Thursday, November 27, 2014

Teoría Psicosexual (Sigmund Freud)

Como se mencionó anteriormente en el capítulo de Narcisismo, Freud había concebido dos escenas consecutivas dentro del desarrollo de las relaciones objetales, es decir, la libido tiene dos momentos distintivos que le permiten al sujeto poder desarrollarse en los ámbitos biológicos, sociales y psicológicos, las cuales están separadas por el Complejo de Edipo, misma división que no es del todo visible, de no ser porque se observen los cambios en la conducta del menor, el cual se describirá en párrafos siguientes. Dentro de estas formas de libidinización, podemos distinguir el Narcisismo Primario y el Narcisismo Secundario, donde encontramos, o podemos relacionar, las fases del Desarrollo Psicosexual que Freud postula en “Tres Ensayos de Teoría Sexual” (2005), las cuales son la fase Oral y la Anal, que podemos ubicar claramente en el Narcisismo Primario; la Fálica, fase donde se da el Complejo de Edipo; la de Latencia, donde desciende la libido y permite el desarrollo cognitivo del niño; y la Genital, en la cual resurge la libido, y que según Peter Blos (Psicoanálisis de la Adolescencia, 1971), se dará inicio a una serie de procesos que permitirán al sujeto una elección de objeto definida según las experiencias, y también, bajo la influencia del resurgimiento del Complejo de Edipo.
Ahora bien, Freud es conocido, en parte, por ser uno de los primeros teóricos en afirmar que ciertos componentes sexuales estaban, o están, presenten en la infancia, esto en parte, le causo críticas en su momento, pero con el paso del tiempo, sus seguidores comenzaron a investigar con base en esa misma línea, y gracias a eso, hoy podemos decir, bajo un marco psicoanalítico, la importancia que tiene el paso por esas fases psicosexuales. Dentro de estos postulados, Freud menciona el término de libido, que es utilizado para referir a la energía sexual y que será depositada en zonas erógenas específicas, que se basan en funciones biológicas que deben ser satisfechas y que están en desarrollo, además, de que permiten la obtención de placer al infante.
La primera fase que entra en juego en este desarrollo, es la Oral, que tendrá duración hasta el año y medio de vida aproximadamente; la razón por la que esta es la primera etapa del desarrollo, es que la boca posibilita la satisfacción de las necesidades biológicas del menor, es decir, la alimentación y nutrición; así como poder facilitar la aparición de los procesos de identificación, introyección y proyección, esto debido a que como dice Freud, la meta sexual es la incorporación del objeto, lo que permite que se pueda hacer claro lo que al infante le es grato y lo que le produce frustración; a diferencia de Melanie Klein y su posición esquizoparanoide y depresiva, el sujeto no percibe como distintos objetos las dos sensaciones producidas, ni hay un superyó inmaduro que permita esta clasificación, sino que se basa meramente en las pulsiones instintivas que el menor demanda y que su medio, debe ser capaz de complacerlas debido a su incapacidad para hacerlo por sí mismo.
La segunda etapa es la Anal, esta tiene una duración hasta los tres años, aproximadamente, y se basa en la necesidad biológica del menor por controlar sus esfínteres, en esta, el niño experimenta un aumento en su control corporal. “Aquí ya se ha desplegado la división en opuestos, que atraviesa la vida sexual; empero, no se los puede llamar todavía masculino y femenino, sino que es preciso decir activo y pasivo” (Freud, 2005).  Es en este momento cuando el sujeto comienza la introyección de las normas sociales, aunque, por serle negada la satisfacción de experimentar, el infante casi siempre recurre a una actitud desafiante ante los padres, es decir, a no obedecerlos cuando se trata de las demandas impuestas ante el entrenamiento y control de sus esfínteres. “El entrenamiento es una solución que, abreviadamente, debe conducir al niño a rechazar cualquier cosa sucia y maloliente y a convertirse en un “modelo” de autocontrol; el resentimiento derivado de esa sumisión a la autoridad parental, no suele ser expresado abiertamente, y en su lugar, el individuo desarrollará cierta obstinación pasiva e insistirá en hacer las cosas a su modo” (Gregorio Escalante, 2006).
La siguiente fase en el desarrollo del menor es la etapa fálica, que abarca desde los tres a los cinco años de edad, donde se presenta un proceso de diferenciación corporal entre niño y niña, y que por la misma situación, es una etapa de mucha curiosidad; además de esto, se da a la par procesos diferenciados en los infantes, conocidos como el Complejo de Castración y la Envidia del Pene. En el primero, el niño ha hecho una previa suposición de que tanto hombres como mujeres cuentan con un falo, pero al darse cuenta de que esto no es así, le invade una angustia ante la posibilidad de perder su miembro por acción de la figura parental; en cambio, en el proceso de la Envidia del Pene, la niña puede aceptar con más facilidad la diferencia corporal, pero se ve invadida de un cierto rencor en contra de la madre por no haberla provisto de dicho miembro, lo que la llevará a desear ser hombre.
Estos procesos pueden parecer un tanto bizarros si se consideran por si solos, aunque también se debe considerar que gran parte del marco psicoanalítico, considera estos procesos como inconscientes, es decir, sólo la postura del psicoanálisis puede dar cuenta de ellos. Ahora bien, la razón de estos procesos es su presencia dentro del Complejo de Edipo. “Lo que Freud nos plantea es una especie de triángulo amoroso en el cual participan el niño, el objeto amado (que es el progenitor del sexo opuesto) y el objeto odiado (progenitor del mismo sexo). La proposición sugiere que el niño varón inicialmente adopta a su madre como objeto amoroso y se comporta con ella de modo seductor. Al mismo tiempo reconoce en el padre a un rival en el afecto materno. Y no solamente está celoso de su progenitor sino que también siente que lo necesita y lo ama, de modo que los deseos destructivos hacia él lo atemorizan. Es cuando comienza el temor a la castración, reafirmado al descubrir que su hermana ha perdido el pene y que lo mismo puede pasarle a él. De todos modos ese temor reprime en el niño sus deseos sexuales por la madre y lo lleva a identificarse con el padre, identificación que contribuirá al logro de una definición de su papel sexual” (Gregorio Escalante, 2006).
Es de vital importancia recordar que este proceso hace referencia al amor que el niño tiene por su madre en lo que a satisfacción de sus necesidades de supervivencia y seguridad se refiere, lo mismo pasa con el padre, pero más en específico, se inclina por la seguridad que este le puede proporcionar; sin embargo, el menor debe ser capaz de desligarse de la madre para comenzar a aplicar sus aprendizajes en el entorno social, por lo que, el temor que le tiene al padre, es por el hecho de poder ser castigado por una mala relación con los otros, así como por su ímpetu por querer mantenerse cerca de la madre, lo que implicaría el Complejo de Castración, es por eso que en esta etapa del desarrollo, el niño inicia un proceso de identificación con el padre, lo que le permite comportarse y desenvolverse en un papel masculino.
Lo mismo sucede con la niña, pero en este caso, se aprecia la necesidad de la niña por querer estar con su padre, necesita tener la misma seguridad que el niño obtiene cuando se identifica con la figura paterna, aunque terminará identificándose con ambos, mayormente con la madre, lo que en teoría deja inconcluso el Complejo de Edipo, representado por el temor que la niña tiene a perder a su padre, es decir, el afecto y la seguridad que este le proporciona. “La niña, por su parte, al descubrir la ausencia del pene, responsabiliza a la madre por el 'defecto', la convierte en el blanco de su hostilidad, la acusa de haberla enviado al mundo insuficientemente equipada, y desarrolla una atracción sexual hacia el padre (Complejo de Electra). En ella no existe la ansiedad de castración y sus razones para erigir fortificaciones internas contra sus deseos incestuosos son menos apremiantes, lo cual debe dar lugar al desarrollo de un Superyo mucho más débil. De acuerdo a Freud y puesto que en la niña no puede existir temor alguno a la castración, la resolución del Complejo de Edipo en ella se produce por temor a perder el amor de su padre” (Gregorio Escalante, 2006).
Si bien la teoría nos afirma que este proceso dejará de por medio una identidad sexual, tanto Freud como Peter Blos han mencionado que la etapa genital es la primordial para finiquitar este complejo y dar paso a una elección de objeto estable, con un resultado que se bosqueja en la infancia, lo que sí se puede afirmar en este periodo, es el hecho de que el niño desarrolla una bisexualidad afectiva, es decir, el menor es capaz de sentir afecto tanto por figuras masculinas como femeninas, sin que esto implique el desarrollo de una identidad sexual definida. Terminemos esta etapa diciendo que, el Complejo de Edipo maneja la idea del incesto, misma que Freud desarrolla en su escrito “Tótem y Tabú” (2005), tema que se abordará en el siguiente capítulo, y que no solo permitirá la mejor comprensión de este proceso inconsciente, sino que además, nos dejará bosquejar una comprensión de como el Tabú es uno de los principales elementos que a nivel social, permite o estigmatiza las identidades sexuales.
La siguiente fase del desarrollo, llamada Latencia, que dura de entre los seis y los once años, es caracterizada no por un descenso en la libido del menor, sino que puede apreciarse la sublimación de esta energía en las actividades académicas, deportivas y sociales, lo que permite tanto el fortalecimiento y la creación de mecanismos de defensa más eficientes, debido al enriquecimiento del Yo, misma situación que favorece el desarrollo cognitivo del ahora estudiante. “Fantasías, deseos y agresiones sexuales permanecen inmersas a nivel inconsciente, y las energías infantiles van a ser dirigidas hacia un tipo de búsquedas más socialmente aceptables y concretas. (...) Esto no quiere decir que la vida del niño esté libre de conflictos. Lo que ocurre es que los impulsos sexuales lucen temporalmente aplazados y existen ya evidencias más claras de un mayor autocontrol. (...) Es mucho más estable, realista y organizado que en etapas anteriores y ello contribuye a un crecimiento decisivo del yo. Durante esta etapa psicosexual hay la tendencia a buscar nexos afectivos con miembros del mismo sexo y, especialmente entre las niñas, tales nexos alcanzan niveles emocionales muy intensos” (Gregorio Escalante, 2006).
La última fase del desarrollo psicosexual es la Genital, que comienza a partir de los once años aproximadamente, y es la fase en la que el sujeto continuara hasta su muerte, y que se empalma con el inicio de la pubertad, misma que hace que la libido resurja y comience el desarrollo y el proceso de elección de objeto ya definitivo, además de la reaparición del Complejo de Edipo, se aprecian procesos alternos que se basan en la necesidad de establecer una identidad propia, la formación del Yo Ideal y la inclinación por ciertas ideologías y normas sociales que le permiten fortalecer su necesidad de pertenencia a un grupo en particular. “En su precipitación por la búsqueda de la liberación los muchachos terminan construyendo estereotipos de sí mismos, de sus ideales y valores, de modo que no es raro verlos alinearse con ideologías religiosas o políticas que, en definitiva, solamente llenan su incesante búsqueda de identidad. Las muchachas suelen renunciar al placer de los vestidos atractivos o tratan de adelantar estilizaciones inimaginables de su cuerpo mediante el ejercicio físico, la gimnasia o el baile. Los muchachos podrán también expresarse por la vía del ascetismo o recurriendo a la intelectualización de casi todo. (…) Es claro que en este momento son los padres quienes necesitan mejor guía para manejar más acertadamente las turbulencias presentes en los hijos” (Gregorio Escalante, 2006). Si bien Freud analizó las desviaciones conductuales de los sujetos, no se esforzó demasiado en bosquejar el proceso por el cual atraviesan los adolescentes, función a la cual se dedicó Peter Blos.

Extraído de:
"Narcisismo y Bisexualidad" - Gustavo Alberto Nonato Reza
Proyecto de Titulación de Lic. en Psicología

Historia de la Sexualidad Parte 2

Ahora bien, la visión sociológica de Jeffrey Weeks (sin dejar de lado los aspectos biológicos y psicológicos), nos permiten tener una clara y gran visión de la sexualidad, pero solo hemos abordado la mitad de la investigación de Michel Foucault (aproximadamente), por lo que procederemos a desarrollar el resto faltante de “La Historia de la Sexualidad”, siendo el punto de inicio, la “Hipótesis Represiva”.
No es algo fuera de lo común que la Sexualidad y la Represión se escuchen juntas, en la propuesta histórica de Foucault, podemos notar que en la cultura occidental, la sexualidad y su uso han sido limitados, especialmente por la clase burguesa y el inicio del capitalismo. Pero esto nos hace pensar… ¿Qué tanto podemos reprimir una parte tan importante del ser humano?... Lo cierto es que esta limitación generó en la cultura una presión que debería liberarse en cualquier momento, cuestiones que podemos apreciar aproximadamente en los años 60’s, con un cambio de pensamiento y lucha por la liberación, y en los 70’s, con la manifestación de la comunidad homosexual exigiendo respeto y derechos igualitarios, épocas de revolución pacífica de las cuales, somos los herederos. “Lo propio de las sociedades modernas no es que hayan obligado al sexo a permanecer a la sombra, sino que ellos se hayan destinado a hablar del sexo siempre, haciéndolo valer, poniéndolo de relieve (…)” (Michel Foucault, 2005).
No podemos negar que las prácticas sexuales habían sido limitadas, y en algunos casos, castigadas, pero no podemos darle todo el crédito a la represión como el único factor que desencadena todos estos sucesos en torno de la sexualidad. Para esto debemos entender que a conducta del ser humano se puede dirigir de dos formas, una es el uso de las leyes, hablamos de poner una distinción entre lo licito y lo ilícito; por otro lado, las ideas que la gente tenga respecto de un tema son igual de influyentes, llevándonos a establecer una normalidad y una anormalidad; estas cuestiones legales e ideológicas nos permitirán desarrollar dos nuevos términos: el “Despliegue de Alianzas” y el “Despliegue de la Sexualidad”. “Entre el Estado y el individuo, el sexo ha llegado a ser el pozo de una apuesta, y un pozo público, invadido por una trama de discursos, saberes, análisis y conminaciones” (Michel Foucault, 2005).
En el Despliegue de las Alianzas, el punto que marca la pauta de regulación social es el matrimonio, pero no una relación fundada por la moral o el amor, sino que era el establecimiento de un negocio; el marido y la mujer eran los socios que debían legitimar el poder, la propiedad y la riqueza de la familia, heredando estos a hijos de sangre, frutos de una madre que contrajo matrimonio aun siendo virgen y que fuera fiel a su marido. Este despliegue regulaba la sexualidad de modo externo, en el ámbito sociocultural, imponiendo la línea de la legalidad y la ilegalidad.
Pero este no es el único mecanismo para poder controlar la conducta de la sociedad, el Despliegue de la Sexualidad, es decir, la distinción entre normalidad y anormalidad, es guiada por cuestiones internas de los individuos, una idea que cada uno adopta sobre las prácticas sexuales y que nos permite delimitar su naturaleza, alcance y que tanto podemos manifestar nuestra sexualidad. También, este despliegue no es visto como una obligación, sino que es una convicción del ser humano. La importancia de este mecanismo es que nos permite dar cuenta de que todos tenemos una sexualidad, y por esta razón, nos hacemos la idea de una regulación que no necesita de la intervención de las leyes.
Leyes e ideas desde el inicio no pueden ser mezclados, pues la primera tiene el fin único de darle una continuidad y fuerza de la economía familiar, por esta razón, y al reconocer que hay una diversidad sexual, se imponen reglas que permiten el logro de este “éxito”, por lo que si el hombre (ya no se diga una mujer) es infiel o mantiene una relación homosexual, habrá una consecuencia, llevando al pago de una multa o a ser desheredado. En cambio, las ideas, que permiten formar una escala de normalidad, no se basan en distinguir lo que es permitido o no, se crea un estándar positivo, donde la heterosexualidad siempre será lo correcto y bueno (esto también se refleja en las leyes); esto nos permite comprender por qué la homosexualidad se considera como algo antinatural.
“El sodomita era un relapso [pecador]; el homosexual ahora es una especie” (Michel Foucault, 2005). Esta oración nos permite ver la clara distinción entre el Despliegue de las Alianzas y el de la Sexualidad; el sodomita (situado en el marco de las Alianzas), es simplemente un delincuente, es una persona que realiza una conducta que puede tener una consecuencia. Pero en el Despliegue de la Sexualidad, el homosexual es un ser con esencia y naturaleza, lo que sí, es que lo convierte en un delincuente, pero también en un perverso. Por esto, el marco ideológico es aún más eficaz, pues esto nos permite controlar y guiar nuestros deseos, por esta razón, si hemos introyectado que la homosexualidad es algo malo, nuestra conducta será el reflejo de esta idea, lo que nos llevará a discriminar, clasificar y tratar de normalizar a los demás.
En Vigilar y Castigar (2002), Foucault menciona: “Escuchemos una vez más a Servan: (…) Un déspota imbécil puede obligar a unos esclavos con unas cadenas de hierro; pero un verdadero político ata mucho más fuertemente por la cadena de sus propias ideas (…); y sobre las flojas fibras del cerebro se asienta la base inquebrantable de los imperios más sólidos”. De esto podemos rescatar que no es solo una persona la que implementa una ley o idea en la sociedad, sino que es algo que se arma poco a poco, como resultado de las prácticas sociales, llámense médicas, psiquiátricas, religiosas, etc., de hecho Foucault responde a esta Hipótesis Represiva mencionando que lejos de ser algo de lo que no se podía hablar, la sexualidad produjo muchos discursos que comenzaron a “rodear” a las personas, por esto, las categorías en la sexualidad se deben considerar algo nuevo, podemos decir que la práctica homosexual siempre ha existido, pero esto no es algo que nos interese, lo importante es que de este modo, dan inicio los varios mecanismos de control existentes en nuestra actual sociedad occidental.
Una pregunta… ¿Nuestras mascotas son seres sexuados? ¿Podríamos decir que tienen una identidad sexual?... Aunque parezca irónico, sabemos que la respuesta es no, entonces… ¿Por qué los seres humanos no podemos vivir una sexualidad sin clasificación? ¿Se atrevería usted a tener un acto sexual en vía pública como los animales?... La respuesta socialmente esperada es no, pero no porque sea un acto ilegal, sino por miedo al juicio y la mirada del Otro. Como ya hemos dicho, el Despliegue de la Sexualidad hace un corte tajante entre normal y anormal, una “sexualidad normal” está limitada a la recamara matrimonial, mientras que la “sexualidad anormal” es propia de los burdeles y manicomios, por lo que esto nos permite iniciar una clasificación de la conducta, y por ende, de la gente. Con esto nos vamos acercando a lo que Michel Foucault denomina “Scientia Sexuallis”.
Estos discursos sobre la sexualidad y el inicio de la clasificación de las conductas, llevó a algo muy importante, los placeres que no se hablaban en ese entonces, comenzaron a ser cuantificados, es decir, el placer se limita a disfrutarse, no habla, es la parte que compartimos con los animales, pero nosotros, como humanos, podemos analizar y medir la experiencia, nos permite contabilizar ese placer a través de, por ejemplo, la confesión religiosa, el análisis médico y la interrogación psicoterapéutica, dando así la posibilidad de hablar a algo mudo. “Más que la uniforme preocupación de ocultar el sexo, más que de una pudibundez general del lenguaje, lo que marca a nuestros tres últimos siglos es la variedad, la amplia dispersión de los aparatos inventados para hablar, para hacer hablar del sexo, para obtener que él hable por sí mismo, para escuchar, registrar, trascribir y redistribuir lo que se dice” (Michel Foucault, 2005). De esta forma surgen los trastornos, meras desviaciones de la “conducta normal”, para lo cual podemos crear leyes, y así controlar a la sociedad, normalizarla; otra forma de controlar de controlar la conducta, es “medicalizarla”, convirtiendo el comportamiento de la gente en patologías, y así se les puede designar como anormales de modo más sutil.
La sexualidad siempre ha sido influida por códigos morales y tabúes, pero desde Foucault y su Despliegue de la Sexualidad, pasamos a hablar de “cierto” y “falso”, lo que vuelve al placer una ciencia. “Lo importante es que el sexo no ha sido únicamente una cuestión de sensación y de placer, de ley o de interdicción, sino también de verdad y falsedad, que la verdad del sexo haya llegado a ser algo esencial, útil o peligroso, precioso o temible; en suma, que el sexo haya sido constituido como una apuesta en el juego de la verdad” (Michel Foucault, 2005). Esto da origen a la Scientia Sexuallis, que podemos contraponer al “Ars Erótica” de las culturas orientales; nosotros investigamos el sexo, mientras que ellos ven al acto sexual como fuente de placer, que no está limitado a la recamara, sino que es expresado en la familia y la sociedad, como si fuera un bocadillo más en la vida que se debe disfrutar.
A primera vista, la investigación que nos propone Michel Foucault, nos hace pensar cómo es que nuestra vida y sexualidad han sido manipuladas, dando como resultado nuestra liberación; nos lleva a ver toda la represión ejercida por un “Poder” que tiene una sola persona, que reprime y subyuga a los que están debajo de él, a considerar un “poder” descentralizado, es decir, todas las personas tienes un poder que mediante las prácticas sociales, dan origen a la sexualidad; en otras palabras, una sola persona puede reprimir, pero una sociedad, se vuelve creadora, y por ende consigue su liberación. “(…) en lugar de referir a la forma única del gran Poder todas las violencias infinitesimales que se ejercen sobre el sexo, todas las miradas turbias que se le dirigen y todos los sellos con que se oblitera su conocimiento posible, se trata de inmergir la abundosa producción de discursos sobre el sexo en el campo de las relaciones de poder múltiples y móviles” (Michel Foucault, 2005).
Si realizamos una investigación, obtendremos un conocimiento y junto con las prácticas sociales, nos lleva a la conformación de las Identidades, que son un aparato de control, pues se cae en la misma situación de clasificar a las personas; por lo que, en lugar reprimir el placer, debemos hacernos más susceptibles de él, es decir, experimentar; es salir de la identidad que limita el placer a un simple acto sexual, que no va más allá de los instintos animales, a jugar con la erótica, ser parte del placer; salir de una identidad es por decirlo, de una forma coloquial, que “hay de chile, de mole y de dulce”; en otras palabras, es ir más allá de lo que es correcto socialmente, llevar a cabo un Ars Erótica y dejar de lado la Scientia Sexuallis.
Foucault también nos habla del Biopoder, que tiene como finalidad, no reprimir y castigar las acciones humanas, sino crear sujetos dóciles de los que se pueda obtener un beneficio económico y social; de este modo se entiende la represión de la sexualidad como un intento por normalizar la reproducción, la natalidad, la muerte, etc., procesos biológicos de la vida, hablamos de una “disciplina del cuerpo”, misma que nos lleva a la última parte de este apartado.
Después de tanto abordar el cómo se crean las represiones y clasificaciones, y por lo tanto, la aparición de diversos tipos de sujetos y prácticas sociales, postura que podemos apreciar en “La Voluntad de Saber”; Michel Foucault reflexiona en “El Uso de los Placeres” y “La Inquietud de Sí”, sobre la forma en que las personas pueden modificar y crear su existencia. Para esto debemos asentar que la cultura grecorromana, no veía la sexualidad de forma legal, sino que era una cuestión Ética, los actos sexuales eran algo natural y bueno, pero que podían ser abusados; en cambio, a partir del cristianismo vemos todo lo relacionado con el “sexo” y sus aspectos negativos para la vida, de la Ética pasamos al pecado. Para los griegos y romanos, el problema no estaba en el acto mismo, sino en la forma de realizarlo, donde lo importante era la actividad y pasividad dentro de las relaciones. Cuando Foucault plantea que debemos ser más susceptibles al placer, se refiere a una “Estética de la Existencia”, ser esclavo o pasivo era denigrante, pero un hombre libre no debería pasar por esto, sin embargo, podía convertirse en esclavo de sus deseos. Esta Estética tiene como meta el volvernos amos de nosotros mismos, controlar nuestros deseos nos permite ser mejores en la familia y la sociedad; a esto se le llamaba “Askesis”, un entrenamiento enfocado en alcanzar la “Epimeleia Heautou”, es decir, un cuidado de sí mismo, lo que nos permitirá desempeñarnos y vivir bien dentro de la sociedad.
“(…) a través de los ejercicios de abstinencia y de dominio que constituyen la Askesis necesaria, el lugar que se concede al conocimiento de si mismo se hace más importante; la tarea de ponerse a prueba, de examinarse, de controlarse en una serie de ejercicios bien definidos coloca la cuestión de la verdad – de la verdad de lo que uno es, de lo que uno hace y de lo que uno es capaz de hacer – en el centro de la constitución del sujeto moral” (Michel Foucault, 2005). Con esto podemos darnos cuenta de que Foucault era un crítico de movimientos sociales de liberación, debido a que el discurso utilizado refuerza o debilita los mecanismos de control contra los que se manifiestan; el camino para llegar al cambio social no es la revolución, sino la Estética de la Existencia. Esto nos hace centrarnos en el nivel micro de la sociedad, pues los cambios sociales y políticos no se dan por un decreto presidencial, sino por los desafíos y experimentos de la práctica local e individual de los límites que se nos imponen, y en el experimento de ir más allá de ellos.

Extraído de:
"Narcisismo y Bisexualidad" - Gustavo Alberto Nonato Reza
Proyecto de Titulación de Lic. en Psicología

Historia de la Sexualidad Parte 1

La voz de los ancestros siempre cuenta el camino, con esto intentamos decir que dentro de la sociedad actual, no se puede asegurar que haya algo nuevo, el sistema y los procesos que guían los estilos de vida de las sociedades solamente han sido modificados, adecuados a la demanda de la era actual, es correcto hablar de innovación, pero no de novedad. Esto también aplica para la sexualidad, y dado que antes ya se habló de los factores que influyen en esta, podemos dar un recorrido rápido por la historia de la sexualidad y la postura de Michel Foucault. Jeffrey Weeks (1998) comenta que “Michel Foucault ha ido más lejos de tratar de cuestionar la categoría misma de ‘sexualidad’: ‘La sexualidad no debe pensarse como un tipo de hecho natural que el poder trata de mantener controlado, ni como un dominio oscuro que el conocimiento trata de descubrir gradualmente. Es el nombre que puede darse a un constructo histórico’.”.
Antes de seguir con la historia de la sexualidad, debemos terminar de conceptualizar los factores sociales de poder que se mencionaron antes (clase, género y raza), pues si bien se desarrollan en la investigación de Foucault, no aparecen como tal.
Lenin (1948) define a las clases sociales como “grandes grupos de hombres que se diferencian por su lugar en el sistema históricamente determinado de la producción social, por su relación (…) hacia los medios de producción, por su papel en la organización social del trabajo y por consiguiente, por los medios de obtención y por el volumen de la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos de hombres en los que unos pueden atribuirse el trabajo de otros gracias a la diferencia del lugar que ocupan en un determinado sistema de la economía social”. En este aspecto, la sexualidad se ve limitada a las clases altas (burguesas) debido a que las clases bajas (trabajadores – esclavos), deberían realizar sus actividades laborales para mantener el sistema económico y productivo en movimiento, por esta misma razón, la religión y el Estado desarrollaron una serie de discursos represivos a primera vista, con el fin de que esta tuviera exclusivos usos reproductivos, cosa que no sería igual en los “ricos” (sin olvidar los ocupantes de los altos puestos en la Iglesia), quienes se “preocupaban” por tratar de dar una explicación y uso de la sexualidad.
“Más que de una represión del sexo de las clases explotables, se trató del cuerpo, del vigor, de la longevidad, de la progenitura y de la descendencia de las clases ‘dominantes’ (…), autoafirmación de una clase más que avasallamiento de otra: una defensa, una protección, un refuerzo y una exaltación que luego fueron (…) extendidos a los demás como medio de control económico y sujeción política” (Michel Foucault, 2005). De hecho, podemos decir que la idea de la “sexualidad” tiene su origen en la burguesía, que permitió mantener el estatus de la aristocracia decadente, así como de controlar la inmoralidad rampante de las clases inferiores. Esto es reflejo de la represión de la edad media, pero si volteamos a la cultura grecorromana, con la que nuestra sociedad actual en occidente tiene cierto parecido, nos daremos cuenta que la clase no era un mecanismo de control tal cual, en este caso, solo se mencionaba y era cotidiano que un miembro de la clase alta fuera acompañado por otro de menor rango, incluso podemos ver que los esclavos estaban por debajo de la clase baja, eran anulados, cosificados, sujetos incapaces de negarse a la voluntad de su “amo”. “En la sociedad esclavista de la Roma precristiana, las normas morales, variaban con la posición social. ‘Ser impudicus’ (es decir, pasivo) es ignominioso para un hombre libre (…) pero es la obligación absoluta del esclavo respecto de su cómo, y el hombre manumiso [es decir, los esclavos libres] tiene una obligación moral de sumisión” (Jeffrey Weeks, 1998).
Esta cualidad de “ser impudicus”, nos lleva a nuestro siguiente factor de poder, y es que, las clases sociales se forman mediante hombres y mujeres, y las diferencias entre clases y la posición que puede ocupar cada uno es determinado por ser hombre o mujer, pues esto será entendido como actividad o pasividad respectivamente. Ser hombre requería de una actitud de mando, ser racional y dominarse a sí mismo, lo que permitirá que como el ser social por excelencia, pudiera gobernar y dirigir el pueblo y su familia. En cambio, la pasividad era cualidad de la mujer, misma que solo encontraba su sentido de ser dentro del matrimonio y la familia, convirtiéndose en una propiedad del hombre; pese a esto, la mujer tenía la posibilidad de tener una autoridad en su hogar, al estar ausente su marido ejercía el derecho de toma de decisiones sobre la administración de los bienes del hogar y la obligación de criar a los hijos, mientras que al estar presente su esposo, inmediatamente perdía la autoridad, solo debía procurar y cuidar a su pareja, pues se lo debía por todo lo que le proporcionaba y los conocimientos que este pudo transmitirle.
“En cuando a la Economía, atribuida a Aristóteles (…). Es dentro del contexto de una distribución igualitaria de los poderes y de las funciones donde el marido debe conceder el privilegio a su mujer, y es por una actitud voluntaria (…) que, como quien sabe administrar un poder aristocrático, sabrá reconocer lo que es de cada quien” (Michel Foucault, 2005). Aunque esto haya sido parte de la sociedad grecorromana, aun en nuestras sociedades actuales, podemos ver que esto no ha cambiado en nada, la única diferencia es que ahora la mujer se le permite tener voz y voto que son tomados en cuenta.
En lo que respecta al placer de la sexualidad, la pareja era una combinación del hombre activo y penetrador, con la mujer pasiva y penetrable; de hecho las mujeres debían llegar vírgenes al matrimonio, mientras que el hombre tenía permitido una actividad sexual siendo soltero. Además la infidelidad solo era castigada en las mujeres, pues el hombre podía tener un “desahogo” de la tensión sexual, fuera con cortesanas o concubinas, situación en la que quien tenía el respeto absoluto era la esposa, pues ella era la única que podía darle una descendencia legitima, aun cuando la concubina fuera llevada a vivir bajo el mismo techo, esta debía de atenerse a las reglas que la esposa impusiera en el hogar. “Demóstenes (…) formula una especie de aforismo (…): las cortesanas existen para el placer, las concubinas para los cuidados cotidianos; las esposas para tener una descendencia legitima y una fiel guardiana del hogar” (Michel Foucault, 2005).
Otro punto a destacar y en donde se presenta el término “impudicus”, es en las relaciones con personas del mismo sexo. De inicio es obvio que el lesbianismo no era aceptado, era castigado y pocas veces visto, pues si de inicio la mujer era una propiedad y el placer sexual le era proporcionado por su esposo, el que un ser pasivo se atreviera a tomar un papel activo para penetrar a otra mujer era algo impensable y que rompe el estatus social y natural, aunque claro, esto no significa que no existiera. En los hombres pasaba algo similar, pero no era severamente castigado, de hecho, solo se limitaba a la burla y el estigma social; la homosexualidad en el hombre era permitida si la actitud pasiva era ejercida por alguien de menor edad o clase social, aunque esto aún presentaba problemas, pues el hombre pasivo, en un futuro, debería ejercer una actitud activa en la sociedad… ¿Cómo podría corromperse ese estatus?... en lo que respecta a los esclavos, era casi parte de su trabajo, donde se centraba la discusión era en los hombres libres, pues si un hombre se disponía a ser pasivo, debía ser por placer, y enfrentarse a la humillación, o tenía que obligársele, siendo algo más aceptable, pero aun así, mal visto. Muchos filósofos de ese entonces llegaron a la conclusión de que la actividad era algo que debía protegerse, y se consideraba que la amistad, libre de deseo sexual, era la única relación que podía existir entre hombres, lo que hace referencia de la capacidad de control y dominio de sí que el hombre debía tener.
Por otro lado, la raza se cruza con la clase y el género; hacia el S. XVI, la raza era considerada una necesidad para distinguir a las personas, basada en la religión y reforzada por la sangre; de hecho, Mignono (2003) comento que “la pureza de sangre”, no es otra cosa que la primera de muchas versiones para crear las distinciones y categorías sociales. Esto cambia dentro de la sociedad Europea, que al colonizar otras regiones, les hizo crear una ideología de superioridad, dando inicio a la jerarquización, dominación y explotación de los “no blancos”, que en América serían los “indios” y los africanos. “Detrás de todos (…) está la suposición de que hay una norma de conducta sexual civilizada y apropiada que todos deben respetar. A su vez, esta creencia esta codificada en una serie de prácticas que van desde leyes de inmigración hasta la propaganda de control de natalidad, desde las actitudes medicas hasta la patologización de distintos esquemas de vida familiar en la psicología y sociología” (Jeffrey Weeks, 1998).
Es así como podemos concluir que el poder funciona por medio de una serie de prácticas y conceptos entrelazados; por lo tanto, las políticas sexuales no pueden ser únicas, en lugar de considerar la sexualidad como un todo, debemos aceptar que hay una diversidad sexual. “Hay sexualidades de clase y sexualidades de género, hay sexualidades raciales y sexualidades de lucha y elección. La ‘Invención de la Sexualidad’ no fue un acontecimiento único (…). Es un proceso continuo que simultáneamente actúa sobre nosotros y del que somos actores, objetos de cambio y sujetos de esos cambios” (Jeffrey Weeks, 1998).

Extraído de:
"Narcisismo y Bisexualidad" - Gustavo Alberto Nonato Reza
Proyecto de Titulación de Lic. en Psicología

Modulo I. Introducción a la Sexualidad

“… la sexualidad puede pensarse, experimentarse y actuarse de manera diferente de acuerdo con la edad, la clase, el grupo étnico, la capacidad física, la orientación y preferencia sexual, la religión y la región”
Carole S. Vance (1984).


¿Qué es la Sexualidad?... ¿Por qué este tema fue y sigue siendo uno de los más grandes tabúes de la sociedad?... ¿Podemos hablar de un goce como tal?... Sin duda alguna la sexualidad es uno de los aspectos del ser humano que más apasionan, y no me refiero solo a la sociedad actual, sino que en todas las épocas y culturas podemos encontrar referencias de prácticas e incluso normas sociales para la expresión, uso y represión de esta.
No podemos empezar esta investigación sin tener un concepto como tal, es más, existen tantas definiciones y confusiones entre “Sexualidad”, “Sexo” y “Acto Coital”, que el tener un concepto previo nos podrá ayudar a abordar el tema un poco más fácil. Según la OMS (2006), la Sexualidad “es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, practicas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, étnicos, legales, históricos, religiosos y espirituales”.
Como podemos apreciar, la sexualidad tiene un sinfín de factores y modos de expresión, que si no llegamos a delimitar el objeto de la investigación, podríamos encontrar un mar de información, además de poder perdernos en el proceso. Por esta misma razón, dentro del capítulo se hará especial énfasis en la historia de la sexualidad, o al menos una breve perspectiva de la propuesta filosófica – histórica de Michel Foucault, también se abordará un peculiar concepto introducido por Jacques Lacan, el “Goce”, así como su intervención en la sexualidad, donde se podrá dar respuesta a la pregunta inicial de si podemos hablar de un goce de la sexualidad como tal, o nos confundimos con su sinónimo, el “Placer”. Y para finalizar se pretende observar el sistema social actual y la percepción de la sexualidad, y como esta, puede ser usada como un mecanismo de control, e incluso de miedo, proceso que no podemos considerar reciente.
Antes de continuar, debemos considerar prudente el dar un breve marco de referencia sobre la sexualidad, y como es que se desarrolla en tres categorías que debemos considerar generales, y donde los factores mencionados en la definición de la OMS, se integran; estos son los aspectos biológicos, psicológicos, y muy de la mano, los sociales.
Iniciemos con el área biológica; esta dimensión de la sexualidad es, por así decir, una de las más sencillas de abordar, pues hablamos de cuestiones anatómicas y fisiológicas. Este aspecto es crucial, pues influye en la procreación, el deseo, la respuesta sexual y otros procesos que son importantes para la copula como tal; es también donde encontramos la conceptualización del Sexo, palabra que no hace referencia al Acto Coital, y que a su vez, no alcanza para ser un sinónimo de la Sexualidad… por Sexo, podemos referirnos al conjunto de características biológicas que definen el aspecto y diferenciación corporal entre el hombre y la mujer, características que son determinadas al momento de la fecundación, donde se desarrollan las características sexuales primarias (decima semana de gestación aproximadamente), y las secundarias (durante la pubertad), en donde específicamente, podemos decir que se involucran los sistemas endocrino, sanguíneo y nervioso.
Podemos decir entonces, que la explicación biológica de la sexualidad se basa en abordarla como un instinto, mismo que se presenta y expresa de manera diferente según la edad y capacidad del cuerpo de la persona, es decir, no podemos comparar los aspectos sexuales en un niño, un adolescente y una persona de la tercera edad, lo que también nos permite referir a una fuerza innata que motiva al sujeto. Por su parte, Henry Moncrieff (2007) menciona que: “Si escuchamos la palabra ‘sexo’ inmediatamente pensamos en genitalidad (…). Esto indiscutiblemente ya forma parte de la manera – general – de pensar del hombre moderno (…). No hemos notado la simple operación aritmética de la sexualidad, que no es más que el producto del resultado del cruce de la naturaleza con la estructura social [y psicológica, que] responde, por tanto, a condiciones sociales determinadas por un contexto”.
En cuanto a los factores psicológicos, que están muy de la mano con los sociales, podemos decir que estos nos permiten vivir, sentir y percibir la realidad y nuestra sexualidad de manera única, es decir, influye en las ideas de lo que consideramos que está bien y mal, en los prejuicios y expectativas que tenemos en relación a otros y a ciertos temas en específico, así como en nuestra identidad y orientación sexual. Así podríamos dividir los procesos psicológicos en: Intelectuales, que nos permite desarrollar capacidades y un cierto potencial del pensamiento y conocimiento, mismos que nos posibilitan controlar los impulsos sexuales; y los Afectivos, con los cuales podemos establecer relaciones interpersonales en diferente grado, es decir, la intensidad e intimidad con la que nos involucramos con una persona, no será igual que con otros. Es pues, la importancia de estos factores, que en la adolescencia tienen la función principal de ayudar al sujeto a “crearse” una identidad sexual propia. “(…) A través de la sexualidad nos experimentamos como personas reales, nos da nuestro sentido de sí mismo, como hombre y como mujer, como hermano desobediente o hija consentida, como mujer heterosexual jalisciense, bisexual veracruzano u homosexual del D.F., la sexualidad es la verdad de nuestro ser. Nuestras emociones, deseos y relaciones sexuales son configurados de múltiples maneras por la sociedad en que vivimos. Experimentamos nuestras emociones sexuales de acuerdo a nuestra inserción en la sociedad; la subjetividad está en función de nuestra edad, sexo, clase social, raza, religión, orientación y preferencias sexuales” (Gabriela Rodríguez, s/f).
De manera específica, podemos decir que los factores psicológicos, son solo manifestaciones de los procesos biológicos, pero también debemos considerar que son independientes, aun cuando sabemos que el pensamiento y la emoción son subjetivos, no podrían ser posibles sin la intervención del cuerpo y sus funciones. Retomando el proceso de la Identidad Sexual, debemos decir que es la identificación psicológica que se va desarrollando en el menor y que finaliza en el hecho de sentirse hombre o mujer, donde influye el género (percepción psicológica de ser hombre o mujer), la identidad de rol (papel social respecto del género, es decir, el comportamiento que se le exige al sujeto, por ejemplo, la mujer sumisa y el hombre golpeador), y la elección del objeto erótico (atracción afectiva, emocional y erótica hacia personas del mismo sexo u opuesto, proceso conocido también como orientación sexual o preferencia de género).
En lo que respecta a los factores sociales que influyen en la sexualidad, podemos considerar que la postura de Jeffrey Weeks es una de las más completas que podemos encontrar; con él, estos factores reciben el término de “construcción social”. “La expresión generalmente utilizada de ‘Construcción Social de la Sexualidad’ suena duro y mecanicista, pero en realidad es un asunto bastante directo y comprende ‘las maneras múltiples e intrincadas en que nuestras emociones, deseos y relaciones son configurados por la sociedad en que vivimos’.” (Jeffrey Weeks, 1998). Este autor plantea que la sexualidad dentro de la sociedad, tiene dos connotaciones, una social, que permite apreciar la forma en que las personas crean e interactúan con ellos mismos y con otros, formando normas y diferentes tipos de relaciones que van desde lo más sencillo que puede ser la familia, hasta llegar a la cultura y las estructuras políticas; mientras que el otro punto, se refiere a las cuestiones de poder, es decir, como es que la política y demás organizaciones pueden controlar la sexualidad, y de este modo, a las personas y su forma de conducirse en la sociedad.
“La sexualidad se configura mediante la unión de dos ejes esenciales de preocupación: nuestra subjetividad, ósea, quienes somos y que somos, y la sociedad, ósea, el crecimiento, el bienestar, la salud y la prosperidad futuras de la población en conjunto. (…) En consecuencia, la sexualidad se va convirtiendo en un asunto social, político y moral cada vez más importante” (Jeffrey Weeks, 1998). Para poder iniciar con los factores que influyen en la Construcción Social de la Sexualidad, debemos tener en cuenta que, sin importar que las normas de convivencia, sean considerados formales o informales, tienen peso sobre toda la sociedad en general, determinando lo que está permitido, las prohibiciones, límites y posibilidades de la vida erótica. Con esto podemos decir que la organización social se ve influida por cinco factores: parentesco y sistema familiar, organización social y económica, reglamentación social, intervenciones políticas y el desarrollo de “culturas de resistencia”.
Si bien la familia se considera el núcleo más importante de la sociedad, pues es ahí donde se aprenden las normas y la forma de convivencia, debemos decir que gracias al tabú del incesto, se puede dar inicio a la configuración de la sociedad, “dejando de lado” el estado natural, además de que así da inicio la cultura como tal. “La verdad es que los vínculos de parentesco no son vínculos naturales de la sangre, sino relaciones sociales entre grupos, con frecuencia basados en afinidades residenciales y hostiles a afinidades genéticas” (Jeffrey Weeks, 1998). Sin el tabú del incesto limitando las relaciones de las personas, además de la economía, herencia e intervención del estado en el matrimonio y divorcio, situaciones que finalmente recaen y modifican el estilo de vida en la familia, y por ende, las ideas que las personas pueden tener respecto de su sexualidad, no podríamos abordar plenamente el tema, pues para comprender la sexualidad tenemos que comprender mucho más que el sexo, tenemos que comprender las relaciones en las que suele ocurrir; y al hacer énfasis en la familia, no hacemos más que confirmar la importancia que esta tiene en la sociedad occidental, pues es ahí donde adquieren un sentido nuestras necesidades e identidad sexual e individual.
Por lo antes dicho damos por entendido que la familia no es un organismo autónomo, y la estructura familiar puede ser modificada por un cambio económico, el crecimiento industrial y social y la urbanización. Así podemos ver que en el siglo pasado, con el aumento de la comercialización, el “sexo” comienza a tener más una perspectiva consumista, y es que si bien “la sexualidad no está determinada por el modo de producción, (…) los ritmos de la vida económica proporcionan las condiciones básicas y los limites últimos para la organización de la vida sexual (Jeffrey Weeks, 1998).
Si bien la vida económica establece algunas condiciones en torno a la sexualidad, la reglamentación social es aún más autónoma; “los métodos formales para reglamentar la vida sexual varían según las épocas, dependiendo de la importancia de la religión, la función variable del Estado, la existencia o no de un consenso moral que reglamente los esquemas del matrimonio, las tasas de divorcio y la incidencia de la no ortodoxia sexual” (Jeffrey Weeks, 1998). En este caso podemos hablar de mecanismos de control, que tanto la sociedad, como ciertas instituciones, ejercen y establecen un límite, e incluso un tabú, que generalmente se basan en una idea que se desea transmitir; de esta manera podemos hablar de una reglamentación formal, dictada por la religión y el Estado primordialmente, y métodos informales, que funcionan como límites para la sociedad y que van implícitas en cierto grado en las normas de convivencia que las comunidades establecen. “En el pasado, con frecuencia han sido impuestos mediante prácticas tradicionales de avergonzamiento, rituales de humillación y burla públicos” (Jeffrey Weeks, 1998).
En lo que respecta de las intervenciones políticas, podemos decir que tanto la familia, la sociedad y economía, y la reglamentación social, se ven inmersos en un marco político. “El equilibrio de las fuerzas políticas en un momento dado puede determinar el grado de control legislativo o la intervención moral en la vida sexual. El clima social general proporciona el contexto en el que algunos asuntos adquieren más importancia que otros” (Jeffrey Weeks, 1998). De esta manera podemos apreciar un sinfín de políticas y programas que, tras la manifestación de las culturas de resistencia, mismas que se oponen a lo que socialmente está establecido y que buscan un cambio de pensamiento en la población, dan la impresión de que las estructuras políticas se preocupan por la sociedad, cuando solo tratan de controlarla con mínimas modificaciones a la legislación actual; así podemos observar como surgen programas encaminados a la prevención del embarazo a temprana edad, cambios en la estructura política y legal para dar más libertad a la “condición femenina” y comenzar un proceso de igualdad de género o bien, permitir el matrimonio igualitario, haciendo que los beneficios del matrimonio heterosexual puedan ser ejercidos por parejas homosexuales. “La existencia de ‘líderes de opinión’ hábiles, capaces de articular y hacer surgir corrientes incipientes de opinión, puede ser decisiva para hacer que se cumpla la legislación existente o para idear una nueva” (Jeffrey Weeks, 1998).
Hasta el momento solo se han abordado las cuestiones sociales de la sexualidad, pero no podemos dejar fuera las cuestiones de poder, que han llevado, en algunas épocas, a considerarla como negativa o exclusiva de la reproducción. Pero si consideramos que la sexualidad “(…) es ‘más bien un proceso que un objeto’, una fuerza maleable y móvil que adopta muchas formas diferentes y que se ejerce mediante diversas prácticas y relaciones sociales distintas. Si se adopta este enfoque del poder, entonces tenemos que abandonar todo enfoque teórico que considere a la sexualidad como moldeada por una voluntad dominante y determinante (…)” (Jeffrey Weeks, 1998). La verdad es que el poder no funciona solo con mecanismos de control, son varios procesos complejos que se traslapan, lo que produce la dominación y subordinación, siendo tres ejes fundamentales: la clase, el género y la raza. En este momento, es conveniente decir que Jeffrey Weeks ha sido considerado el sucesor de las ideas de Michel Foucault, pues ambos han puesto al marco sociocultural como una de las principales influencias en la sexualidad, por lo que los factores relacionados al poder, podrán ser expuestos y desarrollados en el siguiente apartado, lo que si podemos decir por el momento es “(…) que los asuntos de la sexualidad son cada vez más importantes dentro del funcionamiento del poder en la sociedad contemporánea [y no solamente en la época actual, pues su uso no es reciente]” (Jeffrey Weeks, 1998).

Extraído de:
"Narcisismo y Bisexualidad" - Gustavo Alberto Nonato Reza
Proyecto de Titulación de Lic. en Psicología

Sunday, October 5, 2014

¿"Edging" y Hombres Multiorgásmicos?

¿Hombres con Orgasmos Múltiples?

El hecho de que los hombres puedan tener múltiples orgasmos sigue siendo tan sorprendente para todos, hombres y mujeres, quizá es algo dificil de creer. Los orgasmos múltiples en las mujeres solo han sido reconocidos y aceptados como al normal en los últimos cuarenta años. Lo que es todavía mas increíble es el número de mujeres que se han hecho multiorgásmicas desde que se descubrió que era posible serlo. Desde los años cincuenta, cuando Alfred Kinsey dirigio sus famosos estudios sobre sexualidad humana, el porcentaje de mujeres que experimentan orgasmos múltiples se ha triplicado, pasando del 14 al 50 por cierto.

En la década de los ochenta, los sexólogos William Hartman y Marilyn Fithian descubrieron que aproximadamente el 12 por ciento de los hombres estudiados eran multiorgásmicos; la compañera de un hombre multiorgásmico recordaba: “La primera vez que mi novio tuvo un orgasmo sin eyacular no podía creerlo. Evidentemente estaba experimentando tanto placer como siempre y yo podía sentir la pulsación de su pene, pero para mi sorpresa no había semen y algunos momentos después pudimos continuar haciendo el amor. Todavía me intriga que pueda tener un orgasmo tan intenso sin eyacular. Ahora lo que realmente me sorprende es que eyacule”. Otra compañera de un hombre multiorgásmico describió lo que experimenta cuando su compañero tiene un orgasmo sin eyacular: “Mi pareja deja de moverse durante un rato, gime y tiembla. Puedo sentir su pene pulsando intensamente dentro de mí. Antes eso hubiera sido el final, pero ahora ya no es así”. Los orgasmos múltiples son sólo el principio.

En Occidente, tendemos a ver el orgasmo como la totalidad y el fin último de la sexualidad, .y muchas mujeres dedican mucho tiempo a preocuparse de si son orgásmicas, y de cuándo y cómo lo son. En la sexualidad oriental, el orgasmo, se trate de uno o de muchos, no es el objetivo, estas cumbres del placer solo son una parte del proceso extático de hacer el amor.

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ADVERTENCIA: 
AL FINAL PODRÁS ENCONTRAR ALGUNOS 
VIDEOS SOBRE EDGING, EL MATERIAL ES DE INDOLE PORNOGRÁFICA
SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.

Todo lo Que Necesitas Saber Sobre… “Edging”

Edging, esencialmente significa “llevarte a ti mismo tan cerca del orgasmo, tantas veces como sea posible, pero sin eyacular”. Es una técnica que se utiliza también en el tratamiento de la Eyaculacón Precoz (EP), pero que permite a los hombres que lo practican, incrementar el tiempo de sus relaciones sexuales sin eyacular en un lapso de tiempo mayor al que acostumbraban, pero no es algo sencillo, podemos compararlo como si fuera un dia de gimnasio,  necesitamos saber lo básico, como el peso que podemos levantar, el movimiento y la intensidad, hasta llegar a un programa que dará resultados.

Pera el tratamiento de la EP y aprender a controlar la respuesta eyaculatoria para durar más tiempo no son la sunicas formas de practicarlo, una de ellas es la inclusion de la pareja, pero esto conlleva un proceso, el conocer los signos que anticipan la eyaculación, como el cambio de respiración o la contracción de los músculos, es un proceso que ayuda a conocer al otro y que permitirá tener mayor placer para ambos.

Otra forma de usarla, es dentro del mundo BDSM (Disciplina Bondage Sadomasoquista), en donde los juegos de rol y el permitir a la pareja que tome el control sobre el cuerpo, la estimulación y el momento en que debe presentarse la eyaculación, puede resultar excitante para algunas personas, pero claro esta, no a todos les gusta el BDSM, pues sabemos que esta técnica esta destinada a someter y causar ciertas sensaciones dolorosas, que a la vez pueden producir placer, pero esa es el gran problema… ¡No todas las personas soportan el mismo dolor que otras, e incluso, a algunas les desagrada la idea de sentirse “lastimados”!.

Algunos dicen que el Edging ayuda a "profundizar la conexión consigo mismo, o la respuesta sexual de la otra persona". Al intentarlo, se puede aprender como responde el cuerpo ante ciertos estímulos sexuales y así, tener un mejor control sobre la eyaculación. Otros encuentran placer en la práctica del Edging. Físicamente, nuestros cuerpos producen la sensación de la eyaculación, pero nuestra mente es la que desencadena el orgasmo. Con esto podemos entender que al no enfocarnos en la eyaculación, podemos incrementar la experiencia orgásmica, incluso intensificarla.

He mencionado que esta técnica puede aumentar la percepción de las sensaciones. Pero, vale la pena decir que es también un medio para la educación. Gran parte de nuestra experiencia con el sexo, sobre todo en la adolescencia, se gana por nosotros mismos. Esto no es tan malo como suena. A través del autoplacer o la masturbación aprendemos a satisfacernos a nosotros mismos y a su vez cómo queremos que los demás nos complazcan. Sin embargo, con la experiencia viene la idea de que todavía puede haber placeres que tenemos que descubrir, es aquí donde el Edging se vuelve una vía para el descubrimiento sexual.

Tambien es importante decir que todavía hay una gran cantidad de desinformación sobre la respuesta sexual masculina, pues a menudo las personas se sorprenden al saber que la eyaculación y el orgasmo en los hombres son en realidad dos eventos separados. La eyaculación es un evento fisiológico, algo que se puede observar, mientras que el orgasmo, es una experiencia subjetiva.