Thursday, November 27, 2014

Historia de la Sexualidad Parte 2

Ahora bien, la visión sociológica de Jeffrey Weeks (sin dejar de lado los aspectos biológicos y psicológicos), nos permiten tener una clara y gran visión de la sexualidad, pero solo hemos abordado la mitad de la investigación de Michel Foucault (aproximadamente), por lo que procederemos a desarrollar el resto faltante de “La Historia de la Sexualidad”, siendo el punto de inicio, la “Hipótesis Represiva”.
No es algo fuera de lo común que la Sexualidad y la Represión se escuchen juntas, en la propuesta histórica de Foucault, podemos notar que en la cultura occidental, la sexualidad y su uso han sido limitados, especialmente por la clase burguesa y el inicio del capitalismo. Pero esto nos hace pensar… ¿Qué tanto podemos reprimir una parte tan importante del ser humano?... Lo cierto es que esta limitación generó en la cultura una presión que debería liberarse en cualquier momento, cuestiones que podemos apreciar aproximadamente en los años 60’s, con un cambio de pensamiento y lucha por la liberación, y en los 70’s, con la manifestación de la comunidad homosexual exigiendo respeto y derechos igualitarios, épocas de revolución pacífica de las cuales, somos los herederos. “Lo propio de las sociedades modernas no es que hayan obligado al sexo a permanecer a la sombra, sino que ellos se hayan destinado a hablar del sexo siempre, haciéndolo valer, poniéndolo de relieve (…)” (Michel Foucault, 2005).
No podemos negar que las prácticas sexuales habían sido limitadas, y en algunos casos, castigadas, pero no podemos darle todo el crédito a la represión como el único factor que desencadena todos estos sucesos en torno de la sexualidad. Para esto debemos entender que a conducta del ser humano se puede dirigir de dos formas, una es el uso de las leyes, hablamos de poner una distinción entre lo licito y lo ilícito; por otro lado, las ideas que la gente tenga respecto de un tema son igual de influyentes, llevándonos a establecer una normalidad y una anormalidad; estas cuestiones legales e ideológicas nos permitirán desarrollar dos nuevos términos: el “Despliegue de Alianzas” y el “Despliegue de la Sexualidad”. “Entre el Estado y el individuo, el sexo ha llegado a ser el pozo de una apuesta, y un pozo público, invadido por una trama de discursos, saberes, análisis y conminaciones” (Michel Foucault, 2005).
En el Despliegue de las Alianzas, el punto que marca la pauta de regulación social es el matrimonio, pero no una relación fundada por la moral o el amor, sino que era el establecimiento de un negocio; el marido y la mujer eran los socios que debían legitimar el poder, la propiedad y la riqueza de la familia, heredando estos a hijos de sangre, frutos de una madre que contrajo matrimonio aun siendo virgen y que fuera fiel a su marido. Este despliegue regulaba la sexualidad de modo externo, en el ámbito sociocultural, imponiendo la línea de la legalidad y la ilegalidad.
Pero este no es el único mecanismo para poder controlar la conducta de la sociedad, el Despliegue de la Sexualidad, es decir, la distinción entre normalidad y anormalidad, es guiada por cuestiones internas de los individuos, una idea que cada uno adopta sobre las prácticas sexuales y que nos permite delimitar su naturaleza, alcance y que tanto podemos manifestar nuestra sexualidad. También, este despliegue no es visto como una obligación, sino que es una convicción del ser humano. La importancia de este mecanismo es que nos permite dar cuenta de que todos tenemos una sexualidad, y por esta razón, nos hacemos la idea de una regulación que no necesita de la intervención de las leyes.
Leyes e ideas desde el inicio no pueden ser mezclados, pues la primera tiene el fin único de darle una continuidad y fuerza de la economía familiar, por esta razón, y al reconocer que hay una diversidad sexual, se imponen reglas que permiten el logro de este “éxito”, por lo que si el hombre (ya no se diga una mujer) es infiel o mantiene una relación homosexual, habrá una consecuencia, llevando al pago de una multa o a ser desheredado. En cambio, las ideas, que permiten formar una escala de normalidad, no se basan en distinguir lo que es permitido o no, se crea un estándar positivo, donde la heterosexualidad siempre será lo correcto y bueno (esto también se refleja en las leyes); esto nos permite comprender por qué la homosexualidad se considera como algo antinatural.
“El sodomita era un relapso [pecador]; el homosexual ahora es una especie” (Michel Foucault, 2005). Esta oración nos permite ver la clara distinción entre el Despliegue de las Alianzas y el de la Sexualidad; el sodomita (situado en el marco de las Alianzas), es simplemente un delincuente, es una persona que realiza una conducta que puede tener una consecuencia. Pero en el Despliegue de la Sexualidad, el homosexual es un ser con esencia y naturaleza, lo que sí, es que lo convierte en un delincuente, pero también en un perverso. Por esto, el marco ideológico es aún más eficaz, pues esto nos permite controlar y guiar nuestros deseos, por esta razón, si hemos introyectado que la homosexualidad es algo malo, nuestra conducta será el reflejo de esta idea, lo que nos llevará a discriminar, clasificar y tratar de normalizar a los demás.
En Vigilar y Castigar (2002), Foucault menciona: “Escuchemos una vez más a Servan: (…) Un déspota imbécil puede obligar a unos esclavos con unas cadenas de hierro; pero un verdadero político ata mucho más fuertemente por la cadena de sus propias ideas (…); y sobre las flojas fibras del cerebro se asienta la base inquebrantable de los imperios más sólidos”. De esto podemos rescatar que no es solo una persona la que implementa una ley o idea en la sociedad, sino que es algo que se arma poco a poco, como resultado de las prácticas sociales, llámense médicas, psiquiátricas, religiosas, etc., de hecho Foucault responde a esta Hipótesis Represiva mencionando que lejos de ser algo de lo que no se podía hablar, la sexualidad produjo muchos discursos que comenzaron a “rodear” a las personas, por esto, las categorías en la sexualidad se deben considerar algo nuevo, podemos decir que la práctica homosexual siempre ha existido, pero esto no es algo que nos interese, lo importante es que de este modo, dan inicio los varios mecanismos de control existentes en nuestra actual sociedad occidental.
Una pregunta… ¿Nuestras mascotas son seres sexuados? ¿Podríamos decir que tienen una identidad sexual?... Aunque parezca irónico, sabemos que la respuesta es no, entonces… ¿Por qué los seres humanos no podemos vivir una sexualidad sin clasificación? ¿Se atrevería usted a tener un acto sexual en vía pública como los animales?... La respuesta socialmente esperada es no, pero no porque sea un acto ilegal, sino por miedo al juicio y la mirada del Otro. Como ya hemos dicho, el Despliegue de la Sexualidad hace un corte tajante entre normal y anormal, una “sexualidad normal” está limitada a la recamara matrimonial, mientras que la “sexualidad anormal” es propia de los burdeles y manicomios, por lo que esto nos permite iniciar una clasificación de la conducta, y por ende, de la gente. Con esto nos vamos acercando a lo que Michel Foucault denomina “Scientia Sexuallis”.
Estos discursos sobre la sexualidad y el inicio de la clasificación de las conductas, llevó a algo muy importante, los placeres que no se hablaban en ese entonces, comenzaron a ser cuantificados, es decir, el placer se limita a disfrutarse, no habla, es la parte que compartimos con los animales, pero nosotros, como humanos, podemos analizar y medir la experiencia, nos permite contabilizar ese placer a través de, por ejemplo, la confesión religiosa, el análisis médico y la interrogación psicoterapéutica, dando así la posibilidad de hablar a algo mudo. “Más que la uniforme preocupación de ocultar el sexo, más que de una pudibundez general del lenguaje, lo que marca a nuestros tres últimos siglos es la variedad, la amplia dispersión de los aparatos inventados para hablar, para hacer hablar del sexo, para obtener que él hable por sí mismo, para escuchar, registrar, trascribir y redistribuir lo que se dice” (Michel Foucault, 2005). De esta forma surgen los trastornos, meras desviaciones de la “conducta normal”, para lo cual podemos crear leyes, y así controlar a la sociedad, normalizarla; otra forma de controlar de controlar la conducta, es “medicalizarla”, convirtiendo el comportamiento de la gente en patologías, y así se les puede designar como anormales de modo más sutil.
La sexualidad siempre ha sido influida por códigos morales y tabúes, pero desde Foucault y su Despliegue de la Sexualidad, pasamos a hablar de “cierto” y “falso”, lo que vuelve al placer una ciencia. “Lo importante es que el sexo no ha sido únicamente una cuestión de sensación y de placer, de ley o de interdicción, sino también de verdad y falsedad, que la verdad del sexo haya llegado a ser algo esencial, útil o peligroso, precioso o temible; en suma, que el sexo haya sido constituido como una apuesta en el juego de la verdad” (Michel Foucault, 2005). Esto da origen a la Scientia Sexuallis, que podemos contraponer al “Ars Erótica” de las culturas orientales; nosotros investigamos el sexo, mientras que ellos ven al acto sexual como fuente de placer, que no está limitado a la recamara, sino que es expresado en la familia y la sociedad, como si fuera un bocadillo más en la vida que se debe disfrutar.
A primera vista, la investigación que nos propone Michel Foucault, nos hace pensar cómo es que nuestra vida y sexualidad han sido manipuladas, dando como resultado nuestra liberación; nos lleva a ver toda la represión ejercida por un “Poder” que tiene una sola persona, que reprime y subyuga a los que están debajo de él, a considerar un “poder” descentralizado, es decir, todas las personas tienes un poder que mediante las prácticas sociales, dan origen a la sexualidad; en otras palabras, una sola persona puede reprimir, pero una sociedad, se vuelve creadora, y por ende consigue su liberación. “(…) en lugar de referir a la forma única del gran Poder todas las violencias infinitesimales que se ejercen sobre el sexo, todas las miradas turbias que se le dirigen y todos los sellos con que se oblitera su conocimiento posible, se trata de inmergir la abundosa producción de discursos sobre el sexo en el campo de las relaciones de poder múltiples y móviles” (Michel Foucault, 2005).
Si realizamos una investigación, obtendremos un conocimiento y junto con las prácticas sociales, nos lleva a la conformación de las Identidades, que son un aparato de control, pues se cae en la misma situación de clasificar a las personas; por lo que, en lugar reprimir el placer, debemos hacernos más susceptibles de él, es decir, experimentar; es salir de la identidad que limita el placer a un simple acto sexual, que no va más allá de los instintos animales, a jugar con la erótica, ser parte del placer; salir de una identidad es por decirlo, de una forma coloquial, que “hay de chile, de mole y de dulce”; en otras palabras, es ir más allá de lo que es correcto socialmente, llevar a cabo un Ars Erótica y dejar de lado la Scientia Sexuallis.
Foucault también nos habla del Biopoder, que tiene como finalidad, no reprimir y castigar las acciones humanas, sino crear sujetos dóciles de los que se pueda obtener un beneficio económico y social; de este modo se entiende la represión de la sexualidad como un intento por normalizar la reproducción, la natalidad, la muerte, etc., procesos biológicos de la vida, hablamos de una “disciplina del cuerpo”, misma que nos lleva a la última parte de este apartado.
Después de tanto abordar el cómo se crean las represiones y clasificaciones, y por lo tanto, la aparición de diversos tipos de sujetos y prácticas sociales, postura que podemos apreciar en “La Voluntad de Saber”; Michel Foucault reflexiona en “El Uso de los Placeres” y “La Inquietud de Sí”, sobre la forma en que las personas pueden modificar y crear su existencia. Para esto debemos asentar que la cultura grecorromana, no veía la sexualidad de forma legal, sino que era una cuestión Ética, los actos sexuales eran algo natural y bueno, pero que podían ser abusados; en cambio, a partir del cristianismo vemos todo lo relacionado con el “sexo” y sus aspectos negativos para la vida, de la Ética pasamos al pecado. Para los griegos y romanos, el problema no estaba en el acto mismo, sino en la forma de realizarlo, donde lo importante era la actividad y pasividad dentro de las relaciones. Cuando Foucault plantea que debemos ser más susceptibles al placer, se refiere a una “Estética de la Existencia”, ser esclavo o pasivo era denigrante, pero un hombre libre no debería pasar por esto, sin embargo, podía convertirse en esclavo de sus deseos. Esta Estética tiene como meta el volvernos amos de nosotros mismos, controlar nuestros deseos nos permite ser mejores en la familia y la sociedad; a esto se le llamaba “Askesis”, un entrenamiento enfocado en alcanzar la “Epimeleia Heautou”, es decir, un cuidado de sí mismo, lo que nos permitirá desempeñarnos y vivir bien dentro de la sociedad.
“(…) a través de los ejercicios de abstinencia y de dominio que constituyen la Askesis necesaria, el lugar que se concede al conocimiento de si mismo se hace más importante; la tarea de ponerse a prueba, de examinarse, de controlarse en una serie de ejercicios bien definidos coloca la cuestión de la verdad – de la verdad de lo que uno es, de lo que uno hace y de lo que uno es capaz de hacer – en el centro de la constitución del sujeto moral” (Michel Foucault, 2005). Con esto podemos darnos cuenta de que Foucault era un crítico de movimientos sociales de liberación, debido a que el discurso utilizado refuerza o debilita los mecanismos de control contra los que se manifiestan; el camino para llegar al cambio social no es la revolución, sino la Estética de la Existencia. Esto nos hace centrarnos en el nivel micro de la sociedad, pues los cambios sociales y políticos no se dan por un decreto presidencial, sino por los desafíos y experimentos de la práctica local e individual de los límites que se nos imponen, y en el experimento de ir más allá de ellos.

Extraído de:
"Narcisismo y Bisexualidad" - Gustavo Alberto Nonato Reza
Proyecto de Titulación de Lic. en Psicología

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