Thursday, November 27, 2014

Modulo I. Introducción a la Sexualidad

“… la sexualidad puede pensarse, experimentarse y actuarse de manera diferente de acuerdo con la edad, la clase, el grupo étnico, la capacidad física, la orientación y preferencia sexual, la religión y la región”
Carole S. Vance (1984).


¿Qué es la Sexualidad?... ¿Por qué este tema fue y sigue siendo uno de los más grandes tabúes de la sociedad?... ¿Podemos hablar de un goce como tal?... Sin duda alguna la sexualidad es uno de los aspectos del ser humano que más apasionan, y no me refiero solo a la sociedad actual, sino que en todas las épocas y culturas podemos encontrar referencias de prácticas e incluso normas sociales para la expresión, uso y represión de esta.
No podemos empezar esta investigación sin tener un concepto como tal, es más, existen tantas definiciones y confusiones entre “Sexualidad”, “Sexo” y “Acto Coital”, que el tener un concepto previo nos podrá ayudar a abordar el tema un poco más fácil. Según la OMS (2006), la Sexualidad “es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, practicas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, étnicos, legales, históricos, religiosos y espirituales”.
Como podemos apreciar, la sexualidad tiene un sinfín de factores y modos de expresión, que si no llegamos a delimitar el objeto de la investigación, podríamos encontrar un mar de información, además de poder perdernos en el proceso. Por esta misma razón, dentro del capítulo se hará especial énfasis en la historia de la sexualidad, o al menos una breve perspectiva de la propuesta filosófica – histórica de Michel Foucault, también se abordará un peculiar concepto introducido por Jacques Lacan, el “Goce”, así como su intervención en la sexualidad, donde se podrá dar respuesta a la pregunta inicial de si podemos hablar de un goce de la sexualidad como tal, o nos confundimos con su sinónimo, el “Placer”. Y para finalizar se pretende observar el sistema social actual y la percepción de la sexualidad, y como esta, puede ser usada como un mecanismo de control, e incluso de miedo, proceso que no podemos considerar reciente.
Antes de continuar, debemos considerar prudente el dar un breve marco de referencia sobre la sexualidad, y como es que se desarrolla en tres categorías que debemos considerar generales, y donde los factores mencionados en la definición de la OMS, se integran; estos son los aspectos biológicos, psicológicos, y muy de la mano, los sociales.
Iniciemos con el área biológica; esta dimensión de la sexualidad es, por así decir, una de las más sencillas de abordar, pues hablamos de cuestiones anatómicas y fisiológicas. Este aspecto es crucial, pues influye en la procreación, el deseo, la respuesta sexual y otros procesos que son importantes para la copula como tal; es también donde encontramos la conceptualización del Sexo, palabra que no hace referencia al Acto Coital, y que a su vez, no alcanza para ser un sinónimo de la Sexualidad… por Sexo, podemos referirnos al conjunto de características biológicas que definen el aspecto y diferenciación corporal entre el hombre y la mujer, características que son determinadas al momento de la fecundación, donde se desarrollan las características sexuales primarias (decima semana de gestación aproximadamente), y las secundarias (durante la pubertad), en donde específicamente, podemos decir que se involucran los sistemas endocrino, sanguíneo y nervioso.
Podemos decir entonces, que la explicación biológica de la sexualidad se basa en abordarla como un instinto, mismo que se presenta y expresa de manera diferente según la edad y capacidad del cuerpo de la persona, es decir, no podemos comparar los aspectos sexuales en un niño, un adolescente y una persona de la tercera edad, lo que también nos permite referir a una fuerza innata que motiva al sujeto. Por su parte, Henry Moncrieff (2007) menciona que: “Si escuchamos la palabra ‘sexo’ inmediatamente pensamos en genitalidad (…). Esto indiscutiblemente ya forma parte de la manera – general – de pensar del hombre moderno (…). No hemos notado la simple operación aritmética de la sexualidad, que no es más que el producto del resultado del cruce de la naturaleza con la estructura social [y psicológica, que] responde, por tanto, a condiciones sociales determinadas por un contexto”.
En cuanto a los factores psicológicos, que están muy de la mano con los sociales, podemos decir que estos nos permiten vivir, sentir y percibir la realidad y nuestra sexualidad de manera única, es decir, influye en las ideas de lo que consideramos que está bien y mal, en los prejuicios y expectativas que tenemos en relación a otros y a ciertos temas en específico, así como en nuestra identidad y orientación sexual. Así podríamos dividir los procesos psicológicos en: Intelectuales, que nos permite desarrollar capacidades y un cierto potencial del pensamiento y conocimiento, mismos que nos posibilitan controlar los impulsos sexuales; y los Afectivos, con los cuales podemos establecer relaciones interpersonales en diferente grado, es decir, la intensidad e intimidad con la que nos involucramos con una persona, no será igual que con otros. Es pues, la importancia de estos factores, que en la adolescencia tienen la función principal de ayudar al sujeto a “crearse” una identidad sexual propia. “(…) A través de la sexualidad nos experimentamos como personas reales, nos da nuestro sentido de sí mismo, como hombre y como mujer, como hermano desobediente o hija consentida, como mujer heterosexual jalisciense, bisexual veracruzano u homosexual del D.F., la sexualidad es la verdad de nuestro ser. Nuestras emociones, deseos y relaciones sexuales son configurados de múltiples maneras por la sociedad en que vivimos. Experimentamos nuestras emociones sexuales de acuerdo a nuestra inserción en la sociedad; la subjetividad está en función de nuestra edad, sexo, clase social, raza, religión, orientación y preferencias sexuales” (Gabriela Rodríguez, s/f).
De manera específica, podemos decir que los factores psicológicos, son solo manifestaciones de los procesos biológicos, pero también debemos considerar que son independientes, aun cuando sabemos que el pensamiento y la emoción son subjetivos, no podrían ser posibles sin la intervención del cuerpo y sus funciones. Retomando el proceso de la Identidad Sexual, debemos decir que es la identificación psicológica que se va desarrollando en el menor y que finaliza en el hecho de sentirse hombre o mujer, donde influye el género (percepción psicológica de ser hombre o mujer), la identidad de rol (papel social respecto del género, es decir, el comportamiento que se le exige al sujeto, por ejemplo, la mujer sumisa y el hombre golpeador), y la elección del objeto erótico (atracción afectiva, emocional y erótica hacia personas del mismo sexo u opuesto, proceso conocido también como orientación sexual o preferencia de género).
En lo que respecta a los factores sociales que influyen en la sexualidad, podemos considerar que la postura de Jeffrey Weeks es una de las más completas que podemos encontrar; con él, estos factores reciben el término de “construcción social”. “La expresión generalmente utilizada de ‘Construcción Social de la Sexualidad’ suena duro y mecanicista, pero en realidad es un asunto bastante directo y comprende ‘las maneras múltiples e intrincadas en que nuestras emociones, deseos y relaciones son configurados por la sociedad en que vivimos’.” (Jeffrey Weeks, 1998). Este autor plantea que la sexualidad dentro de la sociedad, tiene dos connotaciones, una social, que permite apreciar la forma en que las personas crean e interactúan con ellos mismos y con otros, formando normas y diferentes tipos de relaciones que van desde lo más sencillo que puede ser la familia, hasta llegar a la cultura y las estructuras políticas; mientras que el otro punto, se refiere a las cuestiones de poder, es decir, como es que la política y demás organizaciones pueden controlar la sexualidad, y de este modo, a las personas y su forma de conducirse en la sociedad.
“La sexualidad se configura mediante la unión de dos ejes esenciales de preocupación: nuestra subjetividad, ósea, quienes somos y que somos, y la sociedad, ósea, el crecimiento, el bienestar, la salud y la prosperidad futuras de la población en conjunto. (…) En consecuencia, la sexualidad se va convirtiendo en un asunto social, político y moral cada vez más importante” (Jeffrey Weeks, 1998). Para poder iniciar con los factores que influyen en la Construcción Social de la Sexualidad, debemos tener en cuenta que, sin importar que las normas de convivencia, sean considerados formales o informales, tienen peso sobre toda la sociedad en general, determinando lo que está permitido, las prohibiciones, límites y posibilidades de la vida erótica. Con esto podemos decir que la organización social se ve influida por cinco factores: parentesco y sistema familiar, organización social y económica, reglamentación social, intervenciones políticas y el desarrollo de “culturas de resistencia”.
Si bien la familia se considera el núcleo más importante de la sociedad, pues es ahí donde se aprenden las normas y la forma de convivencia, debemos decir que gracias al tabú del incesto, se puede dar inicio a la configuración de la sociedad, “dejando de lado” el estado natural, además de que así da inicio la cultura como tal. “La verdad es que los vínculos de parentesco no son vínculos naturales de la sangre, sino relaciones sociales entre grupos, con frecuencia basados en afinidades residenciales y hostiles a afinidades genéticas” (Jeffrey Weeks, 1998). Sin el tabú del incesto limitando las relaciones de las personas, además de la economía, herencia e intervención del estado en el matrimonio y divorcio, situaciones que finalmente recaen y modifican el estilo de vida en la familia, y por ende, las ideas que las personas pueden tener respecto de su sexualidad, no podríamos abordar plenamente el tema, pues para comprender la sexualidad tenemos que comprender mucho más que el sexo, tenemos que comprender las relaciones en las que suele ocurrir; y al hacer énfasis en la familia, no hacemos más que confirmar la importancia que esta tiene en la sociedad occidental, pues es ahí donde adquieren un sentido nuestras necesidades e identidad sexual e individual.
Por lo antes dicho damos por entendido que la familia no es un organismo autónomo, y la estructura familiar puede ser modificada por un cambio económico, el crecimiento industrial y social y la urbanización. Así podemos ver que en el siglo pasado, con el aumento de la comercialización, el “sexo” comienza a tener más una perspectiva consumista, y es que si bien “la sexualidad no está determinada por el modo de producción, (…) los ritmos de la vida económica proporcionan las condiciones básicas y los limites últimos para la organización de la vida sexual (Jeffrey Weeks, 1998).
Si bien la vida económica establece algunas condiciones en torno a la sexualidad, la reglamentación social es aún más autónoma; “los métodos formales para reglamentar la vida sexual varían según las épocas, dependiendo de la importancia de la religión, la función variable del Estado, la existencia o no de un consenso moral que reglamente los esquemas del matrimonio, las tasas de divorcio y la incidencia de la no ortodoxia sexual” (Jeffrey Weeks, 1998). En este caso podemos hablar de mecanismos de control, que tanto la sociedad, como ciertas instituciones, ejercen y establecen un límite, e incluso un tabú, que generalmente se basan en una idea que se desea transmitir; de esta manera podemos hablar de una reglamentación formal, dictada por la religión y el Estado primordialmente, y métodos informales, que funcionan como límites para la sociedad y que van implícitas en cierto grado en las normas de convivencia que las comunidades establecen. “En el pasado, con frecuencia han sido impuestos mediante prácticas tradicionales de avergonzamiento, rituales de humillación y burla públicos” (Jeffrey Weeks, 1998).
En lo que respecta de las intervenciones políticas, podemos decir que tanto la familia, la sociedad y economía, y la reglamentación social, se ven inmersos en un marco político. “El equilibrio de las fuerzas políticas en un momento dado puede determinar el grado de control legislativo o la intervención moral en la vida sexual. El clima social general proporciona el contexto en el que algunos asuntos adquieren más importancia que otros” (Jeffrey Weeks, 1998). De esta manera podemos apreciar un sinfín de políticas y programas que, tras la manifestación de las culturas de resistencia, mismas que se oponen a lo que socialmente está establecido y que buscan un cambio de pensamiento en la población, dan la impresión de que las estructuras políticas se preocupan por la sociedad, cuando solo tratan de controlarla con mínimas modificaciones a la legislación actual; así podemos observar como surgen programas encaminados a la prevención del embarazo a temprana edad, cambios en la estructura política y legal para dar más libertad a la “condición femenina” y comenzar un proceso de igualdad de género o bien, permitir el matrimonio igualitario, haciendo que los beneficios del matrimonio heterosexual puedan ser ejercidos por parejas homosexuales. “La existencia de ‘líderes de opinión’ hábiles, capaces de articular y hacer surgir corrientes incipientes de opinión, puede ser decisiva para hacer que se cumpla la legislación existente o para idear una nueva” (Jeffrey Weeks, 1998).
Hasta el momento solo se han abordado las cuestiones sociales de la sexualidad, pero no podemos dejar fuera las cuestiones de poder, que han llevado, en algunas épocas, a considerarla como negativa o exclusiva de la reproducción. Pero si consideramos que la sexualidad “(…) es ‘más bien un proceso que un objeto’, una fuerza maleable y móvil que adopta muchas formas diferentes y que se ejerce mediante diversas prácticas y relaciones sociales distintas. Si se adopta este enfoque del poder, entonces tenemos que abandonar todo enfoque teórico que considere a la sexualidad como moldeada por una voluntad dominante y determinante (…)” (Jeffrey Weeks, 1998). La verdad es que el poder no funciona solo con mecanismos de control, son varios procesos complejos que se traslapan, lo que produce la dominación y subordinación, siendo tres ejes fundamentales: la clase, el género y la raza. En este momento, es conveniente decir que Jeffrey Weeks ha sido considerado el sucesor de las ideas de Michel Foucault, pues ambos han puesto al marco sociocultural como una de las principales influencias en la sexualidad, por lo que los factores relacionados al poder, podrán ser expuestos y desarrollados en el siguiente apartado, lo que si podemos decir por el momento es “(…) que los asuntos de la sexualidad son cada vez más importantes dentro del funcionamiento del poder en la sociedad contemporánea [y no solamente en la época actual, pues su uso no es reciente]” (Jeffrey Weeks, 1998).

Extraído de:
"Narcisismo y Bisexualidad" - Gustavo Alberto Nonato Reza
Proyecto de Titulación de Lic. en Psicología

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