La característica esencial de la parafilia es la presencia de
repetidas e intensas fantasías sexuales de tipo excitatorio, de impulsos o de
comportamientos sexuales que por lo general engloban: 1) objetos no humanos, 2)
el sufrimiento o la humillación de uno mismo o de la pareja, o 3) niños u otras
personas que no consienten, y que se presentan durante un período de al menos 6
meses (Criterio A).
Para algunos individuos, las fantasías o los estímulos de tipo
parafílico son obligatorios para obtener excitación y se incluyen
invariablemente en la actividad sexual. En otros casos las preferencias de tipo
parafílico se presentan sólo episódicamente (p. ej., durante períodos de
estrés), mientras que otras veces el individuo es capaz de funcionar
sexualmente sin fantasías ni estímulos de este tipo. El comportamiento, los
impulsos sexuales o las fantasías provocan malestar clínico significativo o
deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del
individuo (Criterio B).
Los parafílicos pueden intentar la representación de sus fantasías
en contra de la voluntad de la pareja, con resultados peligrosos para ella
(como en el sadismo sexual o en la pedofilia). Como consecuencia de lo
anterior, el individuo puede ser detenido y encarcelado. Las ofensas sexuales hacia
los niños constituyen una proporción significativa de todos los actos sexuales
criminales documentados, y los individuos que padecen exhibiciones, pedofilia y
voyeurismo comprenden la mayoría de los procesados por delitos sexuales. En
algunas situaciones la representación de fantasías de tipo parafílico puede
conducir a autolesiones (como el masoquismo sexual).
Las relaciones sociales y sexuales pueden verse afectadas si la
gente encuentra que el comportamiento sexual del individuo es vergonzoso o
repugnante o si la pareja se niega a participar en sus preferencias sexuales. En
algunos casos, el comportamiento raro (p. ej., actos de exhibicionismo,
colección de fetiches) constituye la actividad sexual principal del individuo.
Estos individuos rara vez acuden espontáneamente a los profesionales de la
salud mental. Cuando lo hacen es porque su comportamiento les ha ocasionado
problemas con su pareja sexual o con la sociedad.
Las parafilias que se describen en este capítulo son trastornos que
se han identificado de manera específica en clasificaciones anteriores.
Incluyen el exhibicionismo (exposición de los genitales), el fetichismo (empleo
de objetos inanimados), el frotteurismo (contactos y roces con una persona en contra
de su voluntad), la pedofilia (interés por niños en edad prepuberal), el
masoquismo sexual (recibir humillaciones o sufrimientos), el sadismo sexual
(infligir humillaciones o sufrimientos), el fetichismo transvestista (vestirse
con ropas del sexo contrario) y el voyeurismo (observación de la actividad sexual
de las otras personas). Una categoría residual, la parafilia no especificada,
se reserva para otras parafilias menos frecuentes. No es raro que los
individuos padezcan más de una parafilia.
Síntomas y trastornos asociados
Características
descriptivas y trastornos mentales asociados.
El estímulo preferido, incluso en una parafilia particular, puede
ser altamente específico. Las personas que no tienen una pareja que esté de
acuerdo en realizar las fantasías del individuo pueden solicitar los servicios
de prostitutas o incluso pueden obligar a sus víctimas a realizarlas en contra
de su voluntad. Los individuos que padecen este trastorno pueden escoger una
profesión, tener como hobby u
ofrecerse como voluntarios para trabajar en oficios que les permiten estar en
contacto con el estímulo deseado (p. ej., vender zapatos o lencería de mujer
[fetichismo], trabajar con niños [pedofilia] o conducir una ambulancia [sadismo
sexual]).
Asimismo, de manera selectiva, pueden mirar, leer, comprar o
coleccionar fotografías, películas, o libros cuyo foco principal es el tipo de
estímulo preferido por el individuo. Muchas personas que sufren esta alteración
afirman que su comportamiento no les ocasiona ningún tipo de malestar y que el
único problema es el conflicto social, consecuencia de la reacción de la gente
frente a su comportamiento.
Otros casos manifiestan intensos sentimientos de culpa, vergüenza y
depresión por el hecho de efectuar actividades sexuales inusuales, que no son
aceptadas socialmente o que ellos mismos consideran inmorales. A menudo, les es
difícil desarrollar una actividad sexual recíproca y afectiva, por lo que
pueden aparecer diversas disfunciones sexuales. Asimismo, las alteraciones de
la personalidad son frecuentes y pueden ser lo suficientemente graves como para
que se efectúe el diagnóstico de trastorno de la personalidad. También pueden aparecer síntomas típicos de depresión en estos
individuos, lo cual puede provocar un aumento de la frecuencia e intensidad del
comportamiento parafílico.
Hallazgos de
laboratorio.
La pletismografía peneana se ha usado en los centros de
investigación para la evaluación de los diferentes tipos de parafilia; con ella
se intenta una medición de la excitación sexual del individuo en respuesta a
estímulos visuales y auditivos. La fiabilidad y la validez de este procedimiento
en la práctica clínica no han sido del todo establecidas, y la experiencia clínica
sugiere que los individuos pueden simular la respuesta mediante la manipulación
de imágenes mentales.
Enfermedades médicas
asociadas.
Las relaciones sexuales sin medidas de protección pueden comportar
infecciones y transmisión de enfermedades venéreas. Los comportamientos de tipo
sádico o masoquista pueden asimismo producir lesiones, cuya importancia oscila
entre un mínimo y un máximo que incluso puede poner en peligro la vida del
individuo.
Síntomas dependientes de la cultura, la edad y el sexo
El diagnóstico de las parafilias en las diferentes culturas o
religiones es de difícil realización, puesto que lo que se considera desviación
en una cultura puede resultar del todo aceptable en otra. A excepción del
masoquismo sexual, en el que la relación según el sexo (sex ratio) es de 20 varones por 1 mujer, las otras parafilias
prácticamente no se diagnostican nunca en las mujeres, aunque se han descrito
algunos casos.
F65.2 Exhibicionismo
[302.4]
La característica esencial del exhibicionismo consiste en la
exposición de los propios genitales a una persona extraña. Algunas veces el
individuo se masturba durante la exposición (o mientras lo imagina). Cuando el individuo
lleva a cabo sus impulsos, no existe generalmente ningún intento de actividad
sexual posterior con la persona extraña. En algunos casos la persona es
consciente del deseo de sorprender o asustar al observador.
En otros casos el individuo tiene la fantasía sexual de que el
observador se excitará sexualmente. El inicio de este trastorno se produce
generalmente antes de los 18 años, aunque puede empezar mucho más tarde. En las
personas de edad avanzada apenas se realizan detenciones, lo que sugiere que la
alteración quizá sea menos grave después de los 40 años.
F65.0 Fetichismo
[302.81]
La característica esencial del fetichismo consiste en el uso de
objetos no animados (fetiches). Entre los fetiches más comunes se encuentran
los sostenes, la ropa interior femenina, las medias, los zapatos, las botas o
cualquier otra prenda de vestir. El individuo con fetichismo se masturba frecuentemente
mientras sostiene, acaricia o huele el objeto fetiche, o bien le puede pedir a
su compañero sexual que se lo ponga durante las relaciones.
Por lo general, el fetiche es necesario e intensamente preferido
para la excitación sexual, y en su ausencia pueden producirse trastornos de la
erección en el varón. El diagnóstico no debe efectuarse cuando los fetiches se
limitan a artículos de vestir femeninos utilizados para transvestirse, como
ocurre en el fetichismo transvestista, o cuando el objeto es estimulante desde
el punto de vista genital debido a que ha sido diseñado especialmente para este
propósito (p. ej., un vibrador). Por lo general, el trastorno empieza en la
adolescencia, aunque el fetiche puede haber tenido ya una especial
significación durante la infancia. Una vez establecido el trastorno, tiende a
ser crónico.
F65.8 Frotteurismo
[302.89]
La característica esencial del frotteurismo implica el contacto y
el roce con una persona en contra de su voluntad. Por lo general este
comportamiento se produce en lugares con mucha gente, en los que es más fácil
escapar de la detención (p. ej., aceras, vehículos de transporte público).
El individuo aprieta sus genitales contra las nalgas de la víctima
o intenta tocar los genitales o los pechos con las manos. Mientras realiza todo
esto, se imagina que está viviendo una verdadera relación con la víctima. Sin
embargo, es consciente de que, para poder evitar una posible detención, debe
escapar inmediatamente después de tocarla.
Por lo general, la parafilia se inicia en la adolescencia. La
mayoría de los actos de frotteurismo tienen lugar cuando el individuo se
encuentra entre los 15-25 años de edad. Después, la frecuencia declina
gradualmente.
F65.4 Pedofilia
[302.2]
La característica esencial de la pedofilia supone actividades
sexuales con niños prepúberes (generalmente de 13 o menos años de edad). El
individuo con este trastorno debe tener 16 años o más y ha de ser por lo menos
5 años mayor que el niño. En los adolescentes mayores que presentan este
trastorno no se especifica una diferencia de edad precisa, y en este caso debe
utilizarse el juicio clínico; para ello, debe tenerse en cuenta tanto la
madurez sexual del niño como la diferencia de edades.
La gente que presenta pedofilia declara sentirse atraída por los
niños dentro de un margen de edad particular. Algunos individuos prefieren
niños; otros, niñas, y otros, los dos sexos. Las personas que se sienten
atraídas por las niñas generalmente las prefieren entre los 8 y los 10 años,
mientras que quienes se sienten atraídos por los niños los prefieren algo
mayores. La pedofilia que afecta a las niñas como víctimas es mucho más
frecuente que la que afecta a los niños.
Algunos individuos con pedofilia sólo se sienten atraídos por niños
(tipo exclusivo), mientras que otros se sienten atraídos a veces por adultos
(tipo no exclusivo). La gente que presenta este trastorno y que «utiliza» a
niños según sus impulsos puede limitar su actividad simplemente a desnudarlos, a
observarlos, a exponerse frente a ellos, a masturbarse en su presencia o
acariciarlos y tocarlos suavemente.
Otros, sin embargo, efectúan felaciones o cunnilingus, o penetran la vagina, la boca, el ano del niño con
sus dedos, objetos extraños o el pene, utilizando diversos grados de fuerza para
conseguir estos fines. Estas actividades se explican comúnmente con excusas o
racionalizaciones de que pueden tener «valor educativo» para el niño, que el
niño obtiene «placer sexual» o que el niño es «sexualmente provocador», temas
que por lo demás son frecuentes en la pornografía pedofílica.
Los individuos pueden limitar sus actividades a sus propios hijos,
a los ahijados o a los familiares, o pueden hacer víctimas a niños de otras
familias. Algunas personas con este trastorno amenazan a los niños para impedir
que hablen. Otros, particularmente quienes lo hacen con frecuencia, desarrollan
técnicas complicadas para tener acceso a los niños, como ganarse la confianza
de la madre, casarse con una mujer que tenga un niño atractivo, comerciar con
otros que tengan el mismo trastorno o incluso, en casos raros, adoptar a niños
de países en vías de desarrollo o raptarlos. Excepto los casos de asociación
con el sadismo sexual, el individuo puede ser muy atento con las necesidades
del niño con el fin de ganarse su afecto, interés o lealtad e impedir que lo cuente
a los demás.
El trastorno empieza por lo general en la adolescencia, aunque
algunos individuos manifiestan que no llegaron a sentirse atraídos por los
niños hasta la edad intermedia de la vida. La frecuencia del comportamiento
pedofílico fluctúa a menudo con el estrés psicosocial. El curso es
habitualmente crónico, en especial en quienes se sienten atraídos por los
individuos del propio sexo. El índice de recidivas de los individuos con
pedofilia que tienen preferencia por el propio sexo es aproximadamente el doble
de los que prefieren al otro sexo.
Bibliografía
López, Juan José;
Aliño, Ibor; Valdés Miyar, Manuel (2002); “DSM IV – TR, Manual Diagnostico y
Estadístico de los Trastornos Mentales”; Ed. Elsevier Masson; México D.F.
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