Si revisamos la información que podemos encontrar de la
discapacidad a lo largo de la historia, nos daremos cuenta de las diferentes
formas en que se ha tratado a estas personas, desprecio, rechazo, abuso, e incluso
muerte, todo debido a que la discapacidad ha está fuertemente influenciada por
estereotipos y mitos que, de una u otra forma, refuerzan una actitud de
desigualdad en la sociedad. “(…) la sociedad ha demostrado poco interés respecto
del tema de la discapacidad y esta actitud se podría interpretar como producto
de varias razones, entre las que se podría citar que está siempre ha tendido a
aceptar las decisiones del grupo dominante, donde se mira la discapacidad solamente
desde la perspectiva médica y psicológica y no como un tema de interés social.
La razón es simple, la sociedad ha sido construida para personas sin
discapacidad, de tal manera que se niega la existencia de cualquier persona diferente,
se invisibiliza a alguien por su diferencia y esta distinción es la que
establece el límite entre los que se quedan dentro y los que quedan por fuera”
(María Nidia González Araya, 2005).
La sociedad debe comenzar a tomar en cuenta al ser humano de manera
general y reconocer la diversidad de sus integrantes, respetando sus derechos y
necesidades, lo que permitiría que dichas personas puedan tomar el control de
su vida, tomar decisiones y tratar de ser independientes, además de amplificar
el panorama de la sociedad; por estas razones, debemos tratar de superar la
perspectiva médica, donde el problema se centra en el individuo, pues este es
deficiente o carece de destreza. Lo antes descrito solo ocasiona que las
personas con discapacidad (reconocemos que no es el termino legalmente
correcto), sean vistas como “poco normales”, dejándolos en un lugar con pocas
ventajas en la sociedad, se les discrimina, se vuelven un sector de la
población muy vulnerable y por ende se les violenta demasiado y de múltiples
formas; “A ello se refiere Rodrigo Jiménez cuando afirma “la discriminación y
la violencia contra las personas con discapacidad son manifestaciones sociales
de una estructura de poder que encasilla a esta población en los niveles sociales
más bajos del goce y disfrute de sus derechos humanos” (María Nidia González
Araya, 2005).
Esto podría interpretarse como una forma de opresión que solo
representa la limitada perspectiva de la sociedad, pues esta está estructurada
y define y establece las diferentes formas de conducta de la sociedad, desde la
represión hasta lo permitido, es una forma de oprimir y discriminar de forma
legal, haciendo casi imperceptible las conductas hostiles que desde hace tiempo
han tenido como única víctima a las personas que física o mentalmente no cubren
los requisitos para ser “normales”. “Es decir, aceptar la norma es aceptar la
sociedad misma y no salirse de su programación” (María Nidia González Araya,
2005).
De esto solo podemos decir que, la calidad de vida de las personas
que viven con alguna condición que les “limite” hasta cierto punto, está
afectada en demasía, y ya no hablar de la sexualidad, que estando determinada
por el entorno social que rodea al sujeto, queda predefinida su actitud frente
a temas de índole sexual y de pareja, situaciones que “definirán el grado de
marginación o las posibilidades de que se desarrolle plena y armónicamente con
sus potencialidades humanas” (María Nidia González Araya, 2005). Ante esto, no
podemos dejar de lado la sexualidad de las personas con discapacidad, pues tiene
el mismo sinnúmero de manifestaciones que en cualquier otra persona, tienen
preguntas e inquietudes como aquellos niños, niñas, jóvenes y adultos que consideramos
“normales”, por lo tanto se les debe escuchar y atender su demanda de
información y brindarles la orientación suficiente para que les permita asumir una
conducta responsable.
¿A qué llamamos sexualidad?
Si bien anteriormente hemos podido hablar sobre los aspectos
biológicos que se integran en la sexualidad, también hemos apreciado que
integra aspectos psicológicos y sociales, “de esta manera, podemos decir que la
sexualidad trasciende totalmente la función biológica y cobra un sentido
distinto donde se expresan integralmente las características propias de cada
persona. Es uno de los ámbitos en los que la comunicación con otros y la
expresión de afectos pueden alcanzar el máximo grado de profundidad e
importancia” (Meresman, Sergio; 2012).
Es por esta razón que, habar de sexualidad, no solo es hablar de
las relaciones sexuales, pues a diferencia de otras especies, los seres humanos
contamos con otras características, como el erotismo, la intimidad, la búsqueda
de placer y las diversas formas en las que se expresa el deseo y las formas de
satisfacer esas necesidades. “Existen muchas maneras de sentir, vivir y ejercer
la sexualidad, la que además van cambiando a lo largo de la vida, entre las
diferentes personas y las culturas. No hay una forma única y que pueda
considerarse ‘mejor’ o ‘peor’ que las demás” (Meresman, Sergio; 2012).
Como en otros temas se ha manejado, la sexualidad no se relaciona
simplemente con el cuerpo, sino con el lenguaje, pues somos la única especie
que lo hace así; esto nos permite comprender que la comunicación siempre será
el único medio a través del cual se podrán relacionar las personas. Pese a que
hemos ido abordando esta temática en diversos apartados, debemos recordar que
no es fácil abordar estos temas en ningún momento, pues se involucran muchos
temores, emociones, fantasías y tabúes. “La sexualidad a veces incluye
situaciones complejas, difíciles de entender y que forman parte de una de las
esferas más íntimas y privadas de las personas. La sexualidad humana no puede simplificarse” (Meresman, Sergio;
2012).
¿Por qué es importante la
educación sexual?
La educación sexual,
además de estar presente con nuestra conducta (gestos, acciones, miradas,
etc.), también se hace presente a través de las palabras y lo que contamos a
los infantes, niños, adolescentes y demás adultos con los que estamos rodeados,
pero es tan importante lo que decimos como lo que callamos. Debemos dejar en
claro que esta educación debe contribuir a que también se aprendan a reconocer
y aceptar nuestros derechos; no solo hablamos del amor, sino que hay que tener
en cuenta las relaciones y vínculos amistosos, de compañerismo, e incluso
algunos sentimientos que se relacionan con la vergüenza, la incomodidad y el
rechazo. Una educación sexual “debe ayudarnos a sentirnos cómodos en nuestra
relación con las demás personas y también con nosotros mismos, nuestro cuerpo y
nuestros sentimientos. (…) ayuda a desarrollar la capacidad de reconocer lo que
sentimos, cuándo estamos cómodos y cuándo no. (…) es parte de los elementos
protectores ante situaciones de abuso sexual, coerción o violencia” (Meresman,
Sergio; 2012).
La vida cotidiana en
familia es uno de los referentes que tanto niños como jóvenes tienen a su alcance, y es aquí donde también
aprender a relacionarse con los demás, y más importante, les permite y otorga
una serie de factores que les permitirá desarrollar su identidad sexual. Las
relaciones familiares permiten en un inicio, encontrar seguridad, aprender a recibir y dar afecto y construir
su autoestima; además de que nos enseña la importancia de que predomine el
diálogo, que seamos escuchados y comprendidos. Esto también es de importancia
cuando nos referimos a niños, niñas y adolescentes con discapacidad, pues
incluye una parte importante de los conocimientos y habilidades que necesitan
para desarrollarse adecuadamente; ayudándoles a fomentar una actitud madura y
mantener una visión positiva de sí mismos, ayudándoles a rechazar ideas
equivocadas, tales como que no son dignos de ser amados o que nunca podrán formar
una pareja. “Después de todo, la salud sexual es una parte importante de la
salud física y mental. Y sobre todas las cosas la educación sexual es un
derecho de los niños y niñas, que los adultos debemos respetar, promover y
compartir con ellos” (Meresman, Sergio; 2012).
Cosas de Todos y
Todas
Tener una discapacidad no nos hace diferentes en relación a los derechos
de las personas; niños, niñas y adolescentes son personas sexuadas y es igual
de importante el amor para ellos, como lo puede ser para nosotros. Hablamos del
ejercicio de la sensualidad y sexualidad como algo que nos permite un
desarrollo pleno.
“Existe un variado espectro de tipos de
discapacidades: mentales, sensoriales, físicas, motrices, etcétera. Los niños y
niñas presentan diferentes características según su discapacidad y eso se
expresará en la vivencia y ejercicio de sus sentimientos y su sexualidad” (Meresman,
Sergio; 2012). En general, la discapacidad no afecta el deseo sexual de las
personas, solo condiciona en cierta forma el funcionamiento del cuerpo y la
forma en cómo se percibe y accede a la sexualidad; pero no podemos negar que si
suele tener ciertas limitaciones, como la capacidad de comunicarse, además de
la imagen de sí mismo.
“El cuerpo es la primera imagen que uno
da a los demás y se modifica a partir de los vínculos que establecemos” (Meresman, Sergio;
2012). En el caso de las
personas con discapacidad, la propia imagen puede verse afectada debido a
aspectos físicos que pueden ser diferentes, además de tener en cuenta elementos
como prótesis, bastones, sillas de ruedas, orinales y sondas; lo que implica una
serie de desafíos psicológicos en la construcción de la autoestima y el
relacionamiento con los demás. La realidad es que muchas personas, desde
pequeñas, enfrentan ciertas barreras que condicionan su forma de desarrollarse,
y en gran parte, esto se basa a la ignorancia que muchas personas tienen con
respecto a la discapacidad, teniendo consecuencias como:
Estigmatizan a las personas con discapacidad, negando y reprimiendo
su sexualidad.
Disminuyen sus oportunidades protegiéndolos en exceso y aislándolos
en el ámbito familiar.
Fomentan una baja auto-estima.
Impiden la participación de los niños y niñas con discapacidad en
los espacios, conversaciones y oportunidades de intercambio, juego y
relacionamiento (socialización) con otros niños.
Hacen que las propias familias tengan dificultades a la hora de
tomar en cuenta sus necesidades de educación sexual y brindarles acceso a
información preventiva.
Muchas veces, la forma en como hablamos y
actuamos con respecto a las personas con discapacidad se ve influenciada por el
temor, la falta de experiencia y los estereotipos que la sociedad tiene de
estas personas, lo que en algunas ocasiones, nos lleva a evitar o tener el
mínimo contacto, que de paso, marca a la sexualidad como algo de lo que “no se
puede hablar”. “Es importante asegurarles la posibilidad de preguntar y pedir
información y educación sexual. Necesitan estos
conocimientos para relacionarse con las otras niñas y niños y también para
relacionarse con los adultos en el terreno afectivo: ser respetados, sentirse
valorados, desarrollar vínculos de cariño y ser correspondidos en su necesidad
de afecto” (Meresman, Sergio; 2012).
Al igual que con las demás personas, debemos permitirles la
obtención de información, darles la posibilidad de preguntar y responderles con
la verdad, esto debido a que el guardar silencio y mentirles, solamente
reforzará sus temores y fantasías, que en ocasiones, serán erróneas. “Pongamos
a un lado los estereotipos y temores que nos generan los temas y las
situaciones que nos incomodan o que no comprendemos” (Meresman, Sergio; 2012).
Pubertad, Privacidad y Reconocimiento de Riesgos
El periodo de la
pubertad de una persona con discapacidad es una fase compleja, pues si desde su
nacimiento, los cuidados y cambios en la familia ya han sido “asimilados”, esta
etapa producirá nuevas modificaciones; “El cuerpo cambia, las hormonas hacen su
trabajo, los estados de ánimo y el humor cambian abruptamente. Además de esto,
muchas veces la pubertad implica “desajustes” entre la edad cronológica y la
edad “mental” o de maduración” (Meresman, Sergio; 2012). Este proceso muchas
veces es más difícil de aceptar para la familia y los padres, pues al igual que
en las situaciones donde no se presenta una discapacidad, se tiende a negar,
ocultar o simplemente no responder de manera adecuada a las preguntas de los
niños, niñas o adolescentes; siendo las recomendaciones principales, ofrecer
espacios para conversar y crear un espacio para la intimidad y los “secretos”
que también necesitan.
1. Respetar la
Privacidad; es importante aprender a respetar su privacidad, es comprender la
necesidad de reservarse algunas cosas, situaciones o comportamientos,
situaciones que no se quieren contar, o simplemente, que no sienten que sea el
momento adecuado para hablar de ellos, ya sea por falta de confianza o incluso,
por miedo a que se les regañe u ofenda. La importancia de hacerles conocer
esto, no solo se transmite con palabras, sino que debe ser mostrado con hechos,
que sepan y reconozcan que hay lugares y momentos que toda la familia trata y respeta
como íntimos. “(…) es cierto que la
falta de autonomía de algunos niños debido a su discapacidad conlleva la
necesidad de un contacto físico para realizar ciertas actividades de la vida
cotidiana (…). Esto trae como consecuencia una dificultad importante
para establecer límites personales” (Meresman, Sergio; 2012). En estos casos,
donde se necesita ayudarle a realizar algunas actividades, se debe dejar en
claro que la privacidad conlleva nuevos límites en el contacto con otras
personas, “debe fomentarse (…) [ciertas] reglas, pidiéndoles permiso cuando se
les va ayudar, preguntándoles si desean hacer algo, resguardando su lugar
privado con una puerta o una cortina cerrada” (Meresman, Sergio; 2012).
2. Reconocer
Riesgos, Decir NO y Pedir Ayuda; Es importante que todos los niños y niñas,
tengan o no una discapacidad, necesitan conocer acerca de sexualidad, sobre relaciones sexuales, prevención de
embarazos e infecciones de transmisión sexual. Pese a que pueden llegar a ser
vulnerables en ciertos aspectos, también pueden defenderse y salir delante de
ciertas situaciones adversas por las que hayan pasado; por esta razón, debemos
brindarles herramientas que les ayuden a prevenir abusos, detectar situaciones
de riesgo para interrumpirlas y escapar siempre del peligro de acuerdo a su
edad y posibilidades. Algo que casi siempre se deja de lado, es lo fundamental que puede ser el conversar
con adultos en quienes confíen sin temor, siendo el mensaje en la
familia, que no es bueno guardar secretos que puedan causarnos daño, y hacerles
saber que cuentan con personas que los aman y en quienes pueden confiar.
a. En relación con
el embarazo, es necesario explicar la fisiología de los cuerpos masculinos y
femeninos, que conozcan en que consiste la fertilidad y de qué manera se puede
producir el embarazo.
b. En lo que
respecta a la transmisión de infecciones sexuales y su prevención, deben estar
familiarizados con los métodos anticonceptivos que pueden utilizar, así como
pedir ayuda (si es necesario) para usarlos adecuadamente.
c. Por otro lado,
debemos entender que no solo la información les sirve a la hora de tomar
decisiones con respecto a su sexualidad; los sentimientos muchas veces pueden
confundirlos y los puede llevar a situaciones que no estén preparados para
manejar. “No se trata de decirles lo que ‘no deben hacer’ sino ayudarlos a
pensar que muchas veces las personas hacemos cosas sin pensarlo bien o sin tomar
las debidas precauciones” (Meresman, Sergio; 2012).
d. Un punto especial
que debemos tener muy en cuenta es que las personas con discapacidad, en
específico niños, niñas y adolescentes, son vulnerables de sufrir abuso sexual.
Suele ocurrir que por el aislamiento al que sus familias lo llevan, la
dificultad para comprender las intenciones de otras personas o incluso su baja
autoestima, son factores que influyen en que los sujetos no sepan poner límites
ni negarle a otras personas ciertas acciones, sin saber cómo defenderse ni
salir de esa situación. Es importante
enseñarles a reconocer aquello que no les gusta o les hace sentir mal y a no
tener miedo a decir que no.
Discapacidad Intelectual
No se requiere ser
un profesional o especialista para comprender y comunicarse con un niño, niña o
adolescente con discapacidad intelectual sobre sexualidad, puede que nos tome
un tiempo encontrar la forma de comunicarnos, pero los resultados pueden ser
muy valiosos y gratificantes, simplemente debemos respetar sus tiempos,
comprender sus necesidades y enseñarle algunas pautas básicas acerca del lugar
y momento más adecuado para conversar. Cuando la infancia y la niñez, a veces
se necesitara más tiempo para que puedan comprender lo que se les está
explicando.
“Las reiteraciones,
el lenguaje llano y sencillo, las indicaciones claras y por pasos, los mensajes
breves (dosificando la información) suelen ser buenos recursos para hacernos
entender y saber qué necesitan” (Meresman, Sergio; 2012). Los niños con menos posibilidades
de comunicación, suelen usar gestos para hacerse entender. Suele ser de gran
ayuda el uso de fotos, dibujos simples, y sobre todo, las situaciones
cotidianas que no se observan en la televisión, son la mejor manera de
comunicarnos con ellos y enseñarles. También se deben crear acuerdos entre los familiares
para que pueda haber coherencia en el mensaje, las reglas y la información que
se les da.
Durante la pubertad,
que sucede a la misma edad que los demás y se experimentan los mismos cambios
físicos y hormonales, necesitarán de más educación y más apoyo para comprender
los cambios que están viviendo y que deben adaptarse a ellos. Es normal que
puedan presentarse conductas impulsivas y experiencias en su cuerpo sin que
logren tener una clara comprensión de lo que siente y les pasa, aunque podrá
entender que a través de algunas zonas del cuerpo, puede experimentar
sensaciones placenteras, desconociendo si es bueno o malo, o cuándo y dónde
debe ser realizado, pese a esto, lo disfrutará y no podrá evitar desearlo.
Cuando necesitan
mayores cuidados y apoyo, requerirán una atención muy personalizada y paciente,
al menos hasta lograr expresar su sexualidad de manera adecuada y positiva, y
para esto, los padres tendrán muchas ocasiones en las que podrán reforzar un
mensaje útil y tranquilizador sobre este asunto.
La masturbación
suele originar constantes conflictos en la familia, sobre todo cuando se
realiza frente a otras personas y con relativa frecuencia. Se debe tomar con
calma esta situación, misma a la que no estamos acostumbrados. “Es conveniente
no dramatizar ni castigar al adolescente con prohibiciones y castigos cuyo motivo
no puede comprender y que contribuyen a aumentar su inseguridad. Es necesario
hacerle comprender que se le trata de ayudar para no comportarse de un modo que
será socialmente rechazado” (Meresman, Sergio; 2012).
Discapacidad Auditiva
“Está comprobado que
la comunicación y el lenguaje son herramientas inherentes a la especie humana.
La principal característica de los niños con discapacidad auditiva consiste en
que muchas veces el lenguaje y la simbolización se encuentran limitados” (Meresman,
Sergio; 2012). Desde un inicio, los niños y niñas con discapacidad auditiva
tienen menores oportunidades de dialogo, además de que no pueden relacionarse
con quienes les rodean; pero esto no impide que se desarrolle una capacidad
eficiente para comunicarse.
De acuerdo con
Sergio Meresman (2012): “La sordera suele afectar el desarrollo de las primeras
relaciones interpersonales cuando la familia no consigue generar recursos
comunicativos adecuados. Un dato para considerar es que si bien el 90% de los
niños sordos nacen en hogares oyentes (Allen, 1986), la mayoría de sus padres
no acceden a la lengua de señas. El resultado muchas veces implica que el niño
no cuente con las habilidades sociales y emocionales que requiere para
compartir su tiempo con otros. Además de esto, la información esencial en
relación a temas de la vida cotidiana se ve limitada o fragmentada”.
La lengua de señas
se apoya en movimientos, formas realizadas con la mano y los gestos que irán
aprendiendo con el tiempo, teniendo una manera visual de entender el mundo y
las relaciones entre las personas. En lo que respecta a las palabras
relacionadas con la sexualidad, muchas veces otras personas pueden apreciarlas
como ofensivas o demasiado explicitas, pues involucran, literalmente, las
partes del cuerpo y necesitan tocarlas para comunicarlas, aunque esto no tiene
el mismo sentido ni otras formas en las que poder expresarlas. Otra dificultad
en la comunicación entre las personas sordas, es la imposibilidad de poder
tener privacidad en sus conversaciones, pues los oyentes pueden cambiar el tono
de voz, pero las comunicaciones entre las personas sordas, pueden ser
apreciadas por todas las personas.
“Todo lo que se
desea decir es visto. Es difícil explicarles a los niños las ideas de
‘privado’, ‘secreto’, ‘confianza’ o ‘intimidad’. (…) [Debe] explicar esas ideas
más de una vez. (…) [Además de que se tiene que usar] diferentes señas, gestos,
dibujos y palabras hasta estar seguro de que (…) ha entendido” (Meresman,
Sergio; 2012). No podemos olvidar que, al tratarse de personas, también pueden surgir
problemas, sentir angustia y confusión; por lo que es importante el poder
ayudarles en estos asuntos, especialmente cuando surgen situaciones vinculadas con
las relaciones sexuales, infecciones de transmisión sexual o embarazos. Es importante
que la familia facilite su acceso a información sobre salud sexual y
reproductiva, como que se pueda promover espacios donde pueda acceder a
recursos de auto-cuidado y prevención.
Discapacidad Visual
Los menores y
adolescentes con discapacidad visual no pueden acceder a ciertas herramientas
que permiten aprender acerca de sus diferencias sexuales, comprender los
códigos para relacionarse y ajustar sus comportamientos, tomando en cuenta lo
que la cultura considera apropiado. El poco conocimiento de la anatomía
masculina y femenina puede ocasionar inseguridad, “por ejemplo si el niño o
niña no consigue explicarse los cambios en su cuerpo al llegar la pubertad.
También pueden pensar que no tiene una apariencia atractiva y sentirse en duda
de su potencial para conquistar a otros/as. Muchas de las formas de comunicar
el interés sexual o amoroso entre los jóvenes tiene características visuales (…)
lo cual coloca en desventaja a un/a adolescente ciego” (Meresman, Sergio; 2012)
.
Por esta misma
razón, los padres juegan un rol importante en la formación de su identidad,
además de proveerle información útil y apoyo permanente en lo que se refiere al
funcionamiento anatómico y a las habilidades interpersonales necesarias para que
puedan comprender su sexualidad y disfrutar la convivencia con otras personas. Pese
a su discapacidad, estos sujetos tiene
la capacidad de asimilar la información que se les proporcione, y para
ayudarles en su educación sexual, se les debe proporcionar materiales específicos,
figuras con relieve y también, de ser posible, darles la oportunidad de
experimentar a través del lenguaje braile, aspectos de la sexualidad y el
cuerpo. “Pero por sobre todas las cosas, necesitan ‘bañarse’ en los relatos,
historias y aportes que sus padres y hermanos puedan trasmitirle acerca del
amor, los sentimientos y la importancia de una sexualidad saludable y segura” (Meresman,
Sergio; 2012).
Discapacidad Física
Las discapacidades
físicas son muy variadas y tienen diferentes limitaciones, pero se puede decir
que la mayoría de ellas, no impide el desarrollo de una vida amorosa y sexual
placentera y saludable. Por suerte, la fantasía y la imaginación no conocen de
discapacidades ni barreras espaciales; y hablando de erotismo, las personas con
discapacidad entenderán la importancia de usarlas para disfrutar de sí mismos,
para manejar el deseo, potenciar la excitación y en definitiva, para sentirse
dueños de su sexualidad.
Para muchas personas
que usan sillas de ruedas (u otros equipos), éstos deben verse como parte de su
propio cuerpo y espacio personal; como consecuencia de esto, hay pautas y
recomendaciones que ayudan a tratar estos elementos de una manera que refuerce
el sentido de la intimidad corporal:
Tratarlos con el
mismo cuidado que da al cuerpo de su hijo/a en cuanto a higiene y contacto
físico.
Evitar que los
adultos que están en contacto con ellos apoyen su pie en la silla o la toquen o
muevan sin haberlo consultado.
Enseñarles a las
personas cercanas a respetar la silla como parte del espacio privado.
Parálisis Cerebral
En relación a este
tema, debemos entender que la parálisis cerebral no es un enfermedad, sino una
condición que afecta los músculos y en algunos casos, los sentidos. Poder estar
en movimiento suele ser lo más difícil para estas personas, ya que los músculos
pueden tensarse y restringir los movimientos; pero esto dependerá del tipo de
parálisis, pero estas características son normales a su condición y deben ser
tomadas con naturalidad; también debemos tener en cuenta que tiene la misma
posibilidad de vivir una sexualidad plena y satisfactoria, teniendo la
posibilidad de formar una familia.
“Es común encontrar
niños con parálisis cerebral que por su dificultad de habla emiten sonidos no
entendibles o desproporcionadamente altos, en su esfuerzo por comunicarse.
Enseñe a las otras personas a escucharlos con atención y ser paciente. Enseñe
con el ejemplo que es posible tratar a los niños con parálisis cerebral de la
misma manera que a cualquier otro: con cortesía y respeto” (Meresman, Sergio;
2012). Algunas recomendaciones sobre el buen trato a los niños con parálisis
cerebral pueden ser:
Tener presente que
el ritmo y la pronunciación son distintos al acostumbrado.
Si no se les
entiende, puede hacérselo saber tranquilamente para que lo intente de nuevo, o
utilice otra manera de comunicar lo que desea. Si es el caso, se puede
facilitar la comunicación a través de tarjetas, teclados, etc.
No intentar
completar sus frases, espere a que termine.
Los niños con
parálisis cerebral pueden necesitar ayuda de vez en cuando. Si de eso se trata,
es bueno preguntarles y ofrecer ayuda
Para concluir, por una parte, tenemos que comprender que la información aquí
proporcionada, es solo una mínima parte de lo que realmente podemos conocer con
relación a la sexualidad de las personas con discapacidad, por lo que lo aquí
plasmado, debe ser simplemente una guía, una introducción a lo que de verdad se
podrá vivenciar. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la educación sexual
no comienza “algún día”, sino que está presente desde el nacimiento. Los niños
irán absorbiendo su idea de sí mismos a través de las actitudes de sus padres y
hermanos; por esta razón, la responsabilidad de educar sexualmente no puede ser
transferida a las escuelas, aunque también es importante aclarar que, todos lo
que estén cerca, deben ser sensibles a sus necesidades y deseos, procurando
influir de manera positiva. Podemos decir que la educación sexual es más un
medio que un fin, lo importante está en el reconocimiento de que la formación
de un niño, sus sueños, proyectos y vínculos, van a incluir también esta parte
de la vida. Es a través del diálogo y la reflexión sobre los conocimientos y
sentimientos que moviliza la educación sexual, que los padres y madres pueden
ser un instrumento de inclusión y solidaridad, contribuyendo así a una vida
digna, justa y con salud y placer para todos y todas.
Bibliografía
Mereman, Sergio (2012); Es Parte de la Vida. Material de Apoyo sobre Educación Sexual y Discapacidad para Compartir en Familia; PES - iiDi - UNFPA - UNICEF; Uruguay.
González Araya, María Nidia (2005); La Sexualidad del Adolescente con Discapacidad y su Abordaje en el Ámbito Familiar; Revista Pensamiento Actual; Universidad de Costa Rica.





