado factores como la edad, el nivel educacional o el funcionamiento social pierden importancia a la hora de mencionar el interés sexual, incluso a edades muy avanzadas” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Muchos estudios de esta índole han sido criticados debido a que se confunden los efectos propios de la edad y los relacionados con a patologías, además de factores culturales y de actitudes con respecto al tema. Steinke en 1997, estudió a personas ancianas que vivían en asilos, encontrando que había un importante desconocimiento acerca de la sexualidad en la vejez, así como conductas prohibitivas respecto a las relaciones sexuales entre los ancianos, lo que lleva a impedir y dificultar cualquier acercamiento sexual entre ancianos. Por otro lado, Keiser en 1996, en una revisión a los diversos estudios publicados hasta ese entonces, encontró que el 95% de los hombres entre 46 y 50 años mantenían relaciones sexuales semanalmente, cayendo este porcentaje al 28% en los varones de 66 a 71años. En el caso de personas casadas, el 53% de los individuos de 60 años y el 24% de los mayores de 76 años eran sexualmente activos. En otro trabajo, señala que la actividad sexual más frecuente en hombres y mujeres entre 80 y 102 años eran las caricias y tocamientos seguidos del coito y que el 74% de los hombres y el 42% de las mujeres practicaban la masturbación.

Es posible comprobar que el sexo y la sexualidad son importantes en el envejecimiento saludable y pleno; sin embargo, las personas ancianas tienen una conducta sexual en relación a sus apetitos e intereses. Por esta misma razón, debemos comprender que los cambios fisiológicos, anatómicos y funcionales de los órganos sexuales no condicionan ni obligan a que la actividad sexual deba cesar, sino que esto le exige a las personas una adaptación al nuevo funcionamiento corporal, lo que permitiría evitar la frustración y ansiedad que producen las relaciones sexuales en este edad, y que por ende, lleva a un innecesario cese de la actividad sexual.


Sexualidad y Envejecimiento
1. Cambios fisiológicos que influyen en el comportamiento sexual de ancianos.

Los cambios mostrados en la tabla anterior, hace representación de las principales características fisiológicas que se presentan durante la vejez; el conocimiento de esto, permite un mejor entendimiento por parte del personal médico y de los propios ancianos, evitando una interpretación errónea de los cambios vivenciados. A esto, no debemos dejar de lado que algunas enfermedades orgánicas también repercuten, aunado al consumo de fármacos. Esto puede modificar el comportamiento sexual del anciano, ya sea por alteración del sistema hormonal, o por secuelas físicas y/o psicosociales de las enfermedades crónicas que pueden originar algún grado de discapacidad. “En los hombres estas enfermedades pueden llevarlos a problemas eréctiles, como son: enfermedades cardiopulmonares, vasculares, genitourinarias, infecciosas, neurológicas entre otras, a su vez muchos medicamentos para estas enfermedades pueden ser también agentes de impotencia en el adulto mayor, como son el caso de antidepresivos, fármacos anti parkinson, antipsicóticos. Drogas antihipertensivas que pueden disminuir la capacidad eréctil, pero no están contraindicadas para la actividad sexual. Por último, cirugías previas a la próstata también podrían influir en el proceso de eyaculación” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

2. Cambios fisiológicos que influyen en el comportamiento sexual de ancianas

En lo que respecta a las mujeres, el funcionamiento sexual en la tercera edad depende del bienestar psicológico, por esta razón, la aparición de los cambios fisiológicos, aunado a situaciones que puedan considerarse estresantes para las personas, dificulta la respuesta adaptativa a los cambios. Ante la disminución de la actividad sexual en la pareja, la mujer puede pensar que ha perdido su encanto y que es imposible competir con mujeres jóvenes, lo que afecta su respuesta sexual, pero esto no significa que no se pueda seguir dando ni recibiendo placer. “Las mujeres en particular tienen dificultad para identificar y expresar sus necesidades sexuales, pudiendo contrarrestar sus cambios fisiológicos pidiéndoles a sus parejas que las acaricien por más tiempo, o probando nuevas posiciones sexuales que causen menos dolor y usar lubricantes para recuperar la falta de lubricación. Se ha comprobado también que es posible aumentar el tono muscular perineal realizando los ejercicios de Kegel, los cuales involucran contracciones de la musculatura pubocoxígea” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).
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Factores Sociales y Género
La sociedad generalmente piensa que las ancianas pierden más pronto su atractivo sexual, y como se ha mencionado antes, todo está en relación con los cambios fisiológicos que presentan, pues se considera que la actividad sexual en la mujer está destinada a la procreación, función que se pierde con el tiempo, a diferencia del hombre. Ser hombre o mujer, es parte de la sociedad que en su mayoría es controlada por las personas jóvenes, situación que deja a los ancianos y ancianas mal preparados para poder disfrutar de una sexualidad plena, o incluso para cuidar su salud. El género tiene una fuerte influencia en el comportamiento sexual, situación que algunos expertos  utilizan para poner en tela de juicio los puntos de vista tradicionales de la masculinidad y feminidad.

En muchas sociedades – culturas, las mujeres son enseñadas desde jóvenes a ser “buenas esposas” y tener una actitud sumisa frente a los hombres, situación que la gran mayoría de las personas refuerza, haciendo pensar que las niñas son inferiores a los niños, hasta tal punto que muchas jóvenes, y posteriores ancianas, creen que su situación de desigualdad está justificada. Ante esto, los únicos beneficiados son los hombres, aunque esto también tiene su precio, recortando las posibilidades de un desarrollo pleno en la comunidad masculina, por ejemplo, en lo que respecta a la expresión de las emociones, recurriendo a la violencia para solucionar los conflictos.

Uno de los factores más relevantes en las cuestiones sociales, es el demostrar que los mitos más fuertes para los adultos mayores y en especial para la mujer, poco a poco se ha vuelvo una práctica inexistente.; por ejemplo: “(…)  la salida de los hijos del hogar afecta de forma positiva la vida en pareja y la vida sexual, dado que pueden contar con un mayor espacio físico, lo cual les ha permitido una sexualidad más libre, no siendo necesario esperar el momento adecuado para tener relaciones sexuales y disfrutar de la mutua compañía, se cambia el mito del ‘síndrome del nido vacío’ por el de ‘misión cumplida’ ” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006). Otra situación que cada vez se hace menos presente, es la idea de que la mujer, durante la vejez, no necesita de una actividad sexual, aunque lo cierto es que las mujeres no perciben el sexo como algo malo, pero tampoco se sienten capaces de expresar sus deseos y necesidades; “esto se debe en gran medida a la socialización recibida (…), lo que conduce en algunos casos a una disociación entre un discurso aparentemente abierto y una experiencia sexual negadora de placer. Para las mujeres adultas mayores el mantener relaciones sexuales significa un acto de entrega, ligado a la necesidad emocional, ya que el sentirse deseadas sexualmente pasa por seguir sintiéndose bellas” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Otra situación importante que debemos destacar en esta etapa de la vida, es la posibilidad de formar una pareja, lo cual puede presentarse cuando han pasado por la pérdida de su esposo o esposa, o simplemente, para dejar de lado la soltería que han mantenido durante su edad adulta. Es común escuchar que la formación de nuevas parejas en esta etapa de la vida, no es bien recibida por la sociedad, incluso se le proporcionan términos despectivos como “viejo rabo verde” o “viuda alegre”; estos mitos simplemente castiga a las personas y les prohíbe su derecho a una vida sexual satisfactoria, y sumando el alza de la tasa de vida de esta población, tiene mayor sentido que se busquen formar una pareja, aunque suceden cosas algo irónicas, por así decir, donde las ancianas se casan con ancianos de mayor edad, volviéndose sus cuidadoras, mientras que los hombres, con gran frecuencia establecen una pareja con mujeres mucho más jóvenes. Además, debemos considerar que “tradicionalmente ha existido una fuerte tendencia social a considerar negativamente el establecimiento de nuevas relaciones afectivas e incluso de nuevos matrimonios en mujeres viudas, lo cual limita aún más la actividad sexual de éstas. Se comprobó que el 90% de las mujeres viudas cesaban sus relaciones sexuales a partir del fallecimiento de sus esposos” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Un último punto que se hace importante en estos temas, es la dificultad que a veces las personas en esta etapa de la vida, deban dejar su propia casa a consecuencia de la necesidad de recibir cuidados especiales, llevándolos a acudir a su familia, o incluso instalarse en residencias privadas (si es que se puede cubrir el costo) o públicas. Esta situación lleva a la perdida de la privacidad e intimidad de la pareja, pues con el énfasis que tienen los mitos de la sexualidad en la etapa adulta, puede generar conflictos con los familiares o cuidadores por no entender las expresiones sexuales que puedan tener, adoptando medidas que restrinjan o inhiban la expresión de estas conductas. “La situación se agrava cuando se separa a la pareja, con la intención de repartir la carga de cuidado entre los integrantes de la familia, sin pensar siquiera que existe una necesidad de manifestación sexual. Los familiares imponen normas de conducta que consideran apropiadas sin plantearse que en esas nuevas condiciones los/las ancianos/as necesitan aún más manifestar sus sentimientos y emociones” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).


Factores Psicológicos
Si bien hasta el momento hemos abordado las cuestiones biológicas y sociales de la sexualidad en la vejez, no debemos dejar de lado el hecho de que, si bien son específicos los cambios fisiológicos, o muchos  los mitos y prejuicios sociales, toda acción contra las personas, tiene una consecuencia psicológica, aunque debemos decirlo, no todo es culpa de la sociedad, pues muchas veces, hay factores individuales que no permiten la satisfacción de las necesidades sexuales en esta edad. “Dentro de los factores psicológicos que influyen en la disminución de la actividad sexual en personas ancianas están el fastidio, la fatiga, distinguiéndose como barreras, la monotonía de las relaciones sexuales, fatiga física y mental, los conflictos de la relación de pareja y la ansiedad frente al sexo. Otro factor que podría jugar un papel en el descenso del interés sexual, sobre todo en hombres, es el declive de la apariencia física del compañero/a” (Echenique Vidal, Laura Natividad; 2006).

Entre las mujeres, lo más frecuente es que el estado psicológico afecte la reacción que se tiene ante la menopausia, sobre todo cuando han consagrado su vida a la crianza de los hijos, lo que posibilita que su vida sexual enfrente una crisis. Por otro lado, la satisfacción con la relación de pareja es otro factor que influye, pues varios estudios indican que hombres y mujeres permanecen satisfechos con su vida sexual, a pesar de la disminución de la frecuencia de actividad sexual, tomando en cuenta los factores como: frecuencia de coito, ausencia de disfunción eréctil, afecto positivo y la excitación sexual, sin embargo la presencia de sentimientos negativos con respecto al compañero/a, afecta la satisfacción sexual y la capacidad de erección, son puntos que pueden influir en la satisfacción de las personas a esta edad.


Bibliografía
Echenique Vidal, Laura Natividad (2006); Estudio de la Sexualidad en la Tercera Edad; Universidad Austral de Chile (Facultad de Medicina, Escuela de Obstetricia y Puericultura); Chile.