Como se mencionó anteriormente en el capítulo de Narcisismo, Freud
había concebido dos escenas consecutivas dentro del desarrollo de las
relaciones objetales, es decir, la libido tiene dos momentos distintivos que le
permiten al sujeto poder desarrollarse en los ámbitos biológicos, sociales y
psicológicos, las cuales están separadas por el Complejo de Edipo, misma
división que no es del todo visible, de no ser porque se observen los cambios
en la conducta del menor, el cual se describirá en párrafos siguientes. Dentro
de estas formas de libidinización, podemos distinguir el Narcisismo Primario y
el Narcisismo Secundario, donde encontramos, o podemos relacionar, las fases
del Desarrollo Psicosexual que Freud postula en “Tres Ensayos de Teoría Sexual”
(2005), las cuales son la fase Oral y la Anal, que podemos ubicar claramente en
el Narcisismo Primario; la Fálica, fase donde se da el Complejo de Edipo; la de
Latencia, donde desciende la libido y permite el desarrollo cognitivo del niño;
y la Genital, en la cual resurge la libido, y que según Peter Blos (Psicoanálisis
de la Adolescencia, 1971), se dará inicio a una serie de procesos que
permitirán al sujeto una elección de objeto definida según las experiencias, y
también, bajo la influencia del resurgimiento del Complejo de Edipo.
Ahora bien, Freud es conocido, en parte, por ser uno de los
primeros teóricos en afirmar que ciertos componentes sexuales estaban, o están,
presenten en la infancia, esto en parte, le causo críticas en su momento, pero
con el paso del tiempo, sus seguidores comenzaron a investigar con base en esa
misma línea, y gracias a eso, hoy podemos decir, bajo un marco psicoanalítico,
la importancia que tiene el paso por esas fases psicosexuales. Dentro de estos
postulados, Freud menciona el término de libido, que es utilizado para referir
a la energía sexual y que será depositada en zonas erógenas específicas, que se
basan en funciones biológicas que deben ser satisfechas y que están en
desarrollo, además, de que permiten la obtención de placer al infante.
La primera fase que entra en juego en este desarrollo, es la Oral, que
tendrá duración hasta el año y medio de vida aproximadamente; la razón por la
que esta es la primera etapa del desarrollo, es que la boca posibilita la
satisfacción de las necesidades biológicas del menor, es decir, la alimentación
y nutrición; así como poder facilitar la aparición de los procesos de identificación,
introyección y proyección, esto debido a que como dice Freud, la meta sexual es
la incorporación del objeto, lo que permite que se pueda hacer claro lo que al
infante le es grato y lo que le produce frustración; a diferencia de Melanie
Klein y su posición esquizoparanoide y depresiva, el sujeto no percibe como
distintos objetos las dos sensaciones producidas, ni hay un superyó inmaduro
que permita esta clasificación, sino que se basa meramente en las pulsiones
instintivas que el menor demanda y que su medio, debe ser capaz de complacerlas
debido a su incapacidad para hacerlo por sí mismo.
La segunda etapa es la Anal, esta tiene una duración hasta los tres
años, aproximadamente, y se basa en la necesidad biológica del menor por
controlar sus esfínteres, en esta, el niño experimenta un aumento en su control
corporal. “Aquí ya se ha desplegado la división en opuestos, que atraviesa la
vida sexual; empero, no se los puede llamar todavía masculino y femenino, sino
que es preciso decir activo y pasivo” (Freud, 2005). Es en este momento cuando el sujeto comienza
la introyección de las normas sociales, aunque, por serle negada la
satisfacción de experimentar, el infante casi siempre recurre a una actitud
desafiante ante los padres, es decir, a no obedecerlos cuando se trata de las
demandas impuestas ante el entrenamiento y control de sus esfínteres. “El
entrenamiento es una solución que, abreviadamente, debe conducir al niño a
rechazar cualquier cosa sucia y maloliente y a convertirse en un “modelo” de
autocontrol; el resentimiento derivado de esa sumisión a la autoridad parental,
no suele ser expresado abiertamente, y en su lugar, el individuo desarrollará
cierta obstinación pasiva e insistirá en hacer las cosas a su modo” (Gregorio
Escalante, 2006).
La siguiente fase en el desarrollo del menor es la etapa fálica,
que abarca desde los tres a los cinco años de edad, donde se presenta un
proceso de diferenciación corporal entre niño y niña, y que por la misma
situación, es una etapa de mucha curiosidad; además de esto, se da a la par
procesos diferenciados en los infantes, conocidos como el Complejo de
Castración y la Envidia del Pene. En el primero, el niño ha hecho una previa
suposición de que tanto hombres como mujeres cuentan con un falo, pero al darse
cuenta de que esto no es así, le invade una angustia ante la posibilidad de
perder su miembro por acción de la figura parental; en cambio, en el proceso de
la Envidia del Pene, la niña puede aceptar con más facilidad la diferencia
corporal, pero se ve invadida de un cierto rencor en contra de la madre por no
haberla provisto de dicho miembro, lo que la llevará a desear ser hombre.
Estos procesos pueden parecer un tanto bizarros si se consideran
por si solos, aunque también se debe considerar que gran parte del marco
psicoanalítico, considera estos procesos como inconscientes, es decir, sólo la
postura del psicoanálisis puede dar cuenta de ellos. Ahora bien, la razón de
estos procesos es su presencia dentro del Complejo de Edipo. “Lo que Freud nos
plantea es una especie de triángulo amoroso en el cual participan el niño, el
objeto amado (que es el progenitor del sexo opuesto) y el objeto odiado
(progenitor del mismo sexo). La proposición sugiere que el niño varón
inicialmente adopta a su madre como objeto amoroso y se comporta con ella de
modo seductor. Al mismo tiempo reconoce en el padre a un rival en el afecto
materno. Y no solamente está celoso de su progenitor sino que también siente
que lo necesita y lo ama, de modo que los deseos destructivos hacia él lo
atemorizan. Es cuando comienza el temor a la castración, reafirmado al
descubrir que su hermana ha perdido el pene y que lo mismo puede pasarle a él.
De todos modos ese temor reprime en el niño sus deseos sexuales por la madre y
lo lleva a identificarse con el padre, identificación que contribuirá al logro
de una definición de su papel sexual” (Gregorio Escalante, 2006).
Es de vital importancia recordar que este proceso hace referencia
al amor que el niño tiene por su madre en lo que a satisfacción de sus
necesidades de supervivencia y seguridad se refiere, lo mismo pasa con el
padre, pero más en específico, se inclina por la seguridad que este le puede
proporcionar; sin embargo, el menor debe ser capaz de desligarse de la madre
para comenzar a aplicar sus aprendizajes en el entorno social, por lo que, el
temor que le tiene al padre, es por el hecho de poder ser castigado por una
mala relación con los otros, así como por su ímpetu por querer mantenerse cerca
de la madre, lo que implicaría el Complejo de Castración, es por eso que en
esta etapa del desarrollo, el niño inicia un proceso de identificación con el
padre, lo que le permite comportarse y desenvolverse en un papel masculino.
Lo mismo sucede con la niña, pero en este caso, se aprecia la
necesidad de la niña por querer estar con su padre, necesita tener la misma
seguridad que el niño obtiene cuando se identifica con la figura paterna,
aunque terminará identificándose con ambos, mayormente con la madre, lo que en
teoría deja inconcluso el Complejo de Edipo, representado por el temor que la
niña tiene a perder a su padre, es decir, el afecto y la seguridad que este le
proporciona. “La niña, por su parte, al descubrir la ausencia del pene,
responsabiliza a la madre por el 'defecto', la convierte en el blanco de su
hostilidad, la acusa de haberla enviado al mundo insuficientemente equipada, y
desarrolla una atracción sexual hacia el padre (Complejo de Electra). En ella no existe la ansiedad de castración
y sus razones para erigir fortificaciones internas contra sus deseos
incestuosos son menos apremiantes, lo cual debe dar lugar al desarrollo de un Superyo
mucho más débil. De acuerdo a Freud y puesto que en la niña no puede existir
temor alguno a la castración, la resolución del Complejo de Edipo en ella se
produce por temor a perder el amor de su padre” (Gregorio Escalante, 2006).
Si bien la teoría nos afirma que este proceso dejará de por medio
una identidad sexual, tanto Freud como Peter Blos han mencionado que la etapa
genital es la primordial para finiquitar este complejo y dar paso a una
elección de objeto estable, con un resultado que se bosqueja en la infancia, lo
que sí se puede afirmar en este periodo, es el hecho de que el niño desarrolla
una bisexualidad afectiva, es decir, el menor es capaz de sentir afecto tanto por
figuras masculinas como femeninas, sin que esto implique el desarrollo de una
identidad sexual definida. Terminemos esta etapa diciendo que, el Complejo de
Edipo maneja la idea del incesto, misma que Freud desarrolla en su escrito
“Tótem y Tabú” (2005), tema que se abordará en el siguiente capítulo, y que no
solo permitirá la mejor comprensión de este proceso inconsciente, sino que
además, nos dejará bosquejar una comprensión de como el Tabú es uno de los
principales elementos que a nivel social, permite o estigmatiza las identidades
sexuales.
La siguiente fase del desarrollo, llamada Latencia, que dura de
entre los seis y los once años, es caracterizada no por un descenso en la
libido del menor, sino que puede apreciarse la sublimación de esta energía en
las actividades académicas, deportivas y sociales, lo que permite tanto el
fortalecimiento y la creación de mecanismos de defensa más eficientes, debido
al enriquecimiento del Yo, misma situación que favorece el desarrollo cognitivo
del ahora estudiante. “Fantasías, deseos y agresiones sexuales permanecen
inmersas a nivel inconsciente, y las energías infantiles van a ser dirigidas
hacia un tipo de búsquedas más socialmente aceptables y concretas. (...) Esto
no quiere decir que la vida del niño esté libre de conflictos. Lo que ocurre es
que los impulsos sexuales lucen temporalmente aplazados y existen ya evidencias
más claras de un mayor autocontrol. (...) Es mucho más estable, realista y
organizado que en etapas anteriores y ello contribuye a un crecimiento decisivo
del yo. Durante esta etapa psicosexual hay la tendencia a buscar nexos
afectivos con miembros del mismo sexo y, especialmente entre las niñas, tales
nexos alcanzan niveles emocionales muy intensos” (Gregorio Escalante, 2006).
La última fase del desarrollo psicosexual es la Genital, que
comienza a partir de los once años aproximadamente, y es la fase en la que el
sujeto continuara hasta su muerte, y que se empalma con el inicio de la
pubertad, misma que hace que la libido resurja y comience el desarrollo y el
proceso de elección de objeto ya definitivo, además de la reaparición del
Complejo de Edipo, se aprecian procesos alternos que se basan en la necesidad
de establecer una identidad propia, la formación del Yo Ideal y la inclinación
por ciertas ideologías y normas sociales que le permiten fortalecer su
necesidad de pertenencia a un grupo en particular. “En su precipitación por la
búsqueda de la liberación los muchachos terminan construyendo estereotipos de
sí mismos, de sus ideales y valores, de modo que no es raro verlos alinearse
con ideologías religiosas o políticas que, en definitiva, solamente llenan su
incesante búsqueda de identidad. Las muchachas suelen renunciar al placer de
los vestidos atractivos o tratan de adelantar estilizaciones inimaginables de
su cuerpo mediante el ejercicio físico, la gimnasia o el baile. Los muchachos
podrán también expresarse por la vía del ascetismo o recurriendo a la
intelectualización de casi todo. (…) Es claro que en este momento son los
padres quienes necesitan mejor guía para manejar más acertadamente las
turbulencias presentes en los hijos” (Gregorio Escalante, 2006). Si bien Freud
analizó las desviaciones conductuales de los sujetos, no se esforzó demasiado
en bosquejar el proceso por el cual atraviesan los adolescentes, función a la
cual se dedicó Peter Blos.
Extraído de:
"Narcisismo y Bisexualidad" - Gustavo Alberto Nonato Reza
Proyecto de Titulación de Lic. en Psicología
Extraído de:
"Narcisismo y Bisexualidad" - Gustavo Alberto Nonato Reza
Proyecto de Titulación de Lic. en Psicología
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